Sin embargo era su locura lo que realmente amaba.
Sus ganas de morder a la vida y de dejar huella de lo que era.
Sin embargo nunca me cansé de que me gritara a la cara.
De su fuerza, su locura y de querer someter a todos a su voluntad.
Sin embargo, yo, era de ella. De sus entrañas, de su pelo, de sus ojos,
De su caminar por la ciudad como si fuera a librar un guerra.
De su «quiero y puedo» con los que a la vida se enfrentaba.
Sin embargo…
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