Mirarme al espejo y reconocerme como la de antes, como la de siempre.

Mirarme y sentirme, invencible, inquebrantable.

Abrir los ojos para verme bien. Hacerme una coleta y repetirme sin titubear: “Aquí estoy yo. Tan feliz como hace un tiempo y más fuerte que nunca”.

Pisar fuerte hacia delante y sin dudar en cada paso, sabiendo que no ha sido fácil pero sí alcanzable.

Hay momentos en los que nos sentimos frágiles. Hay momentos en los que nos sentimos vulnerables. Hay momentos que duelen y que rompen.

Hay momentos que nos arrasan como tsunamis y, al pasar, sabemos que no será como antes, pero aun así no nos quedaremos con los brazos cruzados. Construiremos nuestra cabaña en lo alto del único árbol superviviente y empezaremos de cero. Puede que más tristes que nunca, pero más fuertes que siempre.

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