Primer combate, primer contacto
Tengo una amiga que siempre me pregunta, que si me obligaran a elegir qué sentido preferiría perder, cuál elegiría. El sentido común suelo responder, demasiado tarde, dice ella. Ya en serio, o medio en serio, ella dice que el que nunca querría perder es el tacto y me besa como prueba irrefutable. Los besos, ya sabéis, a veces se complican y aunque el tacto es buen sentido, no se orienta bien y acabamos siempre besándonos en las antípodas de la boca. Una cosa lleva a la otra, condenados a la sempiterna concatenación de causas y efectos, ella me besa la oreja y yo le beso el cuello en justo pago, mi mano izquierda consciente o inconsciente improvisa un ataque por la espalda y en la oscura oscuridad se oye un clic liberador, el efecto es inmediato y siento su pecho a través del algodón y es tacto de lo que hablamos así que ella con hambre en las manos me quita la camiseta, golpe que es devuelto de inmediato por mi mano derecha también libertadora, esta vez de la piel de sus piernas. Después de varios ataques y contraataques por fin toda nuestra geografía se toca, se palpa, se activan neuronas dormidas, se encienden hogueras extintas. Palpando y palpando continúa el combate, hasta que en un último ataque ella gime vencedora y yo grito vencido y por fin no puedo más que rendirme a sus argumentos y afirmar que sí, que por nada del mundo perdería el sentido del tacto.
Continuo contacto
Contactamos de noche, destactamos de día. La coreografía sufre ligeras variaciones pero nada estudiado, simplemente nos dejamos llevar e improvisamos sin hacer consultas previas. Mi piel se acostumbra a su piel, su boca a mi boca y refugiados entre las sombras jugamos como niños, buscando piezas que casen, acoplando rompecabezas. Llenando vacíos y viceversa. Aunque sabe mi nombre, jamás lo pronuncia. Tampoco sé yo, si entre sus sábanas, sería capaz de reconocer su sonido. Con más o menos acierto, fornicamos.
Con mucho tacto
Tengo una amiga que siempre me pregunta, que si me obligaran a elegir qué sentido preferiría perder, cuál elegiría. El sentido común suelo responder, demasiado tarde, dice ella. Ya en serio, o medio en serio, ella dice que el que nunca querría perder es el tacto…y no me besa.
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