“No pienses, no hagas, no digas”,

dicen todos…

digo yo…

Es una pena y pesar,

el sueño sin saciar,

y sin aviso, pena y temor,

corro hasta llegar al abismo.

Y la respiración se congela,

mis ojos se cierran y como

pequeñas catarinas la sangre se

riega.

¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Quién?,

dicen todos…

digo yo…

Sin miedo, sin escrúpulos,

he arrancado mi alma,

mis recuerdos y memorias.

Estoy lejos de mi salvación,

más nunca lejos de mí.

¿Cómo arranco esta sensación

de vida dentro de este claustro,

que yo nunca pedí?

He dejado mi vida,

mis años y sonrisas.

He dejado los días,

detesto ver su felicidad

por sobre la mía.

Y como un hilo deshilachado

de una prenda, pende mi vida.

Como un hilo rojo, que recorre

mis venas.

Como un hilo verde, que excede

y explota.

Como un hilo,

digo yo…

pero no todos…

Inspirado en el trastorno de personalidad limitada.

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