Seguro que te estarás preguntado porque desapreciar justo cuando parecía que todo iba a mejorar, bueno te lo voy a responder ahora mismo.
Llegaste a mi vida moviendo mis apacibles océanos y me enamore.
Cada parte tuya me hacía desear tenerla, acariciarla.
Quería tocar tu espalda desnuda hasta el cansancio y besar tus labios hasta el desgaste. Eras tan adictivo. Mas delicioso que todo el néctar del mundo.
Tus labios derrochaban miel caliente y yo estaba sedienta de dulzor.
Viniste en el momento justo y fuiste casi como un salvador para mí.
Eras tan hermoso con tus pestañas tan largas y gruesas, tu cabello negro como la noche, tan sedoso y tu piel perfumada con perfume para caballeros, tan suave y sabrosa.
Amaba que hayamos dejado florecer nuestro amor sobre un campo minado a punto de estallar.
Desearía vivir siempre con tus manos estrechando mi cintura y mis dedos entrelazándose en la mata de pelo detrás de tu cabeza, cual ríos que desembocan en el mar.
Adoraba cuando tus ojos solían brillar como estrellas solo cuando me mirabas.
Me gustaban las cicatrices que surcaban tus muñecas, que corrían por sobre tus venas como las grietas de un avejentado roble.
Tenes una voz tan cálida y hogareña.
Querías nadar en mis aguas infestadas de tiburones con solo un salvavidas y yo no era quien para detenerte.
Te aferraste a mí como las raíces de los cansados y erguidos árboles se arraigan al suelo bajo suyo.
Te bebiste mi ser completamente como si fuera el vino más añejo de la bodega. Me bebiste tan parsimoniosamente que creí que no ibas a acabar nunca.
Exprimiste cada rincón de mi alma, iluminaste casa esquina de mi mente. Tus palabras no se desvanecían ni aunque quisiera.
Me ayudaste y yo quise hacer lo mismo por vos. Pero nunca fui buena para expresarme con palabras pero te aseguro que mil y un escritos están a tu nombre.
Tatué tu nombre en el papel con la punta de mi lapicera. Quedaste plasmado en cada hoja como si ellas te pertenecieran.
Y es que ya no podía dejar de escribir acerca tuyo. Acerca de tu piel color tierra en la que me encantaría plantar un jardín, acerca del sabor que me dejabas en la boca después de un extenso beso, acerca de cómo amaba enredar nuestras piernas bajo las sabanas, acerca de cómo me mirabas; con esos labios tan tentadores que sabían al mejor de los tabacos.
Me embrujaste, me envenenaste. Fuiste el brebaje más dañino que probé y la cura más enloquecedora que conseguí.
Quería embriagarme de tu ser, de tu sonrisa.
Quise que me vieras como más que una simple amiga, porque todo, realmente todo me gustaba de vos. Tu olor tan varonil, tus nudillos moretoneados, tu mirada lujuriosa escondida detrás de una inocente pretendiendo tener buenas intenciones.
Eras el pecado más grande y ensordecedor, que clamaba con fuerza que lo tomara.
Y, sí que quería hacerlo.
Quería reclamarte como propio tal como hiciste os con mis poemas, quería que solo mi nombre diera vueltas en tu cabeza como un huracán.
Quise que tuvieras sensaciones que nuca hubieras sentido. Que tú estomago se comprimiera al punto que obligase a tu cuerpo a cortar la respiración, solo por ver lo bonita que estaba vestida, porque yo ya lo había hecho mí y una vez.
Pero cualquiera se cansa de esperar llegar al paraíso cuando la realidad es que tiene el pasaje al infierno asegurado.
Y las lágrimas, quemando más de costumbre, recorren mi cara.
Así que decidí marcharme de este pueblo marchito de recuerdos tuyos. Porque ya no aguantaba que el roce de nuestras manos no fuera intencional y que no quisieras devorarme como al postre más delicioso del mundo.
No necesito seguir dedicándote canciones o poemas cuando vos no me dedicas una mirada. Así que disfruta esta despedida, saboréala con toda tu lengua porque va a ser la última.
Sé que seguro estas llorando, pero que la amargura de tus lagrimas no te ciegue porque probablemente estés arruinando la última pieza de arte que va a llevar tu nombre.
Así que hasta pronto, supongo. Todavía te amo así que sacarte de mi mente no va a ser fácil, pero tranquilo sé que puedo sola.
Y aunque mi corazón se haya fundido en tus labios, tus besos ya no son tan cálidos como antes.
Porque siempre te fuiste y me dejaste rota pero esta vez es mi turno.
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