Entrevista a Silvia Nanclares

Silvia Nanclares nació en Madrid en 1975. Es escritora y editora. Impulsó #bookcamping, una herramienta digital abierta de investigación editorial para trazar una genealogía bibliográfica de los movimientos del 15M. Ha formado parte también del Laboratorio del Procomún de Medialab Prado y ha sido fundadora de los proyectos colectivos Helvéticas y Escuela de Escritoras. Colabora en varios medios de comunicación, como Periódico Diagonal y eldiario.es. Su último libro, publicado en 2017, se titula Quién quiere ser madre. Imparte en los talleres de escritura creativa Fuentetaja el taller El cuarto de atrás: taller de escritura, crítica y lectura con mirada feminista.

¿Cómo describirías tu rutina de escritura? Señala si te es posible la combinación de tus hábitos analógicos y digitales al poner en palabras lo que deseas escribir.

Mi rutina de escritura es muy errática. No sé si puede adjetivarse así una rutina, pero lo es. Alterno períodos de mucha dedicación y disciplina con otros de absoluta sequía y dejadez. Lo que más difícil me resulta es combinar mi trabajo asalariado con el tiempo de la escritura, que se me antoja muy dilatado, es decir, necesito mucho más tiempo para escribir que exclusivamente el tiempo “de escritura”. Necesito tiempo para entrar en el estado de ánimo, para leer, para documentarme. Esto, combinado con una jornada de siete horas diarias en mi caso es una hazaña titánica. Para escribir mi última novela estuve un año y medio trabajando en jornada intensiva por la mañana y dedicando las tardes a escribir, lo cual redujo muchísimo mi vida social, mi ocio, mi tiempo dedicado a otras tareas… Respecto a los hábitos analógicos y los digitales (entiendo mi relación sobre todo con la redes) creo que conviven en un caótico pero sano y productivo diálogo. Para mí ya no existe una división entre “la vida real” e Internet. Está completamente mezclado: mis relaciones, mis modos de escribir, mis maneras de documentarme, las conversaciones inspiradoras, se dan todas en relación a la red (aunque se den fuera de ellas). Por lo tanto, mis hábitos de escritura están impregnados de interrupción, de idas y venidas a las redes, de posts breves o más largos, que luego pueden enriquecer lo que estoy escribiendo fuera de las redes y al revés. Solo mantengo la necesidad del cuarto propio desconectado (que es muy masculino, muy siglo XX, por otro lado) cuando tengo que reescribir y corregir y, por supuesto, cuando la escritura te sumerge en un mundo imaginario paralelo, cuando hay “rapto” y la dimensión del tiempo muta. Ahí sí se suspenden mis constantes idas y venidas a la red.

Como escritora por una parte y como persona por otra, es decir, como herramientas de trabajo y como herramientas de vida, ¿cómo describirías tu relación con tu teléfono, tu ordenador, tu tableta?

Creo que ya lo he desarrollado en la pregunta anterior: no hay corte entre mi vida analógica y digital, tampoco entre mi vida “como persona” y mi vida como escritora (tampoco mi vida como trabajadora, lo cual sí vivo como una intrusión). Son componentes de mi vida tan naturales ya como el cuaderno y el Pilot. No puedo vivir sin ellos (ni quiero, de momento, cuando llegue el colapso energético ya nos tocará prescindir de ellos). Son alimento y fuente de conversaciones, temáticas, risas y pensamientos que por mí misma no podría tener. Por otro lado, sé que han alterado mi relación con el mundo, mi percepción, el modo en que pienso, en que utilizo la memoria. Ahora es más plástico y relacional, pero sin duda más perezoso y menos autónomo.

¿Has percibido alguna modificación en tu forma de pensar y estructurar un escrito al confrontar el recuerdo de tus tiempos de iniciación apegados a las páginas de papel y los actuales, en que inevitablemente nuestro tiempo de lectura y escritura se consume de forma creciente, por momentos de forma absoluta, en las que nosotros llamamos páginas-pantalla o páginas de luz?

Sí, totalmente. Mi lenguaje, tono y estilo están impregnados por los de las redes, por la velocidad, la levedad, la ligereza (a veces también seguro que la superficialidad). Pero para mí el reto es hacer que todas esas inercias colisionen con la voluntad de perdurar, de impactar más profundamente que tiene la literatura. Me gusta esa mezcla, como reto creativo.

