Libro 1: Historias del reino de Güíldnah (4)

Libro 1: Historias del reino de Güíldnah (4)

“El pavo real enamorado”

Ésta es una de las historias que recolecta personalmente el bufón, el primer día que visitó al gitano mayor.

CAPÍTULO I

Habita en el bosque Piim-Asud, un grupo mediano de pavos reales. Entre ellos se encuentra uno joven, llamado Aleksei. Muy conocido por todos: amable, social y atento. Para él, lo que le interesa fuertemente es el mundo alejado de Pi-Ud.

Siempre se pasea por las orillas del bosque, observando los alrededores; contemplando la pradera verde y los otros bosques más alejados, preguntándose qué hay más allá del horizonte.

Un día, Aleksei descubre a un grupo de personas que ha llegado a establecerse a varios metros lejos de la arboleda y cerca del rio Ódnirlk. Con ayuda de otras gentes, ocupan los días siguientes para construir una cabaña grande, hecha de piedras grises y madera; protegida con un vallado alto de zarzo.

Observa atentamente como trabajan arduamente los humanos.

Pasan dos semanas y media, para que las personas terminen de construir su nuevo hogar.

Más tarde, el joven pavo real oye de un gitano visitante, que los nuevos vecinos son campesinos que se mudaron para probar mejor suerte. En su antigua localidad, la tierra no era muy fértil para cultivar.

Interesado por saber la vida de aquellos humanos, Aleksei empieza a observar atentamente la rutina diaria de los granjeros. Desde que sale el sol, hasta que se retiran a dormir.

En una ocasión, la atención del pavo real es atraída por la joven hija del granjero; quien tiene diecinueve años, y cuyo nombre es Dagna. Ella tiene el cabello ondulado y un poco largo, de color rubio claro. Sus ojos, son de color castaño oscuro.

El pavo real se sorprende por la belleza de la joven, enamorándose de ella.

Por varios días, observa su rutina diaria: plantando el huerto, dándole de comer a los animales o simplemente paseando por la pradera.

«Debo intentar conocerla», se dice el ave a sí misma en una mañana temprana.

Decidido a acercarse a Dagna, el pavo real visita al rey del bosque, Kirill; quien se encuentra relajándose a las orillas del rio Ulrron, sentado en un tronco caído. El clima, es espléndido para un día libre de las preocupaciones de la realeza.

Aleksei sale de entre la arboleda y unos arbustos, justo al lado tronco donde se ha sentado el rey, que ahora tiene veintisiete años.

―Buenas tardes su majestad ―saluda el pavo real alegremente.

―Hola Aleksei ―contesta Kirill―, ¿cómo has estado?

―Bien su majestad. Gracias por preguntar.

―¿Has venido a beber un poco de agua o a bañarte?

―En realidad, quería pedirle un favor, gran rey ―responde el ave.

―Te escucho ―expresa él, agachándose para poner más atención a las palabras del pavo real.

―Quisiera que me transformara en un humano.

―¿Con que propósito?

―Sucede que me he enamorado de una campesina humana que…

El monarca del bosque lo interrumpe de golpe.

―¡¿Amor hacia otra especie?! ¡¿No has escuchado de la historia de Piet y Tuli?!

―Sí, la he escuchado; pero mi situación no es la misma.

―Eso es lo tú crees ―asevera Kirill con tono de enfado―. Lo siento Aleksei; la respuesta es un rotundo no. Sera mejor que saques esa idea de tu cabeza.

Regresa al bosque a ocupar tus pensamientos en otros asuntos.

El pavo real se aleja tristemente, regresando al mar de árboles.

No se ha alejado mucho, cuando escucha la voz de la reina ninfa atrás de él.

―Aleksei. Ven, sígueme ―dice en voz baja la reina Zelinda, quien se esconde atrás de unos árboles.

Él así lo hace, hasta que ambos personajes llegan a una piedra grande, donde Zelinda se sienta. Esperando en el mismo lugar, se encuentra su hija, la princesa Idaira, quien se queda de pie al lado de su madre.

Ella aún tiene la edad de trece años.

―Entonces, quieres conocer a alguien, ¿no? ―indaga Zelinda con una leve sonrisa.

―Se trata de la hija del campesino, que se acaba de asentar al lado del rio vecino.

―¿Qué tanto deseas estar con ella?

―Mi dulce majestad. Hasta el momento solo he podido apreciar sus rasgos físicos: su cabello brillante y esa cara celestial. Necesito conocerla personalmente, para saber si es la indicada para mí.

―Creía que explorar todo el territorio de Ítkelor, era tu mayor interés ―comenta Idaira.

Todavía lo sigue siendo; antes, quisiera conocer a la hermosa campesina ―asegura Aleksei entre suspiros.

La reina lo piensa por unos momentos.

―Es muy inesperado éste suceso ―opina la reina.

―En realidad, también estoy sorprendido; pero el amor siempre es impredecible, ¿no es así su majestad? ―insinúa Aleksei, mirando de reojo a la ninfa.

Ella solo sonríe, bajando la mirada por solo unos segundos.

―Solo se tiene que estar atento y así encontrar el correspondido ―añade Zelinda.

―¿Vas a pedirle su mano en matrimonio? ―pregunta Idaira con emoción.

―Sería muy apresurado. Primero tendríamos un tiempo de noviazgo.

