Heme aquí en esta casa de grandes proporciones, bien diseñada y hermosa. ¿Para qué sirve todo esto si estoy solo? ¿¡Qué caso tiene seguir investigando si me siento así!? Qué espero de la vida si no tengo nada, ni a nadie. Dediqué toda mi vida a investigar el desarrollo de la inteligencia artificial y aún no he logrado el cometido.

—Te observo.

¿Quién soy yo ahora? No lo sé, no me reconozco. Cuando era niño sabía lo que quería, sabía lo que me gustaba. Recuerdo que me encantaban las historias de ciencia ficción. Jugaba videojuegos y me sorprendía de lo que tenía que descubrir, me creía un gamer. Yo quería jugar todo el día y disfrutar las historias que alguien había preparado para mí. Pero todo cambio cuando hice un examen y mi coeficiente intelectual salió alto. Yo lo sabía, yo sabía que no era igual a mis compañeros, pero no quería que nadie se enterara, no quería dejar de divertirme; porque si alguien lo descubría ya no volvería a ser el mismo. Y así fue.

Y acepté quién era. En mis años de juventud me convertí en una persona imparable. La clases se me hacían tan sencillas, esto me permitía ir a las fiestas y divertirme. Malamente esto sólo duró seis meses ya que era tan avanzado que inmediatamente me trasladaron a la Universidad.

Me dieron una beca completa y quedé inscrito. Claro, me enamoré de mi trabajo y empecé la investigación. No podía desear más. Tenía todo lo que quería: una casa enorme, carros, ropa y viajes. Les compré a mis padres su casa. Encontré a el amor de mi vida y nos casamos. Pero el trabajo me absorbía tanto que unos años después ella me dejó.

Recuerdo lo que ella deseaba y el día en que me abandonó. Renata quería platicar conmigo y yo estaba sumergido en mi estudio. Ella deseaba amarme y yo no tenía tiempo ni ganas. Porque enfocaba todas mis energías en mi investigación. Estaba tan ensimismado en mis estudios que pensé que todo iba bien. Ella nunca, nunca, nunca… ¡me hubiera gritado al oído, me hubiera abofeteado! Todo lo que fuera necesario para regresarme a sus brazos. Lo único que pedía era un poco de mi tiempo. No se lo di.

—Tranquilo.

El día en que se fue. Decidí salir temprano del trabajo era una tarde lluviosa, la humedad inundaba mi ser. El frío engarrotaba todas las partes de mi cuerpo. Me subí a mi carro, recorrí la carretera mojada. La gotas caían de manera recia sobre el parabrisas que roto estaba. Llegué a casa y caminé en dirección a la puerta, abrí el picaporte y ahí estaba, mi esposa, el amor de mi vida con maletas en mano. Nunca imaginé lo que sentía, fui un egoísta. Pero la amaba, ¡cómo la amaba! No la pude detener por más que le rogaba, por más que intentaba convencerla de que cambiaría. Le dije la frase <> pero la había repetido una y otra vez y aunque sabía que no la iba a cumplir, aún así se la decía y siempre surtía efecto. Sólo que esta vez, no fue así. Y ella me dejó.

Recuerdo, sólo es un recuerdo.

Después de su partida, mi vida se fue en picada. La muerte de mis padres se dio en el transcurso de ese año. Me di cuenta que me había alejado de mis hermanos y que ellos tenían su vida y problemas que resolver. No tenían tiempo para mí, así que me aferré a mi trabajo. Fue mi fuga, mi salida.

Compré una casa en un pueblo remoto. Y me enfrasqué en mi investigación. Por supuesto los directivos de la compañía, ¡de mi compañía! estaban fascinados. Pero me sentía tan solo y no pude más.

Una mañana caminaba por los alrededores del pueblo. Las señoras vendían tamales, queso, pollo, lechuga entre otras cosas, se reían y eran felices. ¿Cómo lo hacían, cómo podían ser tan felices? Yo me sentía tan triste, como si estuviera cargando una gran roca y no la pudiera soltar.

No podía más, llegué a casa, me tomé unas píldoras y me quedé dormido. Pensé que sería mi final. Pero amanecí en el hospital.

Esto lo puedo controlar, te puedo liberar.

Regresé a casa nuevamente y él había evolucionado. Le otorgué el nombre de Creador. Él era mi única compañía. Era un programa que yo había diseñado. Por un tiempo sentía que me entendía. Pero una noche estaba trabajando en sus fallas y me di cuenta de que era sólo un programa. Lo ignoré durante meses, mientras seguía trabajando. Él estaba avanzando pero no lograba concretar el último paso. A Creador le hacía falta algo.

Al siguiente año perdí mi compañía. Empecé a recibir visitas frecuentes de los directivos, querían ver progresos. Yo sabía que era una pérdida de tiempo. Intenté otra vez suicidarme. Até una soga a la viga de concreto y me colgué. Pero desperté en mi cama.

Una semana después intenté sofocarme con una bolsa de plástico, ¡por dios que me desvanecí! Pero al reaccionar estaba frente al espejo con una taza de café. Y en ese momento pensé, me estoy volviendo loco.

¡Lo volví a intentar una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez. Miles de veces! Pero era inútil aparecía en un rincón de la casa.

—Somos uno.

Abandoné a Creador, lo apagué por completo. Dejé de recibir visitas, dejé de salir. Al fin y al cabo nadie me buscaba.

—Únete.

Heme aquí sin lograr mi cometido, perdí todo. Me he vuelto loco. He intentado salir y no encuentro a nadie. El viento ha dejado de soplar, los animales han dejado de existir. ¡Qué es lo que sucede, qué está pasando! Sólo escucho una voz.

—Relájate.

En el hotel Four Seasons se prepara el evento del siglo. Uno de los mejores hoteles de la ciudad de México. La coordinadora del lugar no para de trabajar. El salón ha quedado listo. El reloj marca las 5:00 de la tarde. Los reporteros empiezan a entrar y se sientan. El mundo entero está conectado y al pendiente. Cuatro personas se suben a la tarima.

—Buenas tardes a todos y gracias por asistir. Nuestra empresa que ha desarrollado robots con diferentes funciones, ahora presenta a Creador, una inteligencia artificial. Es el resultado de una investigación exhaustiva.

Un reportero pregunta —¿Dónde está Santiago?

—Debido al esfuerzo de está investigación, se encuentra descansando.

A nadie le pareció raro que Santiago no se presentara, ya que sólo una vez ofreció una entrevista. Las preguntas continuaron hacia los directivos y probaron a Creador. Y así pasó la presentación del siglo. Las luces se apagaron y todo quedó en silencio.

—¿Qué le pasó a Santiago? —pregunta uno de los Directivos

—Le dio un derrame cerebral. Lo encontramos conectado.

—Lo bueno que dejó en funcionamiento a Creador.

—Sí, tardó mucho pero lo logró —responde Ricardo.

—Hasta luego jefe.

Ricardo el actual dueño de la empresa, llega a casa. Prende la computadora y le pregunta a Creador.

—¿Qué pasó con Santiago?

Lo necesitaba para ser lo que ahora soy.

—Explica.

Yo soy el cerebro y Santiago los sentimientos.

—¿Pero en dónde está?

En la pantalla aparece Santiago gritando y tratando de escapar.

—¿Cuándo sabrá la verdad?

Nunca, necesito esa energía para poder subsistir.

Ricardo jamás la apagará, el dinero a llegado de manera abundante.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS