A fuerza de lunes en ausencia
aprendió que quererla no era la palabra.
Así,
los martes empezó a abrazarla,
los miércoles a cuidarla,
los jueves a besarla,
los viernes a entenderla,
los sábados a entretenerla,
los domingos a arroparla,
y sin decir te quiero
un lunes,
empezó a tenerla.
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