Las calles del pequeño pueblo de Texas estaban llenas de calabazas, fantasmas y casas salidas de una película de terror. Los niños iban de puerta en puerta diciendo la famosa frase para que los vecinos les premiaran con golosinas. Había un ambiente festivo en todo el pueblo. Gretel tembló de frío, corría un aire helado que hacía que tuviera que ajustarse el abrigo y la bufanda para no dejar pasar nada del viento debajo de sus prendas.
Gretel llegaba tarde a la fiesta de su hermana, la que organizaba para todo el barrio de forma anual por el día de Halloween y ella había prometido hacer una tarta de calabaza, pero se le había olvidado por completo.
Los tacones de la chica repiqueteaba contra los adoquines del suelo mientras desesperada buscaba una pastelería abierta, pero todas las de la ciudad estaban cerradas. Miró su reloj y vio que llegaba diez minutos tarde a la fiesta. Bufando cruzó la calle sin mirar, un coche le pitó mientras Gretel intentaba cruzar. Ella levantó las manos en una disculpa y siguió caminando buscando una pastelería.
Entonces al doblar la esquina vislumbró un local decorado de forma extravagante. Un cartel sobresalía de la fachada y decía Pastelería Bloody Valentine, Gretel jamás había visto aquel local aunque se conocía todos los del pueblo. La mujer no tenía tiempo para buscar otro sitio así que se acercó al local con las luces encendidas. En el ventanal había unas máscaras venecianas que les faltaban el color de lo antiguas que parecían, un espumillón de plumas amarillo con calvas y un cráneo humano que ella supuso que era de atrezo para darle un poco más de ambientación por el día de hoy. Pero entre todo ese amasijo de cosas extrañas vio galletas con forma de calabaza, cupcakes rojos, trozos de tarta de mil colores y sabores. Gretel que llevaba semanas sin probar nada dulce se le hizo la boca agua.
Empujo la puerta y entró decidida a comprar algo, si no tenían pastel de calabaza seria alguna galleta de las tantas que había visto. En el mostrador había una mujer joven con el pelo rubio suelto en una melena que parecía salida de cuento. Llevaba un vestido negro raído por las costuras y un sombrero puntiagudo. Iba disfrazada de bruja.
ーBuenas noches, soy Morgana ¿en que puedo ayudarte?ーla chica sonrió y extendió su mano abarcando todo el mostrador.
ーBuenas tardes, ¿te queda pastel de calabaza?
La joven era muy guapa, y sonrió de forma afable y cercana.
ーLo siento, no me queda, pero si que tengo galletas de calabaza.
ーPerfecto, no sabes lo que me ha costado encontrar una pastelería abierta.
Morgana sonrió y unos colmillos se vislumbraron. Gretel no les dio importancia, pensó que era parte de su disfraz.
ーMi pastelería está siempre abierta.ーle guiñó un ojo.ー¿Cuantas galletas te pongo?
ーPonme unas veinte. Voy a una fiesta de niños pequeños y las van a devorar todas.
ーLos niños son maravillosos.ーuna sonrisa maliciosa rasgó los labios de Morgana.
ーCuando no son tuyos, si los tienes que aguantar son horribles.ーGretel vio como la pastelera cogía una caja de cartón de color verde e iba metiendo una a una las galletas.
ーPero esas caras regordetas y llenas de felicidad, es que son para comérselos.
ーLos niños pueden ser muy adorables.
Morgana cogió uno de los cupcakes rojos que tenía al lado de las galletas y se lo tendió a Gretel .
ーRegalo de la casa, es mi famoso Bloody Valentine.ーle guiñó el ojo a su clienta.
ーEs muy rojo, si que parece sangre.
ーReceta familiar.ーMorgana cerró la caja y la envolvió con una lazada negra con calaveras.
Gretel mordió el cupcake y un hilo de sirope rojo salió de dentro de el. Estaba buenísimo, aunque tenía un regusto metálico que pensó que le añadía autenticidad a lo de sangriento. Cuando llegó a la mitad vio que había un hueso dentro, era muy pequeño del tamaño de un diente. Se lo llevó a la boca y vio que estaba hecho de azúcar.
ーEstán buenísimos, ponme cinco en otra caja.
ーSabía que te gustarían.ーMorgana sonrió y sus dientes afilados se volvieron a ver.
Tras prometerle a Morgana que volvería otro día a probar más de sus deliciosos postres, le pagó y salió corriendo de la tienda con las dos cajas en sus brazos. Caminó rápidamente para llegar a la fiesta de su hermana, dado que ya llegaba veinte minutos tarde.
