Soñé con hacerme adulto muchas veces, pero siempre tuve el temor anacrónico de la infancia. Pues uno, cuando es adulto, tiene problemas. Por lo tanto, intenté dejarme la barba para aparentar ser más mayor. Pero mi vello facial nunca fue abundante, de manera que me dejé solo el bigote. A consecuencia de mi propósito de ser más adulto las personas que me rodeaban empezaron a comentar mi bigote, pues todos solían decirme que tenía una fila de hormigas en el surco del labio superior. A propósito de mi cometido, durante todos esos comentarios empezaron a asomar pequeñas dudas acerca de mi bigote. Pues todos me decían “fila de hormigas”. Por consecuencia de los comentarios inauditos de los que me rodeaban origine una obsesión por mi bigote, pues cada vez que me miraba al espejo solo veía pequeñas hormigas alrededor de la comisura de los labios. Incluso, sentía pequeñas cosquillas por toda mi cara, pero por inescrutable que parezca, la barba también pica. Hasta que el resto de los días siguientes solo veía hormigas. Hormigas por toda mi cara. Todos los días veía hormigas. Pero la paradoja de este relato es que, a raíz de mi pequeña obsesión con las hormigas, la gente ya no me dijo nada, pues las hormigas formaron mi barba.

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