Más rápida que una chita,
más fugaz que una estrella,
pasan las horas pero,
¿quién está pendiente de ellas?
Era la vuelta 26718,
cuando en la pista de carreras
el reloj corría como un atleta,
hasta que atisba dos vacías maletas.
Como si le sacaran la batería,
se detiene sin previo aviso.
Se da cuenta que es el llamado
para encontrar al paraíso.
A sus labores debe volver
como el atleta que dice ser,
por lo que sin meditar
se las amarra los pies.
El minutero vuelve a bailar,
los números a festejar,
mientras que las maletas
se perciben confundidas e inquietas.
Tictac canta el reloj,
mientras les explica
que quiso llevárselas consigo
para que se llenaran en el camino.
Era la vuelta 26718,
cuando dos simples maletas
se le atravesaron sin razón.
Pero aún más increíble,
es que se pudieron llenar de ilusión,
y que por una efímera coincidencia,
el tiempo unió su corazón.
Las vueltas son eternas:
es algo que ignoran las maletas.
Lo cierto es que al fin,
correrán juntas hasta la meta.
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