Estás hundida, caíste en un hueco del cual no puedes salir, por un momento te quedas a observar como tu alrededor se desmorona, como todo por lo que has luchado se viene abajo, se te cae encima provocando un peso extra, pero estás ahí, en ese agujero, en ese extraño lugar sin salida en el que sólo cuentas con tu compañía, con la soledad como amiga, con el inmenso silencio aunado al tic-tac del reloj, indicando que el tiempo no se detiene, no es buen aliado, trabaja sólo y no para su ritmo, de repente tus latidos disminuyen, tu corazón se desacelera lentamente, te quedas en calma, dejas la mente en blanco, piensas con la cabeza fría, cayendo en cuenta que sólo tu misma puedes ayudarte, y te levantas, pones el peso sobre tus hombros y comienzas a escalar y paulatinamente al acercarte a la cima ese peso comienza a disminuir, haciendo que subas más rápido… lo dejas caer, pues lo único que hace es detenerte y finalmente llegas a la meta, sin pesos extra, sintiéndote por fin tuya, por fin libre.

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