―Quiero ayudarte, pero hay una mala noticia ―informa pesarosamente la reina―. Recuerda que muy poca gente de fuera del bosque, puede oír o ver la magia del bosque Piim-Asud; a excepción de la comunidad gitana del bosque de Güíldnah y “Los Guerreros del Este” ―Zelinda hace una pausa―. Es muy poco probable, que esa gente pueda ver la magia de aquí. Si te les presentas, solo te verán como una simple ave.

Aleksei baja la mirada desilusionado.

―Lo siento amigo ―dice la princesa con aire triste.

Unos segundos de silencio pasan.

La reina parece estar muy pensativa, mirando al lado.

―Hay una posible solución ―intuye Zelinda.

El pavo real alza la mirada nuevamente.

―Hay un hechizo especial que hace muchos años no he realizado… aun así, lo recuerdo a la perfección ―hace memoria ella, sin quitar la mirada al mismo sitio―; en realidad, el objetivo del conjuro es transformar un humano en un animal; pero sé cómo realizarlo a la inversa.

―No me has enseñado ese hechizo.

―Es porque lo he utilizado muy pocas veces ―le aclara la reina a su hija―. Más tarde, con calma, te lo enseñaré paso a paso.

―¿Funcionará? ―pregunta Aleksei.

―Estoy muy convencida de que sí lo hará. Es uno de los escasos encantamientos que afecta a todo humano por igual; creyente en la magia o no. Todos podrán verte en tu forma humana.

―Bien su majestad, cuando guste ―dice Aleksei con seriedad.

―Hay varias condiciones que tienes que cumplir ―le advierte la reina del bosque. La regla principal es que solo serás humano de día, empezando cuando el sol salga completamente por el Este; unos minutos después de que se oculte en el horizonte, volverás a tu forma de ave. El hechizo solo durará tres semanas. Si tu amor es correspondido y acepta tu forma original de pavo real, serás humano el resto de tus días; si no lo es, regresarás a tu vida acostumbrada de ave.

―Acepto las condiciones; peor sería no intentarlo.

―En eso tienes razón ―coincide la reina al levantarse de la gran roca―. ¿Listo?

―Sí. Estoy listo ―responde Aleksei preparándose para el gran momento, cerrando los ojos y bajando su cabeza.

Ella empieza a conjurar el encantamiento, en un idioma inentendible. Cierra sus ojos y mueve sus manos en todas direcciones

Una nube de polvo fino color magenta claro, empieza a envolver a Aleksei. La polvareda va creciendo poco a poco, hasta medir el metro con setenta centímetros.

Unos segundos después, el polvillo se disipa, dejando al descubierto a un apuesto joven de diecinueve años; de pelo lacio, corto y negro. Su rostro tiene forma de diamante. No tiene bigote o barba. Lleva puesto ropa de aventurero: camisa de manga larga azul cielo muy claro, pantalones holgados, color azul muy oscuro, los cuales se meten debajo de un par de cubre botas altas de cuero oscuro. Arriba de la camisa, usa un chaleco largo cerrado, con cuello en “V”, de color azul iridiscente, acompañado de un cinturón de color café oscuro con hebilla de plata. Porta en la cabeza, un sombrero estilo Robín Hood mediano, color azul oscuro; decorado con varias plumas de copete de pavo real. El último accesorio que compone el conjunto, es una capa larga sin capucha, hecho de terciopelo y de color café oscuro por dentro; con un diseño colorido de cola de pavo real por afuera.

―Muy increíble su magia, majestad ―menciona Aleksei, mientras examina lo que puede ver.

―Déjame ayudarte ―le dice Idaira.

La princesa se dirige a un árbol cercano, atrás de ella. Recoge una rama corta caída, y en un santiamén la convierte en un espejo de mano, entregándoselo a Aleksei.

Ahora él puede ver mejor su apariencia.

―Listo. Ahora podrás conocer a esa joven.

―Tiene razón princesa, sin embargo… ―ahora él se dirige con Zelinda―; su majestad, ¿no cree que el gorro y el diseño de la capa son muy estrafalarios?

―Del sombrero no creo; si crees que la capa es demasiado llamativa, solo tienes que voltearla; así el color café será el visible ―le sugiere la monarca.

―Le agradezco enormemente la oportunidad que me da su majestad ―dice Aleksei con una reverencia, para después voltear la capa, para que el diseño colorido quede oculto.

―Solo recuerda las condiciones que te he dado. Te deseo la mejor de las suertes, joven pavo real.

Dicho esto, Aleksei se dirige a la cabaña del granjero.

Segundos después, el rey aparece detrás de su esposa e hija.

―Querida, ¿qué ha pasado? Las he estado esperando desde hace tiempo.

―Nada. Nos acabamos de encontrar con Aleksei, el pavo real ―informa Idaira.

―¡Oh! ¡Cielos! ―exclama el rey, llevándose una mano a la frente y cerrando los ojos por un instante―. ¿Cumpliste su petición?, ¿lo convertiste en humano?

―Utilice un hechizo antiguo, solo será humano por tres semanas y solo de día ―aclara ella―. Me parece que sus intenciones son inocentes. El interés profundo de Aleksei, no es el amor.

―¿Qué hay de la campesina y su familia?, ¿no te preocupas de ellos? ―indaga el rey, todavía inquieto.

