CORDERO

La sangre comenzó a bajar generando pequeñas gotas que caían sobre la bañera de cristal difuminado, las cuchillas habían cortado lo suficientemente profundo para causar un ardor en su pierna blanca, pero era solo una pequeña molestia que estaba dispuesta a pasar porque en invierno le gustaba dejarse los bellos un poco largos y no quitárselos con láser íntimo como lo hacían sus amigas ya que ahorraba la molestia de rasurarse, pero ella disfrutaba asear su cuerpo. Veintinueve grados marcaba el espejo electrónico desplegando pronósticos exactos de la temperatura durante el día, Gene le preguntó por atuendos apropiados para el ambiente, hacía mucho viento para un vestido y mucho calor para ropa negra, puso una cara de disgusto viéndose en el espejo con los atuendos que le sugería la inteligencia artificial, deslizó su dedo para quitar la vista, quedando su reflejo completamente desnudo, su cuerpo, normal para una chica llegando a la adultez temprana y con buenas practicas alimenticias obligatorias por las dispensadoras que analizan cuantas calorías has comido en el día lo permiten. Toma sus senos con disgusto, analizándolos y pensando por qué uno es levemente más pequeño que el otro, pero deja eso de lado al ver la hora, decide tomar el último paquete de ropa sugerido por la IA de su tienda favorita, haciendo disminuir un numero en pantalla perteneciente a su cuenta bancaria, se pone su toalla en la cabeza para secar su corto cabello negro con leves tonalidades rojizas y se dispone a comer el desayuno que su mucama le dejo servido. Revisando sus redes sociales en su dispositivo electrónico se detiene a observar una fotografía de su amiga Yuki con su nuevo novio; al precipitarse a dejar una reacción en la publicación suena una especie de timbre desde la ventana del baño, es el drone repartidor que le deja el encargo de la ropa que compró hace unos minutos. Toma sus pertenencias típicas diarias y se dirige a despedirse de su padre Van Hashimoto.

El día se sentía fresco, pero no iba a experimentar esa sensación en la piel hasta bajar de su autodrone conducido por su chofer Roy que le permitía subir lo suficientemente alto para evitar el congestionamiento por los bioautos comunes. Mientras el vehículo tomaba altura podía observar la publicidad que se superponía una sobre la otra de los edificios, colores neones que tapaban la luz del sol e invadían sus iris, pero se desviaban al publigrama que mostraba el ultimo atuendo de la temporada, era el que llevaba puesto.

—Hace un buenito día hoy, ¿No lo cree señorita Gene? —preguntó Roy.

—Sí, claro—respondió Gene sin retirar la mirada de la ventana y con un tono de aburrimiento—.

—¿Quiere que la espere de nuevo para regresar con sus amigas, señorita? —.

—Creo que hoy no hará falta, quizá salga un momento luego de clases—.

—Muy bien señorita Gene, ¿Quiere que notifique a su padre la hora de su retorno? —dijo mirándola por el retrovisor.

—No hará falta, mi padre nunca pregunta—.

—Estoy seguro que el señor Van se preocupa cada momento por usted—. Gene voltea y mira sus ojos por el retrovisor directamente.

—Roy…—Exclamó.

—¿Sí, señorita? —.

—¿Tú conociste a mi madre? —preguntó Gene seriamente. Roy guarda silencio un momento y aparta la mirada del espejo para ver hacia el frente del camino.

—No señorita, solo he logrado escuchar cosas increíbles de su madre, era una mujer como ninguna en el mundo—.

—Es lo que siempre me ha dicho mi padre, y cada vez que pregunto por ella utiliza las mismas palabras—refutó con una expresión de disgusto.

—Estoy seguro que el señor Van le es imposible describir lo maravillosa que fue su madre—. Gene se quedó en silencio observando la ciudad, en cómo los rayos del sol se interrumpían con sombras en su rostro al ser tapados por los implacables edificios de la capital del imperio del oeste, al fondo se observaban las serpenteantes carreteras que levitaban sostenidas por campos eléctricos y las multitudes caminando debajo de ellas, parecían hormigas, pero sin el sentimiento de cooperación mutua.

Gene era una joven con un rendimiento académico que rondaba la perfección, su intelecto rivalizaba con su belleza en ver cuál de los dos era su atributo más destacable, pero habiendo tal talento de ingenio, su sed de aprendizaje era compensando con un sentimiento de curiosidad abrumador, y cada vez que algo le llamaba la atención llegaba al fondo de eso. Asistía a la universidad más prestigiosa del imperio del oeste; todas las personas que asistían allí eran de clase alta con cuerpos sin adaptaciones tecnológicas, y los únicos que poseían tal agregado eran los que nacieron con algún tipo de discapacidad, que por supuesto no se libraban de la discriminación al no tener un cuerpo totalmente normal.

