Ahora ya no hablamos mucho, y está bien, en realidad, las personas se alejan de aquellos que en algún momento compartieron los más puros y sinceros sentimientos, parece ser el ciclo natural de la vida.
Naces, creces, conoces a alguien genial y luego esa cercanía se rompe, ya sean por causas controlables o incontrolabes.
Esta relación no es la excepción, pero me atrevería a decir que esta relación no es igual a otras, ni otras relaciones podrían semejarse un poco a esta. La belleza de lo único y particular radica en cada ser humano.
Y esta es la historia.
Dos muchachos universitarios, inocentes- si se ven retrospectiva- emprenden un camino lleno de percepciones muy personales, donde el primer contacto es especial y sumamente aterrador.
-¿Quién es este feo? piensa ella.
-¿Quién es esta mamasita? piensa él.
Quien escribe esto es el feo, claro está.
Un feo que sabe leer mentes, se demora, pero casi siempre lo logra.
La mamasita no fue la excepción, la mamasita tiene un nombre muy bonito; Alondra.
Alondra es el tipo de chica que podría engañar a todo el ejército de Terracota, es una mujer fuerte, no le gusta que le pisoteen sus ideas, algo descuidada cuando tiene flojera, pero…
¿no es ese el origen de la belleza? ¿no es la flojera su mejor activo?
Okay, tampoco enterremos a Alondra, no solo es floja, al menos como la recuerdo era una mujer sumamente brillante y engreída.
Sí que era engreída o al menos le gustaba engreírse, trato de recordar algunos chistes internos y realmente no puedo, solo puedo recordar escenarios y colores, ropas, uno que otro gorro por ahí cuando era invierno y le daba flojera bañarse. De nuevo la flojera.
Creo que por eso me encantaba pasar tiempo con Alondra, era una de las primeras mujeres que me dejaba conocerla tan bien, o yo escucho muy bien o ella añoraba ser escuchada. No importa realmente, el detalle es que sucedió, las cosas pasan y siguen pasando, luego de un primer hola sumamente tímido vienen los abrazos sinceros, las preocupaciones en grupo, las risas de amistad, los besos de amante.
-¿Eso es natural en ti no, hombre feo?
A mí no me mires, es culpa de ambos. La atracción sexual o como quieras llamarlo es algo que como la amistad y el amor; está en el aire. Ignorarlo es peligroso así que prefiero escucharlo.
Sin embargo, no es la atracción sexual la que me hacía escuchar a Alondra, era amistad.
Sí, era amistad. Una linda amistad que fue germinando y no podía dejar de germinar, recuerdo otras cosas…
Caminatas nocturnas, un timbre de voz muy particular, abrazos suaves, muy suaves diría yo.
Calidez mental, empatía, voy recordando más cosas.
¿No es esta la belleza del pasado? Siempre nos pertenecerá.
Algo que también me perteneció fue su corazón o al menos, el corazón ilusionado. La parte menos real del corazón, aquella que solamente dura un momento y si se vuelve una pena, es una pena totalmente soportable.
Pero me enoja que me hayan quitado a mi amiga, te hablo a ti incontrolable destino,
¿cómo te atreves a conectarme con alguien que se irá? Eres cruel y maravilloso.
Cruel porque la alejaste de mí y maravilloso porque la acercaste a mí.
Compartí con ella emociones reales, gracias, muchas gracias por eso.
Pese a ser un recuerdo distante, está.
Su largo cabello castaño oscuro, está.
Su forma de abordar los problemas, están.
Sus abrazos, están.
Su cariño, está.
Su amistad, está.
¿Qué cosas dejaron de estar en su lugar? Ella y yo. Ella y el mundo que yo percibía como nuestro, pero nunca es nuestro, solamente te pertenece a ti cruel y maravilloso destino.
La quiero mucho y me apenaría muchísimo saber que le paso algo o que le rompen el corazón, ella se hace la fuerte casi siempre, ahí nos parecemos. Quizás otro día te cuente sobre nuestras coincidencias, hoy he querido aproximarme a ese recuerdo que hace varios años tenía en la punta de la sinapsis.
No quisiera olvidarla, fue toda una época para mí.
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