Solamente ella

Me acostumbré a buscar colores en las personas y un día entre personas con corazones blancos o negros, la vi. Ella era un arcoíris y, viendo su corazón que se dividía entre ser un rojo, un naranja o un azul, desde la boca de mi estómago, salieron volando mariposas. Me pregunté qué le pasaba a ese corazón, porque nunca vi uno tan decidido a no estar decidido. Y vi contrastar su exterior con el interior, y encontré un punto de tristeza en el fondo de sus ojos. Y la vi violeta, gris y negra, y la vi rosada y turquesa, y la vi de todos los colores posibles. Se mezclaban y ninguno quería mantenerse.

Entonces sonrió, y ya no más hubo colores.

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