“Las rotondas son algo irracional, algo que nadie entiende del todo, o tal vez que nadie entiende en absoluto. Si organizas una cena y ves que os introducís en un silencio incómodo no tienes más que sacar el tema y silencio resuelto. Cada persona que habita el planeta asfáltico tendrá su propia teoría sobre como hay que circular en una rotonda y cada una de ellas, aunque parezca completamente coherente, casi irrefutable al principio, será destrozada sin misericordia por la lógica aplastante de algún otro comensal y vuelta a empezar en una interminable conversación de imposible solución. La cuadratura del círculo es un juego de niños comparada con la pregunta fundamental en la metafísica occidental contemporánea ¿Cómo coños se debe circular por una rotonda? Algunos dirán que siempre por el carril derecho, el izquierdo es para adelantar, otros dirán que depende de por donde salgas; la primera, segunda, tercera o cuarta salida, otro dirá que depende del tráfico, otro que es un ir haciendo, se hace rotonda al andar. Ninguna solución es 100% eficiente, ninguna es definitiva, todas tienen alguna pega. Y sin embargo, funcionan. Como una metáfora casi perfecta de la vida. Milagrosamente simple, como una gota de agua que encierra el misterio último del universo. Es la eterna lucha entre lo racional y lo emocional resuelto en un círculo infinito, todo parece confuso pero es claro. Lo rígido si lo fuerzas se rompe, sólo lo flexible perdura, el absolutismo racionalista claudica en una rotonda y se rinde a la evidencia inevidente, sólo lo flexible funciona, sin dogmas ni reglas fijas. Funcionan porque son racionalmente absurdas y emocionalmente certeras, funcionan precisamente porque nadie las entiende, a pesar de todo, aunque cada uno las circule a su manera, aunque cambies de carril en una zona oscura de incertidumbre, en la que durante un instante, sincronizarás tus movimientos con el cosmos, concretamente con la parte del cosmos gris metalizado que se mueve en el carril que te envuelve, sin que ninguno de los dos sepa muy bien el por qué o el cómo. El universo fluye sencillo y complejo como un todo armónico. Menos hoy, hoy no, pero quizás, si nos tomamos un café, aún podamos recuperar la armonía rotoidal.” Mientras él terminaba de hablar ella firmó el parte insoportablemente amistoso y maldiciendo en sánscrito se fue en su Ford Fiesta recién abollado.
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