El Triángulo
No fue necesario que alguien dijera que morirían esa noche, cuando la vela se desgarró sobre sus cabezas, advirtieron que era el fin.
El Pan Long surcó el furioso océano hambriento de víctimas. Los marineros exasperados corrieron en tropel tratando de alcanzar las cuerdas que se sacudían al compás del agresivo viento.
Mei Li intentó no caer, la madera resbalaba como hielo, frente a ella se encontraba el capitán del barco, ya no lograba controlar la rueda del timón; sólo se veía como un adorno desgastado que colgaba de la circunferencia de madera pesada. Las gotas se impactaban contra la piel erizada, la ropa se había vuelto pesada y el aire parecía susurrar con furia en los oídos que de vez en vez se quedaban sordos al llenarse de agua.
Los gritos apenas lograron escucharse, la voz de los truenos acaparaban la noche, el crujir de la madera sólo daba la impresión de que no había salida. La olas azotaban el barco, todo se sacudía, hubo un golpe tan impactante que hizo a todos caer al suelo, Mei Li cayó y resbaló hasta parar contra la toldilla de madera, con una de sus manos logró detenerse, de inmediato se sostuvo con fuerza para no caer al mar, frunció el ceño, el viento le golpeaba el rostro y sacudía el cabello con tanta agresividad que parecían látigos golpeando la piel.
Un relámpago iluminó de repente el cielo, todo se volvió pálido por unos segundos.
Frente a sus ojos comenzó a presentarse un remolino colosal que no tardaría en llevarlos al fondo más siniestro del mar, vio entonces no sólo las aguas agitadas, también se percató de la existencia de algunos barcos en ruinas que se levantaban entre las olas, aquel lugar no era más que una telaraña en espera de víctimas, y ellos serían sólo una tripulación más que desapareció en el Triángulo.
Mei Li miró a los pocos marineros que seguían en el Pan Long, vio el terror empapando sus miradas, no podía salvarlos, no podía hacer algo. El remolino los condujo a un tártaro dentro del mar, los relámpagos se dispararon por todo el cielo oscuro empañado con nubes espesas. Una gran ola se impactó contra el junco casi destrozado, los retazos de la vela estaban por todos lados como los cuerpos de soldados moribundos en el campo de batalla, el junco dio un vuelco, todos cayeron al mar, el agua salada los recibió como miles de navajas afiladas y congeladas.
La nariz se le llenó de agua.
Frente a ella se hundía el Pan Long, la luz de la luna apenas lograba distinguirse con la madera que flotaba entre ellos, pronto dejaron de contar con la luz escasa de los relámpagos, el mar los envolvía en bruscos golpes, la corriente los había llevado hasta la zona más profunda y siniestra, vieron entonces seres que jamás habían presenciado, criaturas enormes pasaban a su lado, algunos fueron atacados, murieron entre los enormes colmillos de tiburones o por el electrico roce de las medusas. Los pocos que lograron librarse de las bestias fueron arrastrados hasta un túnel en donde se golpearon de vez en vez con las rocas. A lo lejos, Mei Li logró ver una pequeña luz que apenas sobrevivía en el fondo, pero de repente se impactó contra una roca, que la dejó inconsciente.
El murmuro en eco de gotas cayendo fue lo primero que escuchó cuando comenzaba a despertar, eran tintineos en el vacío que se esparcían por encima de las rocas húmedas y frías.
Mei Li abrió los ojos con lentitud, los parpados le pesaban y la mirada estaba borrosa, sólo distinguía manchas que acaparaban su alrededor.
Algo se apretó dentro de su garganta.
Un cosquilleo punzante sobre el paladar le hizo sacar el agua que había ingerido.
Observó entonces el ambiente que le rodeaba, se encontraba en una gruta, aparentemente normal, con una tenue luz entrando a su izquierda, imaginó que se trataba de la salida, así que con piernas tambaleantes, se levantó y caminó entre el agua fría que corría por aquel arrollo dentro de la gruta. El vestido desgarrado aún estaba empapado y parecía pesar más que nunca.