―Despreocúpate, esposo mío. Si la hija no acepta el amor de Aleksei, ella y su familia olvidarán todo sobre él al día siguiente.

Ahora regresemos a nuestro descanso familiar.

CAPÍTULO II

Aleksei no se tarda en llegar al lado del huerto cercado, muy cerca del hogar de la joven campesina. Hay varios trabajadores por todas partes: arando la tierra o cosechando las verduras, entre otras actividades.

En esos momentos, Dagna sale de la cabaña para dirigirse con los animales de granja. Inmediatamente, se da cuenta que se aproxima un extraño.

Espera en la puerta del vallado de madera, hasta que el visitante llega con ella.

―Buenos días ―saluda Aleksei, quitándose su sombrero.

―Buenos… días ―responde la joven, extrañada por la visita inesperada, segundos después formula una pregunta―; ¿se encuentra bien?

Aleksei, confundido, responde con otra pregunta.

―¿Por qué no he de estarlo?

―No trae consigo su caballo de viaje. ¿Le acaban de asaltar?

En esos momentos, Aleksei recuerda las pláticas que ha tenido con los gitanos y algunos animales del bosque, acerca de los habitantes de los reinos y pueblecillos.

La mayoría se transporta sobre caballos de viaje; con más razón los nobles. Dada las ropas que ahora posee, es imprescindible que tuviera uno.

Por suerte, Aleksei piensa rápidamente en una respuesta.

―Emm… desafortunadamente… así pasó. Salí del reino del Norte, para visitar a unos amigos en el reino del Oeste. A medio camino, unos bandidos salieron del bosque y me lo quitaron. También me despojaron de todas mis monedas.

―¿Cómo salió con vida? ―inquiere ella.

―Bueno… cuando revisaban las alforjas de mi caballo, corrí lo más rápido que pude, adentrándome en el bosque. Los perdí de vista rápidamente.

―¿Y no tiene alguna espada o daga?

―Por desgracia, deje la daga en mi vivienda. No esperaba que me pasara de día.

―Espere unos momentos.

La joven campesina se mete nuevamente a su casa; momentos después, sale con un pequeño tarro y pan. La acompaña su madre.

―Mi hija me acaba de contar lo que le ha pasado. Es muy afortunado de seguir con vida. En ese bosque viven unos ladrones muy peligrosos.

Acepte esta poca de perada y una hogaza de pan.

―Muchas gracias por su atención ―agradece Aleksei, tomando los regalos.

―No hay problema ―menciona la joven campesina

―Aleksei, mi nombre es Aleksei ―aclara el desconocido.

Justo en esos momentos aparece el padre; quien se había retirado unos momentos antes, dirigiéndose hacia atrás de la casa. Lo acompaña otro muchacho, que trae consigo un caballo de viaje color blanco, con su silla de montar y unas riendas.

―Sí que ha tenido un mal día ―comenta el granjero―. Le obsequio uno de nuestros caballos, así podrá llegar a su destino más rápidamente.

El granjero abre la puerta del vallado, para que pueda salir el equino.

―Muchas gracias señor. Pronto se lo repondré ―menciona Aleksei, tomando las riendas del caballo.

―Fue un placer ayudarle joven Aleksei. Ahora tenga más cuidado y siempre lleve consigo su daga. Esos ladrones atacan a cualquier hora ―le recuerda la esposa del granjero.

Antes de irse, el joven devuelve el tarro de metal.

Caminando un poco y despidiéndose de la familia de campesinos, Aleksei monta el caballo y empieza a cabalgar. Un poco trabajoso al principio. Ya conoce la teoría de cómo dar órdenes a un caballo con las riendas, dominándolo en poco tiempo.

Aprovecha el resto del día para visitar la ciudad de Güíldnah, y unos cuantos caminos del mismo reino.

Cuando el sol se empieza a ocultar, se dirige al bosque Pi-Ud, entrando por la sección Estenordeste. Deja al caballo atado a un árbol cercano al riachuelo; el que conecta el estanque Áglod con el rio Ulrron.

A la hora que había indicado la reina, el hechizo de Aleksei deja de surtir efecto y vuelve a su forma de pavo real. Se reúne con sus familiares y amigos, para dormir.

En la madrugada siguiente, antes de que saliera el sol por el horizonte, Aleksei se dirige a un punto solitario para que nadie vea su transformación. En pocos minutos, los primeros rayos del gran astro salen completamente, convirtiendo al pavo real en humano.

Ya en su nueva forma, va a visitar a los hechiceros del bosque, pidiéndoles una daga y algo de monedas prestadas; por suerte Bárem y Sibisse tienen un par de armas de sobra y algo de dinero ahorrado. Se compromete a regresarles el estilete y las monedas lo más pronto posible. Ellos le dicen que no hay problema; le regalan todo.

Encontrándose con su caballo de viaje, visita por segunda vez a los campesinos.

Una vez más, se encuentra con la hija del granjero; cuidando a los gansos de la familia, en un corral grande, ubicado del lado izquierdo de la casa.

―Hola, buenos días ―saluda Aleksei desde el caballo de viaje.

―Hola señor Aleksei.

―Por favor, llámame solo Aleksei; así no me siento tan viejo. Ayer me fui muy apresurado y no pregunte por tu nombre, ¿cuál es?

―Dagna

―Bonito nombre

Aleksei baja de su caballo, recargándose en el alto vallado de zarzo.

