Lobo auténtico. (II)

Lobo auténtico. (II)

mdp Borges

22/10/2017

Sentada en la sala de espera de la oficina de empleo. Llevaba los auriculares puestos como siempre, y ahí estaba yo vestida como para conocer al presidente y causar buena impresión en mis vaqueros más finos. Porque al parecer había estado una semana considerada vacaciones por la empresa que me despidió, no había podido ir antes hasta que el periodo de «vacaciones» terminara y estuviera oficialmente desempleada.

Miraba a todos los que me rodeaban, pensando en lo tristes que se veían sus caras. Estaban aquellos en los que la ropa se veía como si fuera de segunda o tercera mano, luego aquellas mujeres a las que les faltaba la pamela y los hombres a los que les faltaba estar fumándose un habano, intentando aparentar algo que ya no son, todos sabemos por qué estamos aquí. Todos sabemos que no tenemos un duro y venimos bien por trabajo, bien para que el dinero que nos deben por lo que ya hemos trabajado. Lo que me dejaba dos opciones, odiarlos por presuntuosos o envidiarlos por el valor de seguir poniéndose sus mejores ropas de marca y seguir llevando la cabeza alta aun no teniendo donde caerse muerto. Opté por la primera opción. Mientras estaba ahí sumida en mis cavilaciones y mirando la pantallita que avisaba de cuando era tu turno, sabiendo que aún me quedaba otro rato de espera, metí la mano en mi bolsillo tocando el llavero con los dedos.

Había recogido mis cosas lo más rápido que pude de la playa y había salido casi corriendo. Cuando llegué a casa me sonó el móvil, un poco trastornada tiré todo lo que había en la mochila sobre la mesa de la encimera y lo encontré. Para mi alivio era solo mi alarma, hasta que me di cuenta de por qué sonaba a esas horas, era por la maldita cita con la oficina de empleo que era en menos de media hora, casi me caigo de culo. Me daba tiempo a darme la ducha más rápida de mi vida, secarme, vestirme y hacerme un sándwich a todo correr porque otra cosa no sé, pero sabiendo que iba a tener que esperar por no sabía cuánto tiempo no estaba dispuesta a ir sin probar bocado muriéndome de hambre. Y con todo el lio de la cita la parte de ser aventurera había caído a un segundo plano. Hasta ese momento.

No recordaba ni siquiera haber vuelto a meter el llavero en el bolso. Lo saqué para darle un buen vistazo, mirando otra vez la pantalla vi que todavía tenía para rato, asique decidí dedicarle unos minutos a esta extraña situación con la que me encontraba. Aparentemente era un llavero normal con una llave bastante normal para ser sinceros, por alguna razón me esperaba algo más…no sé diferente. ¿Cómo pretendía ese atractivo tipo que encontrara a qué pertenecía esa llave? Aunque pensándolo mejor, ¿por qué estaba incluso planteándome eso? ¿acaso pensaba ir al encuentro de lo que sea que fuera a continuación, después de que un tipo extraño dejara una nota en mi mochila? Visto que no tenía nada más que hacer, ¿qué daño me haría investigar un poco? Mirando bien el llavero, era parecido a esos llaveros de coches, solo que de ninguna marca que yo conociera. Es cierto que mucha gente deja el llavero original de sus llaves de coche, por lo que ¿por qué no hacer lo mismo con esta llave?, parecía la posibilidad más tonta pero más lógica, y para ser sinceros la única que tenía como para ignorarla.

