In my place, siempre estoy.

Lo inverosímil del frío es que te abraza el calvario como si fuera mamá, como esta prosa que nuevamente me da la bienvenida. ¡Que alegría, mis palabras se visten de blanco!

Hoy pensaba, si hay algo que me someta al sosiego lo compro. El estadio de la tranquilidad pareciera que no es más que la codicia que emerge de la desesperación. Una desesperación que por parte me da, por otra me quita. Como siempre, la puerta de emergencia entreabierta. ¿La llave? El paradigma que un día me hizo llover. Adentro la incertidumbre se encarga de estallar platos al piso, mientras que afuera el menester de mi voz es la quietud de aguas silenciosas, casi sigilosas. Estoy acá por algo, quizás no me animaba a volver a escuchar A Rush of Blood to the Head sin escribir, solo es la costumbre.