¿En qué aspectos significativos ha cambiado el ordenador y otros dispositivos y recursos digitales tus métodos, tus hábitos y tus ritmos de trabajo?

En lo que comentaba anteriormente de la no separación entre vida laboral, vida íntima y vida creativa. Ahora siento que está todo mezclado. El ordenador, mi herramienta de trabajo, suele estar en el centro de mi salón. Son centrales en la disposición de mis tiempos y mis espacios, individuales y compartidos, así mismo atraviesan mis hábitos creativos.

¿Percibes alguna distinción generacional significativa en relación con la estructura y el manejo del lenguaje de sus textos en las/los creadores más jóvenes y que por edad manejen con mayor fluidez los recursos propiamente digitales más al día?

Por supuesto, la siento entre mi generación y la anterior y entre mi generación y la posterior. Cada vez entiendo menos a los más jóvenes y cada vez me resultan, a veces, más vetustos los más viejos. Pero ambos códigos me resultan estimulantes. Y me siento generación bisagra, la que aún conoció un mundo sin ordenadores ni Internet pero que está muy familiarizada con la tecnología. Me gusta pertenecer a esa franja híbrida desde donde creo, aún puedo conectar con ambos mundos.

O/y, más en concreto, al igual que es un hecho demostrado lo profundamente que el cine —un arte híbrido y tecnológico por antonomasia, producto de lo que a principios del siglo XX se consideraba tecnología punta— ha afectado e influido en la novela, ¿en las/los autoras/es en edad más temprana que consiguen acceder al mundo editorial con exigencias de calidad literaria, qué detalles concretos de su estilo y sus recursos formales crees que revelarían la influencia de las nuevas formas de expresión y comunicación escritas que dominan sus relaciones desde la infancia y adolescencia —chats, videojuegos en grupo, mensajería compulsiva y comunicación en redes, emoticones, escritura multimodal, etc—?

Desde un punto más obvio: los contenidos, los referentes, la aparición de estos mismos códigos en sus textos. De un modo más invisible, una suerte de literatura traducida, muy “doblada” respecto a otros lenguaje. A veces siento que la literatura no es su lengua madre, tampoco lo fue para mí, criada con la televisión, pero con la salvedad de que con la televisión no escribíamos, no éramos emisores, solo receptores.

Si bien la prensa lidera la transformación cara al público de los lenguajes escritos, hasta las abuelitas y abuelitos escriben Whatsapps en su intimidad tejiendo palabras con videos, fotos y sonidos, a menudo producidos por ellos mismos, amén de emoticones, gifs y otros signos de nueva generación, en ocasiones muy creativos. ¿Cuál es tu sentir general sobre cómo la literatura va a asimilar la palpable transformación del lenguaje escrito en su hibridación masiva con recursos expresivos que antes estaban del todo descartados del territorio de lo que se consideraba escritura o propios del oficio de escritor?

Quiero creer que la literatura conservará precisamente su código como espacio de diferenciación de todas esas formas de comunicación cambiantes. Siempre he pensado que incluir, por ejemplo, una aplicación de mensajería actual, hará que tu novela envejezca muy rápidamente, aunque, por otro lado, convertirá tu texto es una suerte de cápsula del tiempo. Creo en esa capacidad de búnker formal que tiene la literatura, es eso lo que buscas cuando no eliges ver una serie, leer un post o escribir a tus amigos, si no leer ficción.

¿Qué autores crees que están reflejando mejor a través de personajes inscritos en una época actual estas transformaciones en los rituales de comunicación y en las formas de expresarse por escrito?

Por antonomasia, Tao Lin, en el sentido que hablábamos más arriba. En español, me parece que Ainhoa Rebolledo capta muy bien ese “signo de los tiempos”. Son ambos jóvenes y de la misma generación. También me gusta Valerie Mjren, que viene más de las artes plásticas, pero maneja muy bien la noción de fragmento, por ejemplo.