―Quisiera comprar el caballo de tu padre. Pensaba regresárselos; sin embargo, creo que se ha encariñado conmigo.

―No creo que haya problema. Mi padre tiene varios.

―¿Crees que con esto será suficiente? ―pregunta Aleksei, entregándole una pequeña bolsa de tela amarrada con un hilo.

Dagna la abre, vaciando el contenido en su mano. Cuenta tranquilamente las monedas.

―Sí. Es lo suficiente por el caballo. Gracias.

―No, gracias a ti.

―¿Ahora a donde se dirige?

―Me dirigía a revisar algunas tierras mías. Antes quería pasar y darles las gracias.

Ella lo invita a pasar al interior de la cabaña, junto con su familia. Nuevamente, la esposa del granjero le invita un pequeño tentempié de quesos y sidra. Aleksei les agradece a los granjeros por la atención dada, para después tener una corta plática con Dagna.

En poco tiempo, toda la familia se despide de él.

Así comienza su relación de amigos: Aleksei siempre visita a Dagna en la mañana, retirándose en las primeras horas de la tarde. El resto del día pasea por los parajes de Ítkelor: los pueblecillos, praderas, bosques y un tanto del reino del Oeste.

CAPÍTULO III

A la segunda semana, empieza a quedarse más tiempo del día con la campesina, para conocerla mejor.

Comenzando la tercera semana, se da cuenta de que su afección por ella ha disminuido, por varias razones.

Le ha narrado historias fantásticas del místico bosque Piim-Asud, pero no le cree ni una palabra.

Se da cuenta que Dagna es interesada y superficial. La mayoría del tiempo, la campesina le pregunta por su fortuna y tierras; además, siempre quiere recibir un regalo, cada vez que la vaya a visitar.

Por último, descubre que no es muy aseada.

La noche del tercer día, antes de que acabara la semana, Aleksei se reúne con los reyes principales del bosque.

El escenario es el claro real, donde los monarcas se encuentran en sus tronos de ramas. Idaira ya se ha ido a dormir.

Aleksei le pide a Zelinda que remueva el encantamiento, alegando que se ha dado cuenta de que Dagna no es su pareja ideal; sumando que no le agrada la forma de vida humana.

―Lo siento. No puedo hacer nada ―responde la reina seriamente―; solo resta esperar y ver qué sucede.

―¿Qué pasará si ella me acepta? Me quedaré como humano, situación que no me agrada pensar; aparte de vivir al lado de ella ―reprocha Aleksei preocupado―; simplemente, ¿no puedo desaparecer de su vida?, ¿ya no verla nunca más?

―¿Sin esperar su respuesta? Esa no una opción disponible ―aclara la reina―; si lo haces, igual te quedarás con la apariencia de humano para siempre.

―Tal vez estás adelantando conclusiones, podrías darle otra oportunidad al menos ―comenta el rey del bosque.

―Ya le he dado varias, su majestad ―replica Aleksei―. Simplemente no es mi amor ideal.

―No hay nada que yo pueda hacer Aleksei ―asevera la reina.

El pavo real voltea con Kirill.

―No me mires a mí ―comenta el rey, alzando las manos y mostrando las palmas―. No puedo interferir con los hechizos de mi esposa, una vez que los ha realizado.

―Gracias sus majestades ―agradece el pavo real tristemente, retirándose a descansar.

A la mañana siguiente, él y la campesina pasan la tarde con pláticas, recostados en la pradera; no muy lejos de la granja.

A la hora acostumbrada, Aleksei se despide de Dagna; invitándole al final.

―¿Mañana podrías acompañarme cerca del bosque cercano, en la noche? Necesito decirte algo importante.

―Si es muy importante, con gusto te acompañaré.

―¿No te da miedo?

―¿De qué? El bosque es demasiado tranquilo para imaginar que hay creaturas salvajes ahí. Los chismes que me has dicho, ya los había escuchado antes; son solo mentiras. Y si te refieres a bandidos o ladrones, es muy poco probable que haya alguno.

―En ese caso, hasta mañana.

―Hasta mañana, Aleksei.

En el día que termina el efecto del encantamiento, el pavo real pasa la mayoría del tiempo visitando los paisajes de Ítkelor; en especial, el reino del Oeste.

En la tarde, da un recorrido rápido en el reino del Norte; luego, se dirige a la granja

Está tan preocupado, que no se da cuenta que alguien lo sigue de lejos.

Al llegar con la hija del campesino, ella lo recibe con mucha felicidad. Pasan horas de convivencia y cariños; esto último, únicamente por parte de Dagna.

Justamente cuando el sol empieza a ocultarse en el horizonte, ella acompaña a Aleksei a escasos metros de la orilla de Pi-Ud.

―Dagna, ¿aún no crees en la magia del bosque? ―indaga él con aire triste.

―No, aún no. En el tiempo que hemos estado aquí, no he escuchado o visto nada inusual.

Aleksei se queda pensativo unos momentos, viendo el lento comienzo de la noche. Pensamientos pesimistas empiezan a llegar a su mente.

Toma aire y le menciona a la campesina.

Debo serte sincero.

―¿Ocurre algo malo? ―pregunta Dagna, preocupada.

―No soy humano. Soy un pavo real que vive en el bosque.

Ella no dice nada.