Una melodía comenzó a presentarse con lentitud, el cantar de una cascada en caída comenzó a llenar la gruta, era un sonido que con cada paso que avanzaba se hacía más hipnotizante.
Mei Li se detuvo antes de salir, pues la luz la cegó por unos segundos, miró al exterior, era un lugar fascinante, con tantos tonos de verde en las hojas y el musgo sobre la corteza de los árboles con cuerpos de diversas curvas espirales, unos más altos que otros; imposibles de ver por completo sin que el sol te deslumbrase de nuevo. Bajo sus pies el arroyo formaba una pequeña cascada de no más de un metro, frente a ella una cascada aún más alta se alzaba entre rocas y ramas disparejas con hojas tornasol entre ellas. Mei Li descendió procurando no resbalar, un río estrecho y serpenteante se extendía a ambos lados, ella estaba sorprendida por lo que veía.
El cantar de los pájaros se alternaban como si estuviesen organizados, unos eran más agudos que otros, todo le pareció extraño en absoluto, los árboles, las rocas, el olor, todo era nuevo. Una parvada de aves voló sobre su cabeza, las sombras se reflejaron en el cuerpo azul-verdoso del río, se detuvieron sobre las ramas; el cuerpo estaba lleno de pelaje blanco, y la cola era parecida a la de un león. La impresión de Mei Li se intensificó a tal grado que pensó estaba muerta y se encontraba en algún paraíso celestial.
Mei Li caminó entre la suave corriente, poco a poco el agua fue subiendo hasta llegarle al cuello, sentía frío.
Algunos peces cristalinos rosaban su piel, avanzaba al compás del río, miraba a todo lo que le rodeaba, definitivamente no podía ser real, sin embargo ahí estaba, sola, en medio de un lugar desconocido. De repente sintió que algo le tiró del vestido, intentó ver pero el agua no lo permitía, de nuevo jalaron de su atuendo, sentía que algo nadaba a su alrededor, en unos segundos fue jalada al fondo del río, esa criatura que le había capturado nada con mucha velocidad, Mei Li intentaba agarrar algo para detenerse, pero todo se le resvalaba de las manos, miró entonces a quien le capturó, era una especie de sirena con escamas sobre la cabeza y con la mitad del cuerpo de serpiente.
Mei Li intentó safarse de las garras de esa horrorosa criatura color rojizo con negro, logró coger una rama que se sumergía entre la corriente, advirtió que alguien se acercaba en una barca pequeña.
—¡Ayuda!—gritó Mei Li mientras se sostenía firmemente, aquella criatura intentaba llevarla de nuevo.
Quien navegaba comenzó a remar con más velocidad para acercarse, era un joven de quizás veinticinco años, era la única esperanza de Mei Li.
—¡Por fabor!—gritó ella, sentía que no podía soportar más.
El muchacho de rubia cabellera de inmediato cogió una lanza que llevaba en su barca, miró a su alrededor, la criatura había dejado a Mei Li, ella igual observaba en derredor, de repente la barca fue sacudida y el joven cayó al río, soltó la lanza, la localizó dentro de la corriente y comenzó a nadar hacia ella pero la criatura lo tomó llevándolo a la superficie, el muchacho se sacudía entre los largos brazos que le sostenían, la corriente del río los arrastraba, pasó cerca de Mei Li. Ella lo cogío de la capucha. Él tosío por la presión en el cuello, pateó a la criatura, miró sobre su cabeza, habían ramas algo gruesa, se estiró hasta alcanzar una, la quebró y en cuanto la criatura se lanzó sobre ellos él le clavó la rama en el ojo izquierdo, la criatura emitió un sonido agudo y alto.
Mei Li soltó al muchacho.
Él comenzó a nadar en dirección opuesta ala corriente.
La criatura lo siguió, estaba furiosa, el joven logró ver la lanza atorada entre algunas rocas, la presión del río no le permitía avanzar rápido sentía que en cualquier momento esa bestía lo tomaría de nuevo. Mei li logró subir a la rama que colgaba desde un árbol grueso en la orilla, buscaba a quien le había ayudado, pero sólo veía un pequeño remolino entre la corriente, poco a poco del río emergió una mancha negra que cubrió gran parte del agua y que fue llevada por la misma, la respiración de Mei Li estaba agitada, no veía al muchacho, a pesar de no conocerlo estaba preocupada por él… el joven salió de un golpe el río lo llevaba hacia la cascada colosal en la que terminaba.