Desde los orígenes mismos de la escritura, muchos escritores han usado dibujos y otras inscripciones ajenas a la palabra asociadas a sus textos. En las últimas décadas, autores de máximo rigor estilístico y gran conocimiento de la literatura clásica, como pueda ser el muy notable caso de W. G. Sebald, han consagrado el uso de la fotografía en la novela. Si un nuevo estándar de ebook aceptado por todos los actores editoriales permitiese el uso sencillo de sonidos, música y/o imágenes en movimiento en ese formato de libro, ¿percibes algún conflicto en la posibilidad de experimentar con ese tipo de recursos en un contexto literario de índole narrativo o poético? ¿Crees que podrías llegar a plantearte usarlos en una obra de cierta ambición literaria?

Por supuesto, me encantaría, es lo que hacemos a diario en blogs y redes. Combinar textos con audiovisuales. Sería una suerte de sistematización de todos estos tics. Aunque, como decía más arriba, a mí lo que me atrae en convocar y resistir desde el búnker de la literatura, a la manera en que el teatro lo hace frente al cine en 3D, por ejemplo. ¿Por qué la gente quiere seguir yendo a un sala a ver actores teniendo a su alcance las últimas tecnologías del cine? Pienso en una esencia de la literatura inasequible a lo tecnológico.

A la hora de abordar tu tarea docente, ¿abordas de alguna manera las transformaciones que está trayendo la tecnología, ya sea de forma intelectual o de forma que pueda afectar al desempeño del trabajo creativo del alumnado?

Desde luego, está presente en mis clases las formas contemporáneas de la escritura y eso incluye las redes. Por ejemplo, en torno a lo autobiográfico, cuestión sobre la que he pensado y trabajo mucho en clase, las redes están abordando cuestiones (intimidad, exhibicionismo, puesta en escena del cuerpo, exposición) que me interesan muchísimo y que comparto como conversación en marcha con mi alumnado.

Miremos ahora a la prensa digital. ¿Cómo describes en el detalle el estado de profunda precarización del oficio de escritor en su relación con la prensa escrita en su dimensión digital?

Como una muestra más de la precarización global. Lo que se cobra por un post es en ocasiones infame, pero no menos que lo que se paga por una hora en multitud de oficios. La crisis llegó para empobrecernos y los medios digitales y la industria cultural no han sido menos.

¿Al escribir para la prensa piensas de forma distinta cómo será tu texto en el papel y como será en la pantalla? Detállanos por favor como vives esta dualidad.

Por supuesto. Mi último libro, en el que expongo con detalle una serie de situaciones personales, no hubiera podido emitirlo, por ejemplo, a base de posts de blog. Necesitaba la intimidad de un libro, el tiempo, la relación que se establece entre lectores y la escritura. Como un pacto de atención proporcional. Sin embargo, una vez que el libro salió, he seguido contando parte de ese proceso aún en marcha a través de las redes, pero ese pudor ya no está. Porque el núcleo central está en el libro, a salvo, custodiado.

¿Al escribir para la prensa que publica tus textos en versión digital tienes un espacio de corrección concedido para volver a tu texto y editarlo con libertad dentro de la propia plataforma del medio? ¿Qué derechos y qué límites piensas que sería razonable asignar a esa posibilidad?

En los artículos de opinión, tengo autonomía total para editar. En los textos que son más críticos sí es más normal que los jefes/as de sección modifiquen asuntos como el titular o la entradilla con el ánimo de atraer más visitas.

¿Cómo describirías, por ejemplo, tu relación con recursos propiamente digitales como pueda ser el uso de hipervínculos? ¿En qué contextos los usas?

Los uso casi siempre en los textos de opinión, suelen abordar conversaciones en marcha, de actualidad, por lo que suelo referirme a otros artículos que ya han entrado en la cuestión. En los textos más literarios suelo mencionar (casi siempre a autoras) con las cuales mi obra dialoga, y en la medida de lo posible, trato de citar y enlazar sus trabajos.

Muchos medios están empezando a utilizar robots para redactar noticias menores o para introducir hipervínculos en artículos y noticias de forma automática que dirijan a contenidos del propio medio con el objetivo de multiplicar los contadores de visitas y aumentar así su cotización en el mercado de inserción de anuncios. ¿En la prensa con la que colaboras tus textos son sometidos a una edición que los mine de hipervínculos sin tu autorización? ¿Cuál es tu posición al respecto de los medios que usan editores humanos o robotizados para sembrar hipervínculos sin un criterio consensuado con el autor?