―Cuando te vi por primera vez, me enamoré de tu cabello y tu cara. Le pedí a la reina ninfa que me ayudara; ella conjuró un hechizo para darme forma humana. Desafortunadamente, el amor se ha apagado.

Hay otros momentos de silencio.

―Si no me amas, no tienes que inventar una historia tan tonta como esa ―dice ella seriamente.

―Solo velo por ti misma ―dice Aleksei, alejándose de Dagna por un par de metros.

El sol ya se ha ocultado en el horizonte, dando los últimos momentos de luz.

―Si tú lo dices ―comenta Dagna cruzando sus brazos.

Habiendo transcurrido los minutos necesarios, el hechizo de transformación empieza.

La nube de polvo color magenta claro vuelve a aparecer, envolviendo al joven; segundos después, la nube desaparece, mostrando a un pavo real. Todo el tiempo, él mantiene los párpados cerrados.

CAPÍTULO IV

―Esta es mi verdadera forma. Ahora, ¿qué dices Dagna? ―pregunta Aleksei, mientras abre los ojos.

Lo siguiente que ocurre, es una sorpresa para él.

Dagna ya se encuentra de camino a su casa.

Al momento de ver el humo magenta, la joven campesina salió corriendo a toda prisa, dando gritos a causa del susto que se ha llevado. Llegando a su casa, narra con mucha dificultad lo que ha pasado. Sus padres la tranquilizan, diciéndole que lo ha imaginado todo. Toda la familia se va a la cama, tratando de olvidar el suceso repentino.

Aleksei se queda unos momentos en la orilla del bosque.

Por un breve tiempo siente tristeza; seguido de una abundante felicidad, que llena su corazón. Ya puede volver a su vida habitual.

Un grupo de hadas y algunas luciérnagas se acercan, ya que han escuchado los gritos de la joven; otorgando una luz intensa de color amarillo alrededor del ave.

―¿Qué ha pasado? ―preguntan unas hadas medio dormidas.

―¿Quién hace escandalo a éstas horas? ―indagan las luciérnagas.

―Una humana. Yo estaba en medio de mi paseo nocturno, cuando una campesina se acercó. Lo más seguro, me habrá confundido con un animal salvaje o un monstruo, por eso se asustó y salió corriendo.

Aclarado el alboroto, todos se dan media vuelta para regresar a sus hogares.

En ese instante, escuchan una voz atrás de ellos.

―Espera, por favor.

Todos se detienen, dando media vuelta.

De atrás de unos árboles, sale una joven gitana de dieciocho años, de pelo largo, lacio,color castaño oscuro. Sus ojos son almendrados y de color azul claro. Trae puesto un largo pañuelo a manera de diadema, además de muchas alhajas: un par de aretes, varios brazaletes, collares y anillos. Lleva puesto un vestido largo, de mangas cortas y escote de hombros caídos. La parte superior del vestido (de la cintura para arriba) es de color negro, mientras que la falda es roja con una franja grande negra en medio; la cual, está adornada con imágenes bordadas de rosas blancas abiertas. En la cintura, tiene un fajín negro delgado, bordado con las mismas flores blancas. Sus zapatos simples, también son negros.

―¿De verdad, así es tu aspecto original? ―pregunta la joven.

―Sí. Soy un pavo real que vive en el bosque.

Ella se sienta en el pasto, justo al frente del ave.

―¿Puedes… convertirte en humano otra vez?

—¿Humano? —se preguntan las hadas y luciérnagas, en voz baja.

―No, no puedo. Era un hechizo temporal. ¿Oíste todo?

―Escuche la confesión que le dijiste a la campesina.

Todo el tiempo, la romaní observa atentamente al ave y a las hadas; quienes vuelan en el aire, gracias a sus alas de mariposa y de libélula.

―¿Ustedes son las hadas de las flores? ―les pregunta ella.

―Sí… somos hadas de las rosas ―responden un par de ellas, extrañadas por la indagación.

Esto también confunde al ave, quien le pregunta a la joven.

―¿Por qué nos vez de esa forma?

―Pues… es la primera vez que veo a las hadas del bosque, y a un ave que puede hablar.

―¿No perteneces al campamento gitano, que habita en el bosque de Güíldnah? ―inquiere una luciérnaga.

―Sí, lo soy; pero mi familia, es una de las pocas que no cree en las historias del líder; pero me gusta mucho escucharlas.

―Entonces, bienvenida al bosque; es una lástima que ya es tarde ―señala un hada.

―¿Por qué estás aquí? ―pregunta otra.

―Desde hace dos semanas y media, me di cuenta que un joven, muy guapo, recorría seguidamente el camino de nuestro bosque, hacia el reino. La primera vez que lo vi, fue amor a primera vista ―comenta sonrojada la joven, mirando el suelo―. Lo admiraba detenidamente cada vez que lo veía pasar. Nunca se quedaba en la ciudad. Siempre salía hacia el Sur en la tarde; al salir del bosque, subía al Norte. Eso me pareció extraño, ya que no hay pueblos o viviendas por aquí; salvo los granjeros que se acaban de mudar ―realiza una breve pausa―; después… pensé en el bosque Pi-Ud.

―Empezaste a creer en las historias fantásticas ―sospecha Aleksei.

Tenía mis dudas, así que hoy decidí seguir a ese hombre, lo que me ha llevado hasta aquí.

―Lamento decepcionarte.

―Danitza, me llamo Danitza ―termina la frase la gitana.

