En el reino de Envidialandia los habitantes vivían sumidos en la se envidiaba, algunos no soportaban que a otros le fuera bien.
Unos y otros competían por tener más posesiones y disfrutaban cuando a alguien le iba mal. Había un desprecio por sí mismos y no valoraban lo que tenían, sino que deseaban más y cuando lo conseguían buscaban que el otro se enterara.
Como pensaban que lo adquirido por el otro era mejor se esforzaban por superarlo. Se caía en un círculo vicioso.
Unos deseaban el mal de otros. Y buscaban generar envidia acumulando cosas o haciendo viajes y colocando las imágenes en las redes sociales ostentando y exhibiendo fotos o adquisiciones.
Había quienes admiraban las cualidades de otros, pero lo disimulaban y deseaban imitarlos
La ética no importaba porque Vivian en un reino materialista, relativista y hedonista. Por fuera mostraban una falsa alegría cuando a un conocido o amigo le iba bien, pero por dentro había un vació y se sentían fracasados.
Se ocultaban carencias que no podían lograr con bienes materiales. No tenía afecto y respeto por los demás.
Se preocupaban de lo que pensaban unos de otros sumergiéndose en la mediocridad y la falsedad.
La inmadurez era tal que despreciaban las cualidades de los demás. Y a quienes no les iba bien se quejaban de lo que les faltaba.
Se trataba de una sociedad enferma donde se condenaba el talento y el éxito ajeno.
Por eso en el reino de envidialandia el progreso se detenía por el temor que tenían unos de otros al no ser de su agrado.
Llegó un filósofo que buscó la reconciliación cambiando la forma de pensar de los habitantes.
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