Un martes por la mañana mientras llenaba el examen solo miraba el reloj para no demorarme, mientras marcaba cada minuto recordaba todos nuestros momentos y sentí que también pensabas en mí. Como aquellos días de diciembre, bajo el sol, frente a las olas del mar, una piscina que con los rayos del sol lucia cristalina, un vaivén de las palmas, las risas de los niños. Así de tranquilidad plena. Me tomo la hora, mientras que solo pensaba de que no tenía oportunidad para tomar el siguiente autobús. Nada estaba conspirando a mi favor. Ya era tarde. Recuerdo de que solo quería hacer ese día especial. Hacerte feliz. Pensaba en ti muy despacio, como si dibujara cada silueta de tu rostro.
Mientras perdía la certeza de que te iba a ver, me venias tu a la mente, escuchaba tu risa y como en cada rinconcito de mi corazón rebosa este amor. Me pregunte de que, si aún quería internarlo, no lo pensé dos veces y tome el siguiente autobús. Mientras iba de camino, miraba por la ventanilla, pensaba que era lo primero que te iba a decir o cual sería mi reacción. Vine para ser de tu día más especial y decirte lo mucho que te amo. Ya casi estaba llegando a la terminal y mi corazón palpitaba tan rápido que sentía que podía estallar. Ya era hora de bajarme. Afuera pasan niños, corriendo. Y una madre solo advierte: “Te daré dos galletas Matías si no te estas tranquilo y a ti tambien Julio”. Empujón tras empujón. El chofer me toma de la mano y me ayuda a bajar. Dentro de poco ya te iba a ver. Entre a la sala de espera miro hacia los lados y no estabas. Pienso si se te había olvidado pasarme a recoger o que te paso en el camino.
Suena las campanas de viento. Alguien abre la puerta de cristal. Creo que era hora de irme. Sentí el aroma de tu perfume; escuchaba tus pasos, solo sonreí. Mas tarde esas horas vividas, quedan en recuerdos palpados en mi memoria. Todos estamos llenos de retratos interiores, tan llenos de momentos de felicidad. En comparación como si estuviéramos escribiendo un libro con páginas en blancos, donde somos los mismos protagonistas. No sé si tenga las hojas suficientes para seguir escribiendo en este libro, pero quiero recordar lo mucho que te amo.
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