―Mi nombre es Aleksei ―responde el pavo real, con un poco más de ánimo.

―Bonito nombre. también eres hermoso, aunque no seas humano.

―Gracias ―expresa él, un poco sonrojado.

―Nunca había visto tan de cerca un pavo real. Tus colores y tus largas plumas me parecen fascinantes.

―Bueno, en realidad no has visto nada ―comenta Aleksei, dando unos pasos atrás.

En pocos segundos, despliega su majestuoso abanico de plumas. Una combinación de colores son mostrados: blancos, verdes y bronces, acompañados de miles de ojos azules. Las luces de las hadas y luciérnagas, ayudan a avivar los colores.

Danitza se queda maravillada por la fantástica imagen.

―¡Qué precioso! ―exclama ella.

―Muchas gracias ―dice Aleksei, a la par que relaja sus plumas y esconde el abanico.

―Dime Aleksei ―inquiere Danitza―, ¿cómo es la vida en el bosque?

El pavo real le platica todo acerca de sus amigos animales, los reyes y los hechiceros. Las diarias rutinas: buscar comida y beber del rio o de los riachuelos; sumando las convivencias de familiares o de amigos.

―Todo es muy tranquilo y lleno de vida ―indica Aleksei muy feliz―; mas, en lo personal, me gustaría conocer que hay más allá de esta pradera. Conocer todo el reino del Oeste y del Sur, además de tierras lejanas.

―¡Ese es el mismo deseo que yo tengo! ―exclama emocionada Danitza.

―Pensé que era el único con esos anhelos.

―Creo que es hora de despedirnos ―comenta un hada―, ya es muy tarde.

―Es cierto ―concuerda Aleksei―; tengo que reunirme con la reina y mi familia.

―Aguarda ―le pide la gitana al pavo real―. ¿No hay algo que pueda hacer para quedarme más tiempo contigo, y conocerte mejor?

―¿Quieres decir… que quieres ser mi pretendiente? ―pregunta el pavo real

No es nada común que una mujer lo diga, pero me parece que sí ―Danitza se queda pensativa unos segundos, terminando con una afirmación―. Aleksei… quiero ser tu pretendiente.

Las hadas dan un gran suspiro de felicidad.

―Sera mejor que visites a los reyes del bosque. Ellos te dirán que puedes hacer ―sugiere una de ellas.

―¡Buena idea! ―concuerda otra diminuta compañera―. ¡Síguenos!, ¡te enseñaremos el camino!

Para ir más aprisa, Danitza carga a Aleksei en sus brazos.

CAPÍTULO V

Las hadas guían a la gitana al claro real, donde los reyes y su hija esperan sentados en sus tronos. Seis antorchas largas alrededor del claro, iluminan el lugar; puede que las flamas sean pequeñas, sin embargo, aportan más luz de lo normal.

Danitza se acerca lentamente a los reyes, con el pavo real en los brazos. A varios metros enfrente de ellos, se detiene.

―Hola… buenas noches ―saluda Danitza con timidez.

―Buenas noches… ¿quién eres? ―pregunta Kirill.

―Soy Danitza, del campamento gitano de Güíldnah. Tengo… un asunto que… tratar con ustedes.

―Te escucharemos ―comenta Zelinda un tanto extrañada―, después de que resolvamos un asunto con Aleksei. ¿Podrías dejarlo con nosotros unos momentos? En un momento hablaremos. Espera al lado de los árboles.

Baja al pavo real y se dirige a una orilla del claro.

―¿Qué ocurrió Aleksei?, ¿qué contestó la campesina? ―pregunta la reina.

Nada ―responde felizmente el pavo real―. Me reuní con Dagna por la tarde. Traté de convencerle de la magia del bosque; como siempre, no me escuchó. Antes de que se ocultara el sol, le pedí que me acompañara a la orilla del bosque. Cuando vio mi transformación, corrió espantada hacia su casa.

―Intuía que eso iba a pasar ―menciona sonriente Zelinda.

―Ahora dinos, ¿qué hace esa gitana aquí? ―pregunta el rey señalando a Danitza.

―Nunca la había visto en el bosque ―comenta la princesa, mientras la observa.

―Bueno, ella dice que es la primera vez que conoce a las creaturas fantásticas del bosque, ya que antes dudaba de nuestra existencia.

―Ya veo ―dice la reina volteando a verla―. Llámala.

El pavo real se apresura a traer a la joven gitana, quien ejecuta una reverencia rápida; consejo que le dio él.

Danitza, ¿en qué podemos ayudarte? ―indaga Zelinda.

―Les quiero pedir su concentimiento, para ser la pretendiente de Aleksei.

Los reyes se quedan pensativos por unos momentos.

―¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ―pregunta Kirill.

―Me doy cuenta… y sé que es extraño. Apenas lo he conocido, mas percibo algo muy especial en él. No lo puedo explicar con palabras.

―¿No te atrae algún joven romaní del campamento? ―le pregunta Idaira.

No. En ninguno se ha repetido ésta afección que siento por Aleksei; ya sea en su forma humana o en pavo real. Quiero conocerlo mejor, y enamorarme más de él.

Kirill y Zelinda lo piensan por unos momentos.

—No veo el inconveniente, querido —le dice ella a su esposo—. No está pensando en comprometerse en matrimonio… todavía.

Sin más objeciones, la pareja real le dan la autorización a Danitza.