—¡Dame la mano!—gritó Mei Li al bajar de nuevo, el joven apenas lograba nadar, hasta que, con todas sus fuerzas tomó la mano de Mei Li, subió a la rama, comenzó a toser, había tragado demasiada agua y sangre de aquella criatura que ahora yacía entre la correinte furiosa.
—Gracias—dijo el joven con voz apretada.
—Yo estoy agradecida, me has salvado de esa…
—Nagá. Esa era una nagá, las espirituales son las más salvajes—él la miró, Mei Li vio en los ojos de aquel muchacho un singular color violeta con machas azul brillante, unos ojos emblemáticos y fantásticos.
—Gracias—ella extendió su mano, él la estrechó con educación— soy Mei Li—esbozó una amable sonrisa.
—Bladd Emir—respondió él, para el muchacho aquella joven era también algo novedoso, sus ragos faciales eran diferentes, la piel blanca y los ojos pequeños lo capturaron de una extraña manera—volveré a la aldea, ahí puedes descansar—ofreció Bladd Emir con amabilidad.
Mei Li sugirió que le guiara así que Bladd Emir tomó la delantera, comenzaron a subir por el árbol de grandes ramas, el sonido del río y las aves los tranquilizaba, era relajante despues de lo sucedido.
—¿Qué lugar es este?—preguntó Mei Li cuando se encontraron en tierra.
—Es Eldheven, ahora mismo caminamos por el sur—respondió el sin mirarle.—la aldea a la que vamos está en el suroeste, pero llegaremos en un par de horas, o quizás más, siempre y cuando no encontremos otra nagá—comentó en broma, Mei Li sonrió.
Mei Li observó que Bladd Emir llevaba ambos brazos cubiertos con un vendaje gris empapado por el agua, sólo lograban ver las puntas de los dedos, le dio curiosidad y no pudo evitar preguntar acerca de ello.
—¿Para que son los vendajes?—preguntó al caminar por detrás de Bladd Emir.
—Protección—respondió en seco—… son sólo protección, soy cazador, y me he arrepentido de no llevarlos antes—agregó para que no se notase que evadía el tema.
Caminaron al menos una hora, hasta que se toparon con un árbol de hojas increiblemente enormes, tan grandes como una lancha, Bladd Emir cortó una de esas hojas y la colocó sobre el río.
—Con esto llegaremos pronto a Narayan—subió a la hoja—suba, es segura— dijo extendiendo su mano hacia Mei Li, ella obedeció.
Con ayuda de una rama alargada cortada del mismo árbol, Bladd Emir comenzó a remar, le fue posible por el hongo adherido a la rama, de lo contrario hubiese tenido que avanzar con los brazos. El camino hacia Narayan fue más largo de lo que Mei Li hubiese esperado, imaginó entonces el tiempo que hubieran tardado sin aquella lancha provisional.
Despues de mucho tiempo, a lo lejos comenzó a levantarse un río más estrecho, en cuanto entraron en el, Mei Li vio escaleras talladas en piedras con algo de musgo en la grietas, había llegado a Narayan, el sonido de los animales no se dejaban de escuchar, Bladd Emir se detuvo en una de tantas escaleras que iban desde el fondo del río hasta lo alto de la montaña.
—Hemos llegado—anunció al detenerse.
Ayudó a Mei Li a salir de la lancha, entonces le siguió, subieron la estrecha escalera empinada, ella se sostenía con las rocas a su derecha para no tamabalearse. Pronto vio esa aldea hecha de rocas talladas entre las altas raíces de los árboles, las calles eran alumbradas por la luz del sol y las hojas hacían parecer que el sendero estaba cubierto de manchas oscuras, había muchas personas, era una aldea grande, era la maravillosa aldea de Narayan.
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