Cogí mi móvil e intenté buscar la marca en internet, pero la conexión era pésima, asique salí a fuera me senté encendí un cigarrillo y me puse al lio. Ahora iba mejor, y me sorprendió lo que encontré resultaba que no era una marca de coche, pero no estaba alejada de la verdad, la llave correspondía a un barco de la marca Morskoy Lev, lo que el traductor me tradujo como ‘Lobo Marino’, era una marca de un barco, o al menos si pensaba que la llave y el llavero estaban relacionados de cualquier manera, aunque no abriera un barco tendría que abrir algo en él. Lo raro era que la marca no era española, era rusa, y a mi Rusia lo cierto es que me quedaba un poco lejos de casa… Me quedé un poco decepcionada, después de haber llegada a esa conclusión, no, no pensaba salir al encuentro de nada, pero desde luego esperaba haber hallado algo más. Aunque solo fuera por satisfacción personal. Un bip, llamó mi atención faltaban apenas unos pocos números hasta mi turno, era un alivio. Volví la mirada a la pantalla de mi móvil y decidí que no me daría por vencida tan rápido. Así que me puse a indagar un poco más por internet, descubrí que había solo unos pocos cientos de barcos de esa marca, además había unos números en el llavero indicando el modelo, de los cuales para mi alegría había incluso menos. No estaban diseñados para albergar muchos pasajeros dos o tres a lo sumo. ¿Cómo podía averiguar si uno de esos estaba encallado en alguno de nuestros puertos? Esa, era una pregunta interesante para la que tenía una respuesta. Con una sonrisa en mi cara llamé a mi ex novio Kevin, el cual trabajaba en las oficinas de aduanas del puerto. Comprobé que todavía me quedaban al menos un par de minutos, mientras el teléfono sonaba.

– ¿Sandra? – La voz de Kevin sonaba diferente desde la última vez que había hablado con él, más cansada.

– Hola Kevin, no tengo mucho tiempo siento llamarte así tan de repente, pero necesito que me hagas un favor, si puedes – Vale ahora que lo había llamado tenía una especie de sensación en la boca del estómago que reconocía como remordimiento, culpa, y un poco de nervios.

– Sandra, te das cuenta de que me estas llamando después de un año sin hablarnos y para pedirme un favor, ¿estás metida en algún lío? – sin duda era remordimiento, se me estaba cayendo la cara de vergüenza, pero por suerte él no lo veía.

– No, si, bueno no, mira ha sido una tontería llamarte siento mucho haberte molestado… – le dije avergonzada.

– Espera, espera, mira no tienes que darme excusas, ya no estamos juntos y te dije que estaría aquí para lo que fuera solo espero que no estés en problemas. ¿Qué necesitas? – definitivamente ese chico era un ángel, el problema es que nunca fue mi ángel.

– Bueno, esque necesito que averigües, si puedes si ha llegado algún barco de la marca Morskoy Lev, número de serie 161293. ¿Lo tienes? – Me estaba poniendo un poco nerviosa, me había dado de máximo con temita este hasta mi turno, y de alguna forma me había involucrado tanto que había terminado por llamar a mi ex, al cual había hecho un juramento de no volver a hablar, ni ver si podía evitarlo. Tras haber roto con él después de que me pidiera matrimonio era algo que todavía no había superado, por lo menos esperaba que estuviera bien. Aunque había algo en su voz cansada que me dejaba un poco intranquila.

– Vale Sandra, lo tengo, la verdad es que, guau, ¿de dónde te has sacado esa pequeña belleza?, ya no se ven de esos muy a menudo, por no decir nunca. Hoy debe de ser tu día de suerte porque llegó uno hace apenas unas horas, pero no en este puerto cariño, me da que está en el puerto del sur, no sé en qué andas, pero si planeas llegar a tiempo deberías salir… ya mismo porque pone que se va esta noche a las doce. Y el puerto cierra en un par de horas – casi me dio un ataque al corazón.

– Gracias Kevin, te debo una – y sin más colgué el teléfono. Me levanté corriendo y miré la pantalla mi turno iba a ser el siguiente. Si entraba no llegaría al puerto, pero si iba al puerto perdería mi cita, y yo no era muy roñosa pero no estaba cobrando y no tenía trabajo. Asique cogí mis cosas y salí corriendo a mi casa. Me iba de caza.

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