Léeme en voz alta

Escribirte es acariciarte desde el teclado de mil formas distintas. Es navegar sobre palabras las horas de este día sin ti. Moviendo el timón siempre hacia tus ojos, el único lugar de tu cuerpo que puedo acariciar cuando me lees.

Cuando estés sola, léeme en voz alta. Porque yo soy estas palabras y solo si me nombras me escapo de tus ojos y puedo despegar desde la humedad de tu boca. Para resbalar por tus labios como si me besaras. Vibrar en tu garganta, recostarme en tu lengua para descubrir que es igual de hermosa tu sonrisa si la miras desde adentro.

Te confieso que a veces, cuando me arden los kilómetros y me quema el aire que no compartimos, intento esconderte en los pliegues de mi día (“para no verte tanto, para no verte siempre…” diría Silvio). Pero es un ejercicio absurdo, porque finalmente termino entendiendo que no quiero otra cosa distinta a sentirte a mi lado. A sentir que seguimos empeñados en este sinsentido maravilloso que es Amarnos a pesar de todo.

Por eso vuelvo a juntar las letras para ti. Hoy y todos los días.

Escribirte es acariciarte. Que me leas, que lo sientas, eres tu diciéndome que vale la pena seguirte esperando.

Te Amo.

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