A fin de cuentas, siempre hay que hacer balances sobre lo que pesa más

A fin de cuentas, siempre hay que hacer balances sobre lo que pesa más

Yanara

01/07/2020

Cuando cerramos alguna etapa de nuestras vidas, solemos hacer balances. Hacemos balances de nosotros, del mundo que nos rodea, de lo que aprendimos y las piedras con las que nos tropezamos. Pensamos si está bien llorar o no tener ganas de sonreír, entendemos que de los malos momentos aprendemos a valorar los buenos. Seguimos sin poder encontrar el rumbo cuando nos toca perder algunas cosas. Nos dicen que no nos aferremos, que nada dura para siempre, pero nos cuesta no hacerlo, porque queremos desesperadamente tener una razón para despertarnos al otro día. Queremos algo que nos haga volver a creer en nosotros, queremos a alguien que nos llene todos los espacios vacíos.

Todos sabemos lo que nos depara la vida, de cierta forma, pero nos encanta desafiarla, porque, aunque sepamos que nada es eterno, nos gusta creer que tenemos el poder del tiempo y el espacio, creemos poder cambiarle la fecha de caducidad a ciertas personas y momentos.

Pero tenemos el poder de volver eternidad a las circunstancias dentro de nuestra mente y nuestro corazón. Todo lo que vivimos siempre quedará guardado en algún rincón de nuestra alma.

De las cosas que más nos gusta aferrarnos a nosotros, los seres humanos,  es el amor. El amor significa darle el poder a alguien o a algo de rompernos en mil pedazos o guardarnos en una caja de cristal, con la esperanza de que elija la segunda opción. Pero también nos gusta la idea de permitirle a alguien amarnos, quereros y causarnos sonrisas, ayudarnos a levantar si nos derrumbamos. Nos gusta también que alguien pueda abrazarnos cuando no podemos más, que nos dé descanso cuando nos persigue el insomnio y nos genere paz donde sólo había tormentas. Queremos que le guste jugar con nosotros como niños, incluso si ya estamos grandes. Adoramos que alguien más nos vuelva eternos, teniendo la certeza de que no existe el mañana.

El amor es tan buen jugador que siempre gana. Aunque te tire al piso, te revuelque en lo peor de vos mismo, te rompa en llanto, aunque a veces sólo sepas llorar y deposites tu confianza en gente que sólo está hecha de agujeros, que incluso pueden prometerte el mundo y no saben ni bajarte una estrella. Personas que justo en ese momento donde más necesitas del amor, sólo te den migajas del mismo, sufrimiento y desilusiones. A pesar de todo esto, siempre vamos a seguir eligiendo amar.

Aunque en la vida nos hayamos decepcionado tanto, nunca podemos permitirnos dejar de soñar y pisotearlos porque otros no los supieron cuidar.

Nosotros más que nadie los tenemos que refugiar y prometernos jamás olvidarlos, porque, aunque el cielo esté nublado, el sol no deja de estar.

Desearle lo mejor a quienes nos hicieron daño, nos hace diferentes al resto.  Esto se debe a que maduramos, entendimos y afrontamos que el camino siempre está por delante. No importa lo que lloremos ni cuán profundo nos hundamos, siempre nos quedará la experiencia y restará volvernos a levantar.

Cuántas veces creímos que quienes nos dejaron al costado del camino lo hicieron porque éramos poca cosa, sin darnos cuenta que les quedamos demasiado grandes.

    La verdadera pregunta está en dejar ir lo que amamos o atarlo a nosotros para siempre. Si dejamos ir, nos dicen que no merecemos lo que queremos porque ¿qué tonto deja ir algo que ama?, pero yo te digo «¿qué tonto ataría a alguien que no lo ama?» 

    URL de esta publicación:

    OPINIONES Y COMENTARIOS