Todo comenzó cuando el amor se apoderó de mí a primera vista, sabía que sería la compañera de mi soñada travesía, la que inseparablemente conmigo iría y volvería…
En mi mente, una y otra vez recorría las rutas, los momentos que ambos compartiríamos, en soledad, ambos, de noche y de día,
Mis pensamientos se fundían en cada una de sus partes, como si ellas fueran lo que haría que todo funcionase a la perfección, toda mi fe, toda mi esperanza en esa compañera que la vida había puesto en mi camino, deje todo de mí, mis ahorros, mis metas, casi mi vida por hacerla mía, sabía que era una osadía que me iba a exigir lo que no tenía pero a esas alturas ya se había apoderado hasta de mi voluntad de una forma despiadada, de mi mente, mis mañanas, mis siestas, mis noches desveladas, exigente, casi prepotente se adueño de mi vida, un lazo de éxtasis nos unía, de noche y de día soñábamos con esa travesía…
Me exigió cosas que no conseguía, las hice hacer, deje la vida para conformar lo que necesitaba y me pedía.
temía de antemano que cada vez sería peor, mi atención absorbía, impetuosa, atrevida, todo eso me preocupaba pero debo reconocer que también me excitaba.
Pararíamos al anochecer, dormiríamos en la ruta y al primer sol del amanecer reiniciaríamos nuestra marcha, despacio, para nada apurada, disfrutando cada jornada de nuestra aventura, de nuestra mutua compañía.
Llegó el día, Partimos de Resistencia a la madrugada, 4 de la mañana, haciendo ruidos de forma descontrolada, Dos horas de viaje y el mate se hizo una necesidad, ya estaba todo preparado, una pequeña parada, todavía oscuro, no importa, la Avenida Sarmiento estaba muy iluminada, ameritaba una foto cara a cara. Dos horas más de viaje, en la autopista, el sol que asomaba, en los campos se veía las sombras que poco a poco iba apagando y el puente General Belgrano aparecía ante nosotros, tras el río, de fondo, se divisaba Corrientes. Otra parada, unos mates, varias fotos y retomamos la ruta, el corazón me latía, la incertidumbre me invadía,
Ya sabía que llegaría pero no tenía la más puta idea si subiría, y así le encaré con todas las ganas que tenía, fuerza, fuerza pero el motor se moría, la temperatura volaba y a cada centímetro logrado mi espíritu se derrumbaba, la angustia me invadía, fue difícil la determinación pero era la acertada, ya no mas subidas empinadas, vamos a viajar por el llano, pegamos la vuelta, con el envión, casi a la rotonda llegamos, paramos, un descanso, la tensión del esfuerzo había sido estresante, unas fotos de recuerdo y a Puerto Barranqueras, por la costa fuimos. Llegamos al medio día, decidimos almorzar algo en una fonda del costado, nuevamente las fotos estuvieron presente, mientras el vehículo descansaba de esta agitada media jornada. En marcha nuevamente, en la Avenida 9 de julio, la recalentada ya hacía pensar en esa travesía frustrada. Unas cuadras mas, el motor pegó la plantada.
Así, tirado por un carro y un caballo, Volvimos a casa, con 32 Km. recorridos, comidos, un motor fundido y miles de fotos tomadas.
Gabriel Lataza Lanteri ( Lata Lante )
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