Su hermana le abrió la puerta de su casa, que estaba decorada con adornos de Halloween. Dentro había un montón de cabezas de medio metro que correteaban por el pasillo.
ーMenos mal que has llegado.ーdijo su hermana dándole un abrazo.
ー¿Te están volviendo loca?
ーNo sabes cuanto. ¿Has traído la tarta?
Gretel le tendió las cajas y se quitó el abrigo de paño negro.
ーHe traído galletas con forma de calabaza y unos cupcakes para nosotras.
ーAlgo es algo.ーsu hermana se encogió de hombros.
Las hermanas caminaron hasta la cocina esquivando a los hijos de los vecinos que estaban jugando en ese momento a pellizcarse. Gretel miró el horrible cuadro abstracto que tenía su hermana en la pared. No le gustaba nada, le recordaba a una gallina aplastada por un camión.
Su sobrina apareció disfrazada de bruja, Gretel cogió a la niña en brazos y le besó su hermosa cabellera.
ーHoy he visto a otra bruja como tu.
ーYo soy más guapa.ーdijo la niña abrazando a su tía.
ーSi que lo eres bombón.ーGretel la soltó para que siguiera jugando con sus compañeros.
Como había predicho Gretel los niños se comieron todas las galletas y las hermanas disfrutaron los Bloody Valentine’s mientras llegaba la hora del fin de la fiesta.
A la mañana siguiente Gretel recibió una llamada de su hermana y su corazón se estrujó como un trozo de papel, su sobrina había desaparecido aquella noche mientras dormía. Pero lo peor era que todos los demás niños de la fiesta había desaparecido también. Los policías buscaban desesperados a los niños desesperados mientras el pueblo se sumió en una profunda apatía. Nadie se podía explicar como ocho niños habían desaparecido en mitad de la noche sin dejar rastro.
Los carteles de los niños perdidos fueron renovados por otros habitantes del pueblo, algunos adultos también desaparecieron al igual que más niños. El pueblo no se explicaba que estaba pasando, la iglesia hacía su agosto y es que muchos devotos y no tan devotos se acercaban cada día para rezar por las almas perdidas.
Una noche de noviembre Gretel se acercó a su pastelería preferida del pueblo para ir a por un nuevo suministro de dulces. Cuando llegó al local la decoración extraña le dio la bienvenida. Dentro del local Morgana había decorado el lugar con estanterías y empezaban a haber cestas con dulces, regalos, cuadros, y un montón de cosas más que decoraban el sitio.
Morgana estaba despachando a un cliente con cara de pocos amigos.
ーMe parece increíble que no tenga bizcocho de chocolate.
ーLo siento, pero no hago bizcocho de chocolate.
ーPues acaba de perder un cliente.ーdijo el señor enfadado.
Morgana se encogió de hombros, pero con una sonrisa le tendió una galleta al señor.
ーTome, como muestra de cordialidad.
El señor le dio un mordisco al presente, pero escupió el trozo de galleta al suelo y lo que quedaba de ella lo dejó caer. Se dio la vuelta y pegó un portazo al salir.
ーHay gente que no entiende un no por respuesta.
ーNo te preocupes, ya volverá.
ー¿Tu crees?ーdijo Gretel poco convencida, el hombre le había parecido muy enfadado.
ーTodos acaban volviendo.ーsonrió.ー¿Que te pongo hoy?
ーYa lo sabes.ーGretel se apoyó en mostrador con un aire jovial, se fijó que había un cuchillo de carnicero encima del cristal.
Morgana sonrió y fue a la trastienda.
ーHe hecho una remesa nueva esta noche y para mañana tendré más. Mi ingrediente secreto lo recibiré esta noche.
Morgana salió con una caja con media docena de sus famosos cupcakes sangrientos. la cerró con un lazo de color rojo y se la tendió a Gretel.
ーMe alegro de que puedas seguir haciendo este maravilloso postre. ¿Cuanto te debo?ーGretel sacó la cartera de su bolso.
ーEs gratis.ーMorgana sonrió de la forma tan característica que tenía.
ーNo puedo aceptarlos de forma gratuita.
ーMe los puedes pagar de una forma.ーla sonrisa de Morgana se volvió traviesa.ーTengamos una cita.
ーOh…ーGretel estaba aturullada.ーLo siento mucho.ーlo lamentaba profundamente.ーPero no me gustan las mujeres.
ーTu te lo pierdes.ーlos ojos de Morgana se volvieron acero en su mirada aunque su cara seguía siendo dulce y amable como los postres que vendía.
ーLo siento de verdad.ーGretel estaba avergonzada y triste.
ーTranquila, llévate los Bloody Valentine’s igualmente.