―¿Qué hay de tu familia? ―pregunta Aleksei―. No creo que acepten a un ave como tu pretendiente, especialmente si viene del bosque Pi-Ud.

―Hay una solución que puede arreglar eso, y a la vez podrás seguir con tu apariencia original ―interviene la reina―; ya sé que no quieres ser humano el resto de tus días —ahora se dirige con su esposo—. Querido, voy a necesitar de tu ayuda.

Él toma su llave mágica de hierro con la mano derecha, mientras sostiene la mano de su esposa con la izquierda. La ninfa dirige su mano libre hacia el pavo real. Una luz azul rey claro empieza a formarse arriba de los monarcas; a la par que un denso humo brillante, del mismo color, empieza a envolver al ave. Solo un minuto dura el hechizo, volviendo a la luz acostumbrada del claro real.

Tal parece que nada ha cambiado.

―Su majestad ―comenta Aleksei mientras ve sus alas―, ¿qué hizo? Me veo exactamente igual que antes.

―Ahora podrás convertirte en humano o ave; las veces que quieras, y por el tiempo que desees ―le explica Zelinda―. Pruébalo ahora mismo. Solo tienes que concentrarte en la forma humana que te di antes.

Obedeciendo y esperando buenos resultados, el pavo real cierra los ojos, enfocándose en su forma humana. Poco a poco, y rodeado por una luz tenue blanca, su cuerpo empieza a cambiar frente a la mirada de todos los presentes; segundos después, ya es el humano con las ropas finas y la capa llamativa.

―¡Aleksei! ¡Funcionó! ―expresa Danitza emocionada, a la par que lo abraza.

Aleksei le corresponde con otro abrazo.

Finalizando el festejo fugaz, la atención de él se enfoca en la cara de ella; que con la ayuda de sus ojos humanos, puede apreciar mejor.

―Increíble ―suspira Aleksei―; ahora puedo contemplar mejor tus ojos de zafiro. Son muy bellos.

Sin pensarlo dos veces, él besa a Danitza en los labios. La joven se sorprende los primeros instantes; para después cerrar los ojos, y empezar a disfrutar del momento.

Es el primer beso, que ambos han experimentado hasta ahora. Dura oficialmente unos segundos; mas para ellos, fue más tiempo.

Terminando la muestra de afecto, ambos se miran a los ojos por otros instantes.

Muy complacidos, la pareja voltea con los reyes, dándoles las gracias.

―Me alegra haberles ayudado ―les dice la reina, terminándole de explicar a Aleksei―. Para volver a tu forma de ave, tienes que enfocarte en tu apariencia original.

―Disculpe su majestad ―interviene Danitza, encaminándose a unos cuantos pasos hacia la monarca.

―Te escucho ―comenta ella.

La joven gitana se hinca, empezando a hablar con voz respetuosa.

—Quisiera pedirle un favor especial para mí. Perdone que parezca interesada. Siempre he querido vivir la experiencia de volar, como las aves de los cuentos que narra el gitano mayor. Me preguntaba si podía otorgarme ese don: el poder volar.

La reina mira al rey por unos segundos; quien solo sonríe.

―¿Qué ave te gusta más, Danitza? ―le pregunta Kirill.

La gitana voltea a verlo, respondiendo.

El mochuelo boreal, su majestad.

―Bien, ahora solo retrocede varios pasos atrás ―le ordena el rey―. ¿Lista querida? ―le pregunta a su esposa.

―Sí querido ―responde ella.

Los monarcas repiten el mismo procedimiento de antes; solo que ahora, la reina dirige su mano hacia la gitana.

―Intenta convertirte en una lechuza. Solo imagínate una con mucho detalle ―le instruye la reina al finalizar el conjuro―. Acabo de repetir el hechizo que hice con Aleksei, con la diferencia de que tú te podrás convertir en un mochuelo boreal. Piensa profundamente en tu forma humana, para regresar a la normalidad.

La joven gitana cierra los ojos, transformándose en pocos segundos en una lechuza café con blanco y unos ojos amarillos. Emocionada, ella alza vuelo rápidamente.

Los reyes se sorprenden cuando lo hace. Ellos presentían que tardaría más en aprender a volar.

Completado el breve vuelo, Danitza regresa al lado de Aleksei, volviendo a su forma humana.

―Fue un placer ayudarles ―comenta el rey.

―Nos veremos otro día ―se despide Idaira.

Así se despidieron los reyes y la princesa, empezando a retirarse a dormir.

―Nos veremos otro día, sus majestades ―se despide la joven pareja, ejecutando una reverencia.

Aleksei va entusiasmado con sus familiares, presentándoles a su nueva pareja y los poderes que ambos acaban de obtener. Hay un pequeño festejo, terminando con las horas de sueño diarias. Danitza se duerme, mientras se encuentra transformada en lechuza.

A la mañana siguiente, Dagna y su familia, olvidan todo recuerdo acerca de Aleksei

Empieza el tiempo de noviazgo entre Aleksei y Danitza.

En el primer día, los hechiceros del bosque les dan dos obsequios: un caballo de viaje; ya que habían comprado un par recientemente, y por el hecho de que el pavo real liberó al caballo que le compró a Dagna; el cual regresó a la granja. El otro obsequio fue para Aleksei, otorgándole una habilidad especial. Ahora puede volar más alto y por tiempo indefinido. Así, él puede volar a la par que Danitza, convertida en mochuelo boreal.

