Ese momento en que estamos débiles, ese momento en el que nos pasan muchas cosas en la mente: ya no confiare en nadie, dejare de ser como soy, voy a cambiar tal cosa de mi personalidad, ya no amare a nadie más, jugaron con mis sentimientos, …
Solo nos salen las lágrimas, porque nos duele tanto que la debilidad que provoca no nos deja abrir nuestra boca para decirlo, nuestro interior se encarga de sacar el dolor con las lágrimas, siente que es la forma más sana de curar la herida.
Cuando esa voz habla, te conviertes en debilidad ante Dios, te conviertes en el ser frágil que eres, pero disimulas, te das cuenta de que tu fragilidad te hace ser ese ser hermoso que Dios creo.
Entonces es ahí, cuando empiezas a sentir que Dios está cerca de ti, que puedes llegar a sentir como te abraza, como reacciona a esa voz que clama y cae por tus mejillas.
Como te hace sentir que aun así como te sientes, aun así como piensas, él te ama, y le duele que tu corazón este herido, te seca las lágrimas de dolor y deja las marcas de su trayecto en tu piel, para que ese momento más adelante se pueda convertir en tu fortaleza, pero no haciendo el mal, si no dando testimonio de un corazón roto, explicando cómo te sentiste en ese momento y dándote cuenta de que paso con un mayor propósito, sentir su presencia cerca, su abrazo y su amor.
N.T.R
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