Dice la letra de una popular canción que mi hermano mayor escuchaba cuando yo era niño “ Los caminos de la vida, no son como yo pensaba, no son como imaginaba, no son como yo creía” sentirme identificado con estas letras es un sentimiento que me hace sentir desgarrado y vivo al mismo tiempo, lo cierto es que al ver los días que preceden esta noche, puedo reconocer en esas palabras una especie de canto universal o de profecía que se cumple cada vez que abro los ojos para mirar con verdadera conciencia.
Si bien es cierto, la edad me a dado una mirada inquisidora y una mente fría, existe dentro de mi corazón un punto, menor tal vez a la partícula de vida más pequeña en este planeta, ese punto se mantiene cálido, débil, pero latente, tiene palpitación propia y se alimenta del deseo de volver a su origen, de retornar a la verdadera vida, retroceder en el pasado, para llegar al futuro, justo al momento de su concepción, su creación primera, cuando el universo completo presenció el primer latido de una alma eterna y bendecida durante eras y eones, es muy cierto, los caminos de la vida, no son como yo pensaba, pero han resultado un increíble viaje de auto-reconocimiento, de encuentros con mis profundos miedos, con momentos de cobardía, otros de gran coraje y voluntad, momentos que solo podrán definirse al término de mi trayecto… y que por fin me reúna con mis Dioses creadores y pueda observar todo como una película que termina en el momento correcto.
Es cierto los caminos de la vida, no son como yo pensaba, ni siquiera como imaginaba, pero tengo la obligación de agradecer por este regalo, esta oportunidad increíble y maravillosa que es la vida.
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