Pared, pared, puerta, pared, pared y techo.
Hipócritas y ejemplos vivientes del capricho del azar, dentro de una pantalla que verdaderamente nadie ve.
Libros, repetidos, sin gracia alguna, sin emoción.
No le encuentro el sentido a nada, solo paredes, todo insignificante.
Media vuelta, manta y a soñar, ahí, nadie me podrá molestar.
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