A la orilla del pantano, donde la hierva es alta y gruesa vive un grupo de ranas sabias. Pero como en toda historia tenían una ranita traviesa, ambiciosa y un poco terca. Esta ranita joven y vigorosa soñaba con salir del pantano descubrir tesoros y obtener muchas cosas, -hay mejores cosas en la vida que solo bichos, moscas y luciérnagas- se decía ella. Siempre queriendo ser mejor, superior a todas las demás y queriendo tenerlo todo. Las otras ranas son felices cantando, saltando y en ese pequeño pantano.
Una noche ranita salto a una hoja de lirio que flotaba en el pantano, mirando las estrellas contemplaba la luna y de repente sintió una sombra volar sobre su cabeza. Asustada trato de esconderse pensando que era algún animal que trataría de comérselo sin embargo alzando la vista observo una lechuza ¿que haces aquí afuera sola, pequeña?- pregunto el ave. y la ranita le contesto: he salido a pensar, ver la luna y las estrellas; son tan inmensas, grandes y magníficas. Yo quisiera ser como ellas ¡ser importante y que todos me admiren!. Pero ranita, tu aún siendo pequeña importas y no somos admirados por lo que tenemos o como nos vemos, si no por lo que hacemos son nuestros actos lo y como nos comportamos con otros lo que hace que nos admiren. Las estrellas son importantes no solo porque brillan si no porque con su luz nos alumbran.
Pensativa ranita -dijo la lechuza- te voy a contar una historia: Hace mucho tiempo no muy cerca de aquí en dirección al norte existía un granjero el cual cultivaba la tierra sembraba maíz, frijoles, arroz y muchas hortalizas. Pasando el río en la cima de una montaña cerca de su granja había un castillo con grandes torres, gigantescos muros y se decía que dentro de sus paredes existía un espejo el cual revelaba grandes tesoros a los que se paraban frente a él. Un día, comenzó a escasear la comida en su pueblo y el granjero angustiado por no tener suficiente alimento para sus vecinos estando tan cerca el invierno decidió subir al castillo y encontrar frente a aquel espejo algo valioso que pudiera ayudar a resolver su problema. Camino por muchas horas hasta el castillo y entró por sus puertas, subió a la torre más alta con la habitación más amplia y en medio de esta encontró cubierto con una empolvada sabana un espejo más alto y ancho que él mismo; lo descubrió y parado frente a el observó la imagen que le mostraba.
¿y le mostró un gran tesoro, algo muy valioso? interrumpio la ranita a la lechuza. ¡impaciente ranita! le contesto el ave, no estas entendiendo nada… oyes, más no escuchas. Bajo la mirada triste y confundida, no sabia a que se refería la lechuza y porque le decía estas cosas, él estaba prestando atención a su historia como podía decir que no entendía nada. Ya casi amanecía y ranita quería escuchar el resto de la historia – tenga prisa, amiga lechuza! dijo la rana.
Continuo narrando el ave: el granjero encontró en la imagen del espejo un confusa respuesta, no tenia idea si el espejo en verdad funcionaba; el mismo no le mostraba oro ni plata ¡como podre ayudar a las personas de mi pueblo? Dijo en voz alta a sí mismo. Y de pronto sin saber de donde provenía una voz le contesto: es tu noble corazón lo que te ha traído hasta aquí, no dudes de lo que te muestra el espejo; asustado el granjero dio un último vistazo antes de salir corriendo del castillo y observando desde la cima de aquella montaña la inmensidad de su tierra entendió así lo que había visto y desde ese día él encontró un tesoro muy valioso con el cual ayudo a alimentar a muchas personas durante un largo tiempo y fue su valor y sus acciones lo que hizo que en su pueblo lo admiraran.
Ahora ranita dime: ¡cual crees que fue el tesoro que encontró el granjero? pregunto la lechuza. Pero ranita estaba aun mas confundida, ahora si que no entendía su historia, si el hombre no encontró oro, ni plata como habia sido capaz de ayuda a alimentar a las personas. Salia el sol y la lechuza alzo el vuelo; ranita decidida a conocer la respuesta tomó una decisión ese día.
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