La música suena compás tras compás,
pero mis pies no se deciden a bailar.
La melodía es agradable,
la compañía inmejorable,
porqué no me atrevo entonces,
porqué me refugio tras la mesa.
Acaba un tema y comienzo otro.
Ahora sí, me tengo que levantar.
Mis pies entumecidos,
mi corazón embravecido.
Al fin me levanto,
cruzo la pista a ritmo.
Nuestras miradas se unen
antes que nuestras manos.
Como siluetas tomamos la posición.
No existe ya nadie más en el salón.
Sólos tú y yo.
La música suena compás tras compás,
bailamos hasta el final.
OPINIONES Y COMENTARIOS