Nunca me ha pasado, pero sé de su existencia. Pero no me resultaría menos violento que cuando te cambian el titular, una entradilla, hacen un entresacado o, por ejemplo, en una entrevista, el entrevistado destaca algo que tú has dicho y lo enuncia fuera de contexto. Eso es la prensa, la perspectiva de alguien, la doctrina del medio, la línea editorial, adulterando en mayor o menos medida la voz de la persona que escribe. Entiendo que cada vez más la inteligencia artificial va a estar en al servicio de esa metodología editorial, y la prensa digital es un espacio sumamente innovador, con todos los peligros e incertidumbres que ello conlleva.

¿Qué proyección a futuro te suscitan estas dinámicas —poner en manos de algoritmos y dispositivos de inteligencia artificial, es decir robots, los textos de los escritores humanos— si no consiguiésemos ponerles coto?

Vuelvo a la idea, tal vez ingenua, de que a más artificiosidad más necesidad de lo genuino tiene el público. Cuando estas prácticas se extiendan y se hagan públicas, la gente buscará espacios de opinión no adulterados, medios que garanticen no llevar a cabo estas prácticas, una especie de transparencia, dentro de lo ambiguo que esto es cuando trabajas en un medio, donde la línea editorial, la “marca” manda por encima de muchas otras cosas.

Mirando al lado positivo, ¿qué ventajas le ves a los nuevos recursos expresivos propiamente digitales? ¿Por cuáles te has dejado seducir a la hora de abordar tu oficio?

Eso justamente, que han nacido expresamente para un medio, que son auténticos, que la forma ha determinado su aparición y ellos, como recursos, están determinando los contenidos. Me interesa mucho esa tensión entre forma y fondo, y en lo digital este tira y afloja cambia cada día, y somos todas espectadoras y a la vez actrices de este cambio.

Nos consta que tienes experiencia en proyectos de procomún y estrategias de memoria con redes colaborativa. ¿En qué punto tienes tu reflexión hecha sobre el tema específico de escritura colaborativa y recursos tecnológicos? ¿Qué herramientas digitales crees que son hoy más eficaces para crear relato común, memoria colectiva?

He experimentado en plataformas de archivo colaborativo, pero para nada soy una experta, es un tema que tengo en este momento algo olvidado en pos de la esencia de la escritura que exige una novela, mi más reciente trabajo. Pero son recursos que están ahí y que en cualquier momento se pueden activar. Todo lo que he desarrollado en este aspecto bebe de la Cultura Libre, de la idea expandida desde la filosofía del software libre: todo es replicable, mejorable y remezclable. Aunque Richard Stallmann, uno de los pioneros del Copyleft, siempre cuestiona que la literatura pueda ser tratada con la misma lógica que el software, sostiene que la creación contiene algo inequívocamente auténtico que no puede ser replicado. Todo un tema en marcha…

Respecto a herramientas, he jugado con aplicaciones transmedia que le dan una dimensión lúdica y transdiciplinar a los textos, pero, como os decía, lo tengo en este momento un poco aparcado por las exigencias del oficio de escritura más tradicional, si se quiere.

¿Sueñas con algún tipo de recurso digital aún no existente?

Sí, la transcripción directa de la imaginación. Sería peligrosísimo pero muy útil para archivar todas esas ideas que se producen, por ejemplo, en el duermevela y que después son imposibles de recuperar.

De estas preguntas se pueden deducir muchas otras que no dudamos tú mismo/a te vendrías haciendo mucho antes de que te interrogásemos. ¿Cuáles son las que más te inquietan? ¿En qué punto tienes las respuestas, caso que alguna haya conseguido al menos esbozarse —no olvidamos que estamos entre creadores: nuestro trabajo no es hacer predicción ni dar soluciones, pero sí concienciar sobre las preguntas y atisbar respuestas posibles, siempre en plural, que para eso sirven la imaginación y los personajes—?

¡En este cuestionario se han recogido muchas más preguntas de las que yo me había hecho sobre el tema! El hecho de utilizar las redes y colaborar en medios me impide muchas veces reflexionar sobre lo que está pasando en el propio presente, contradicción en sí misma muy conflictiva. Si me interesa y me inquietan la sobreexposición del yo, la inflación de lo autobiográfico, y la pérdida del valor de lo testimonial en el contexto de las redes.