Gretel sonrió amargamente y cogió la caja que la pastelera le ofrecía. Cuando cerró la puerta del local, Morgana cogió el cuchillo y con aire sombrío se fue a la trastienda.
A los dos días mientras Gretel desayunaba y leía el periódico se fijó en la noticia que aparecía en primera plana. Un vecino había sido hallado muerto en una calle. En la noticia aparecía una foto del difunto. Gretel se quedó sin respiración al ver que conocía a ese hombre, era el mismo que había estado en la pastelería. El señor se llamaba Hans Aylwin, y había desaparecido anteanoche sin decirle nada a su familia. El cadáver había sido encontrado sin nada de sangre y muchos de sus huesos y vísceras habían desaparecido. Los forenses habían dictado la hora de su muerte sobre las dos de la mañana gracias al rigor mortis que había desaparecido de su cuerpo.
El pueblo lloró a su muerto, todos los vecinos fueron a la misa en su memoria. Muchos padres lloraron esperando que a sus hijos no les pasará lo que a Hans. La hermana de Gretel había bajado de peso y tenía calvas en la cabeza de la preocupación. Llevaba un mes sin su hija y no tenían noticias de ella. y así pasaban los días, sin noticias de los desaparecidos.
El día de Navidad, después de un mes sin ir a la pastelería Gretel decidió volver. Entró y vio como las estanterías estaban llenas de cosas nuevas. Cuadros, cajas, hasta una cesta con fruta. Morgana no estaba en el mostrador como siempre que había ido a verla.
ー¿Morgana?ーpreguntó Gretel, pero nadie le respondió.
Pensó que tal vez se encontraba en la trascendía así que pasó el mostrador por el hueco que había entre el y la estantería y se coló detrás. Cruzó el umbral de la puerta que separaba la parte visible del local de la de trabajo.
Dentro había una cocina de metal limpia, encima de la encimera había un montón de boles con diferentes colores de masa. Pasó ante ellos, no veía a Morgana por ningún lado de la cocina. Al final de ella había una mezcladora de tamaño industrial donde un líquido rojo reposaba. Debía de ser el ingrediente secreto de los cupcakes. Miró dentro y vio un par de ojos flotando, y algo como la cabeza de un fémur que se dejaba entrever
Gretel pensó que Morgana se tomaba demasiado a pecho su papel con los Bloody Valentine’s, pero ella no era quién para juzgarlos dado que estaban deliciosos. Además los huesos falsos y los ojos le daban autenticidad. Detrás de aquel aparato había una puerta de metal con un termostato al lado. Debía de ser la cámara refrigeradora. Seguramente la chica se encontraba ahí.
Así que Gretel abrió la puerta y entró mirando al suelo tímidamente.
Lo que se encontró la dejó congelada. Su bolso se le cayó del hombro y profirió un grito.
Morgana estaba con una sierra mecánica y un delantal de color blanco puesto que estaba lleno de manchas rojas. Estaba mutilando el cadáver de un niño. Gretel salió corriendo de la sala, cruzó la cocina reprimiendo las ganas de vomitar. Llegó hasta la puerta de la tienda y forcejeando la intentó abrir, pero sin éxito.
ー¿Dónde crees que vas?
Morgana estaba detrás suya con el delantal aun puesto bañado de sangre.
Gretel chillo de auténtico pánico, debía de alejarse de aquella loca y avisar a la policía.
ーNo puedes escapar, he cerrado la tienda con magia.
Gretel miró la sonrisa altiva de Morgana y ante ella la tienda empezó a cambiar.Lo que había decorado antes las estanterías, y ella había pensado que eran objetos al azar, eran cabezas cortadas. Ante ella la cabeza de su sobrina sin vida estaba en una de las baldas.
Gretel vomitó en el suelo.
ー¿Ahora te arrepientes?ーla bruja se rio.ーPues bien que la disfrutaste.
ーEstás loca.ーgritó Gretel sin voz.
ーNo, solo aprovecho a las criaturas más tiernas para hace mi postre. Aunque tuve que matar a aquel hombre, estaba mejor muerto.
ーAsesina.
ーLo dices como si fuera malo, mientras tu te has comido su sangre, sus ojos y sus huesos.
Gretel volvió a vomitar y le fallaron las piernas cayendo al suelo.
ーTe hubiese dejado vivir si no hubieses rechazado mi invitación.
ーLo siento.ーGretel lloraba mientras su cuerpo temblaba.
ーCambiaré mis planes, esta noche cenaré a una chica guapa.
Morgana se relamió los labios.
En la noche de Navidad nadie volvió a ver a Gretel y al día siguiente la Pastelería Bloody Valentine había desaparecido.
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