En una semana recorren la mayoría de Ítkelor. Siempre realizan sus viajes a la luz del día.

Exploran de diferentes maneras, las tierras de los tres reinos.

Ambos con sus formas de aves, surcando los cielos; Aleksei no se preocupa de que alguien lo vea volar muy alto, simplemente porque los pueblerinos verán a otra ave diferente. Otros días, Aleksei lo hace en su forma humana, montado a caballo; mientras que Danitza, transformada en lechuza blanca, vuela sobre él.

Tratan, por algunos días, de viajar por los caminos de Ítkelor en su forma humana; sin embargo, la gente de alrededor, no deja de chismear y criticarlos en voz alta.

Por muchos días, el gitano mayor y otros romaníes preguntan por Danitza en todo el bosque Pi-Ud, ya que su familia está muy preocupada. Ninguno del bosque les dice la verdad, ya que Danitza les pidió que mintieran acerca de su estadía con ellos; quiere saber si Aleksei es el “hombre” indicado para ella.

Dieciocho días, después de haber iniciado su relación de novios, Aleksei le propone matrimonio a Danitza, quien acepta inmediatamente.

La boda se celebra en el claro real y aprobada por los mismos reyes del bosque. Como representación de su casamiento, la nueva pareja porta un par de coronas de rosas blancas.

Terminada la boda, la pareja deja las coronas en el bosque y se dirige al campamento gitano de Güíldnah, donde ocurre un emotivo reencuentro entre Danitza, su familia y sus semejantes.

La historia que narra a sus padres y amigos, es que mientras ella recorría el bosque, cerca del camino principal hacia el reino, fue raptada por varios sujetos misteriosos, llevándola hasta el reino del Sur. Ahí iba a ser ejecutada, solo por el hecho de que era una gitana. Por fortuna, Aleksei logra salvarle la vida, comprándola por un puñado de monedas de oro. Ya liberada, el extraño le informa que la llevará de regreso a su comunidad.

Cuando los padres preguntan por los familiares de Aleksei, él dice que sus padres murieron hace un par de años y que no conoce a otros familiares, ni cercanos, ni lejanos.

Los gitanos le creen la historia y al final, Aleksei pide la mano de Danitza en matrimonio, asegurando que es casto. Los padres, les informan que tardarán unos días en preparar la boda.

Pasan otros días más como novios.

Al quinto día se celebra la boda, con una gran fiesta en el campamento. Celebración que dura un día entero; desde el amanecer, hasta el anochecer. Aleksei, decide convertirse en gitano al final del festejo.

La nueva pareja quiere mudarse y vivir cerca del reino de Güíldnah, en medio del bosque. Los padres de la joven aceptan la petición, dándoles un viejo carromato que tienen desde hace tiempo.

Aleksei y Danitza descubren un pequeño claro donde pueden ubicar el carromato, en medio del bosque, al Sureste de la ciudad principal del Norte. Con un poco de ayuda, por parte de unos caballos de otros gitanos, logran colocar la nueva casa en su lugar.

Desde ese día, viven muy felices.

Epílogo

Así concluyen los reyes de contarles la historia al bufón y al gitano mayor, mientras están reunidos en el claro real.

La reina, ha hecho crecer dos sillas simples de ramas para los dos invitados.

―¿Qué tal les pareció esa historia? ―pregunta Kirill.

―Muy interesante, y con un final feliz ―opina Philippe.

―No es el final de la historia ―informa Zelinda―. Aleksei y Danitza están preparando un largo viaje. Van a explorar más allá del reino del Sur. Partirán después de que nazca su primer hijo.

―Tengo entendido que los pavos reales viven pocos años, comparada con los años de un humano; ¿eso no será un problema para Aleksei? ―indaga Philippe

―No lo creo. Cuando le otorgue la habilidad de transformarse a un humano o a un ave a voluntad, también le otorgue más años de vida. Con suerte, llegará a vivir hasta los sesenta años.

―Esa sí que es una buena noticia, ¿no te parece compañero? ―le pregunta el bufón al gitano mayor.

En cambio, el líder romaní parece muy sorprendido.

―Déjenme ver si entendí ―comenta el patriarca zíngaro, todavía confundido―: ¿Danitza nunca fue capturada por esos extraños; aparte de que el joven que se casó con ella, es en realidad… un pavo real?

El bufón y los reyes se miran por un par de segundos, estallando en carcajadas al final.

―¡Jajaja! ¡¿Cómo?! ¡¿No lo sabias?! ―indaga riendo el bufón―. ¡¿El mismo gitano, líder del bosque de Güíldnah, no sabe las noticias de su propio territorio?! ¡Increíble!

―Pensé que ya lo habías descubierto, querido amigo ―manifiesta la reina, tratando de ocultar su risa.

―Ninguna de mi gente me lo ha dicho. Supongo que Danitza nunca le dijo la verdad a nadie; aparte de que son muy cuidadosos al transformarse, para que nadie los hubiera visto todo este tiempo. Con razón mucha de mi gente decía de un pavo real perdido en nuestro bosque ―comenta sonriendo el gitano mayor―. ¡Demonios! Debí haberme dado cuenta desde antes. Se aprende algo nuevo cada día.

Entre risas, los reyes se despiden del bufón y del gitano líder.

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS