Encuentro con el aborigen de Jatun Kasa

Encuentro con el aborigen de Jatun Kasa

Raulito

12/06/2020

Y sí es como yo decía nomás. ¿De dónde pudo haber venido? De Jatun Kasa, de ahí vino. Esta vez bajó con una túnica fosforescente   que le cubre de los pies a la cabeza, no es alto ni pequeño, parece que no tiene manos pero las tiene. Estoy seguro que  la sotana  no tiene mangas. No vi su rostro. Quizá lo cubre la vestidura,  pero  tiene dos ojos nigérrimos igual que los orificios que sirven de nidos a las guayatas que empollan en Jatun Kasa.  

Era sábado día de la virgen vísperas del carnaval, había ingerido  bebidas con alto porcentaje etílico y camino al desentierro del diablo me quedé dormido en la casa de una prima. Ella al verme en el estado en que me encontraba debe haber decidido dejarme en una habitación sin puerta, recostado en una cama de esas vetustas que a falta de colchón habían extendido sobre el catre unos cueros sucios de oveja y unas frazadas hechizas de lana de llama. Debo haber dormido como seis o siete horas cuando sucedió el encuentro.

Como dije me encontraba dormido, me desperté porque alguien me sacudió los pies, abrí los ojos y lo o la vi sentado o sentada  con su vestidura luminosa, no pesaba, no vi sus manos, pero me miraba con unos ojos profundamente negros, tan negros que contrastaban con su vestimenta. En el instante en el que nos miramos, sentí que toda la chicha y el vino que había injurgitado se disiparon de mi cabeza hasta quedar totalmente sobrio. ¿quien es usted? grité, el o ella no respondió, solo descendió de la cama y yo me senté, nos volvimos a mirar, ¿qué quiere? volví a increpar, él o ella se movió hacia la puerta y ahí se quedó parada o parado, estuvimos tan próximos uno del otro  que ahí me decidí a defenderme pero no sé de qué, me dispuse a todo, no sé cuanto duró ese instante pero yo salté de la cama y el o ella salió y yo salí prácticamente a la par de ella.

Desapareció como tragado o tragada por los intensos rayos de la luna. Adónde estás, me envalentoné, vení grité, solo el cerro me devolvió el eco de mi propia voz y el silencio de la noche me dejó escuchar las coplas de los carnavaleros y carnavaleras que se sucedían una tras otra al ritmo del tac, tac de las cajas. Esperaba arremangado  el retorno de este ser extraño venido de Jatun kasa mientras observaba mi silueta  tiznada, tiznada tal vez en los cañaverales del Acheral donde no hacía mucho despunté las cañas de azúcar. Me aleje del lugar tarareando zambita del Acheral, lugar  donde también tuve un encuentro similar con él o ella pero esa vez e llevaba otra vestidura y dio la cara, no como éste o ésta.

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