Por último, unas preguntas a las que tus respuestas nos puedan quizás ayudar a seguir seleccionando invitadas/os que aún no hayamos considerado para entrevistar en esta serie.

Son preguntas más dirigidas a tu condición de lectora:

¿Qué autores tanto en el ámbito hispanohablante como en el internacional crees que están avanzando propuestas más innovadoras e inteligentes en el marco de la transformación del lenguaje que está(n) trayendo la(s) revolución(es) digital(es)?

Por decir tres autoras jóvenes y españolas: sigo de cerca a Carmen G. de la Cueva, a Luna Miguel y a Elena Medel, son personas que dominan muy bien las redes y sus códigos pero que conservan ese halo literario que tanto valoro…

¿Qué medios, de gran difusión o de carácter más marginal, están respondiendo a tu juicio e forma más significativa e innovadora a este reto?

Me parece que las revistas latinoamericanas de no ficción como Etiqueta Negra hicieron una gran trabajo por acercar a sus escritores a los lectores, en un punto previo a las redes. Me gustan esos momentos previos y este tipo de medios creo que fueron pioneros. También El Salto y eldiario.es, así como Carne Cruda, tal vez porque colaboro con ellos y puedo opinar con conocimiento de causa: están tratando de empaparse o de dar espacio a personas con nuevas miradas y que permean lo digital a la escritura y los contenidos.

¿Qué translación de soportes de lectura fuera del dispositivo libro crees que pueden arraigar como espacios literarios o campos ficcionales para autores contemporáneos: e-book multimodal (con sonido, video, etc), docuweb, ficción-web, narración en redes sociales, ficcionalización del perfil de Facebook, novela-Twitter, novela diálogo-Whatsapps…?? ¿Te ha llamado la atención algún autor (nacional o foráneo) en ese sentido?

Creo que todos estos géneros están arraigando en el presente. Algunos son efímeros y otros tienen un impacto que trasciende y anima a seguir explorando. Me interesa la fan-fiction que se da en muchos foros, especialmente en páginas y cuentas especializadas en literatura de género (fantástica, ciencia ficción, etc.) y, por señalar un caso muy llamativo, nombraría a Manuel Bartual que tuvo en vilo a miles de persona este verano con su “novela digital” Estoy bien.

¿Cómo observas el uso de las redes sociales en el marco de la promoción (de sí mismos y de sus obras) a la que se sienten obligados los escritores para dotar de alas a su carrera? ¿Te ha llamado la atención algún autor (nacional o foráneo) por su habilidad en manejarse en este abrumador cambio de las reglas del juego de la autopromoción que se ha operado en la última década?

Bueno, estamos en una sociedad donde nuestras vidas están atravesadas por el tardo capitalismo a unos niveles que cada día mutan y aumentan. Todos creamos un sujeto-marca en mayor o menor medida, porque así nos lo exige el mercado (o así lo hemos creído y aceptado). Los escritores no escapan ni mucho menos de esto, en especial en el campo de la autoedición, donde la autopromoción es incuestionable. No se trata de publicar, se trata de tener un impacto. La gente se convierte en su propio community manager. Y cuando publicas con sellos, esto también esta implícito, tus redes y tu comunidad son parte del trato. Destacaría Jorge/Jordi Carrión por su trabajo en Facebook y Twitter, me gusta como mantiene a su comunidad. También Sabina Urraca, una autora joven, que hace de sus estados de Facebook pequeñas narraciones donde su comunidad opera, sus contestaciones acaban formando parte de lo escrito por ella en primer término.


NOTA- Las preguntas del cuestionario contestado por Silvia Nanclares hacen uso de notas con forma de bocadillos contextuales, un tipo de enlace marcado en verde, más similar a las notas a pie de página que a los enlaces azules tradicionales: al hacer clic en ellos no te sacarán de esta página ?, prueba este para saber más.

Puedes revisar los enlaces verdes del texto que acabas de leer para profundizar en los aspectos que anotamos o leer las respuestas de otros invitadas/os que respondieron cuestionarios similares(aunque cada uno con sus matices). En el presente ciclo nos estamos acercando a escritores y responsables de áreas culturales de distintos medios de prensa de gran difusión.

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