Las nubes de lluvia comenzaron a ponerse al terminar sus clases, y Roy iba tardar en llegar porque Gene tenía planes con sus amigas que fueron cancelados ya que Yuki prefirió salir con su nuevo novio. Gene decidió esperar en la salida del campus que conectaba con el estacionamiento y hacerle una llamada a Roy para que pasara a recogerla. En un instante ella se encontraba dentro del autodrone viendo como se deslizaba el agua que llovía por su ventana, pero al limpiarla alcanzó a ver abajo en un callejo cómo cuatro sujetos rodeaban a una persona, se quedó viendo detenidamente pero su vista fue interrumpida por el empañamiento de su respiración en la ventana, al limpiarla y poder volver a observar se estremeció al darse cuenta que los cuatro sujetos estaban tirados en el piso, la sangre era esparcida por la lluvia y la persona que estaba rodeada estaba guardando una espada resplandeciente en color rojo a un costado de su cintura. Gene quedo impactada y quitó su mirada de la ventana para sacar su celular pero Roy estaba acelerando en dirección al destino, su hogar.

Llegando a su cuarto corriendo, se sentó en su cama para luego dejarse caer sobre su espalda y mirar fijamente al techo, a su mente retornaron las palabras de Roy sobre su madre, levantándose se dispuso a buscar información de ella metiéndose al cuarto de su padre mientras no se encontraba en su casa, viendo en los espacios de sus libreras varias fotografías, en donde aparecía el doctor Van Hashimoto con un puñado de colegas del trabajo; otra en una foto familiar donde estaba una bella mujer, su padre y una bebé, por supuesto su lógica incitó a pensar que esa bebé era ella misma, examinó con más atención a detalles y se le ocurrió sacar la foto su marco, observó el reverso y encontró el año de tomada esa fotografía «abril de dos mil cuarenta y dos»; el año de su nacimiento. Continuando en su determinación y curiosidad por saber más de su madre, se atrevió a sacar todas las fotos que se encontraban, y al reverso en donde aparecía su padre y varios colegas encontró unas letras que dictaban «Proyecto Animo, Junio de dos mil cuarenta». Ciertamente el doctor Van era un científico con una carrera larga, una fotografía de otro proyecto del cual era parte.

—Señorita Gene, la cena está servida—Dijo su mucama de forma sonriente. Pero Gene escondió lo que tenía en sus manos por el susto causado.

—¡Gracias, en un momento bajo!—Respondió devolviendo la sonrisa.

Al llegar a la mesa se percata que su padre se encontraba ya acomodado listo para cenar. La observa de forma seria y al momento en que toma asiento no hace esperar lo que quería decir.

—¿Según recuerdo, todas tus cosas poseen un lugar en tu cuarto, o me equivoco ?— Pregunta el doctor Van levantando una copa de vino hacia su boca. Gene guarda silencio. El doctor suelta un suspiro leve para detener la tarea de tomar sus alimentos y llevar un trozo de pavo horneado en el tenedor de su mano derecha mientras limpia su bigote blanco con la servilleta de tela en su otra mano.

—Ciertamente te he dicho esto muchas veces, pero no comprendo por qué te abstienes a querer platicar conmigo sobre mi madre—dice Gene frunciendo el seño.

—¿Qué otras cosas es necesario que te diga sobre tu madre que no sepas ya, te he dicho todo sobre ella, pero tampoco puedo recordar toda su infancia si es que alguna vez me lo contó— exclamó el doctor Van antes de seguir comiendo.

—Siempre que me hablas de ella tu ni te inmutas… es como si no te importara su muerte—dijo Gene sollozando.

—Por supuesto que me…—Gene golpea la mesa con fuerza interrumpiendo a su padre.

—¡Es una puta mentira!—gritó, el doctor Van queda sorprendido por la falta de respeto de Gene y su expresión se convierte en enojo.

—¡Basta!—No tengo porqué soportar estas faltas de respeto, vete a tu cuarto—.

—!Maldito mentiroso!—dijo Gene en llanto mientras iba rumbo a su cuarto apresuradamente.

Al llegar tomó su dispositivo electrónico y llamó a Yuki para que fuera a traerla, no quería estar sola y tragarse la furia que sentía por su padre, tomó un poco de ropa y algunas pertenencias y salió por la ventana, deslizándose por una tubería para lluvias logro llegar al suelo y escabullirse por la oscuridad hasta saltar el muro de su casa y caer fuera. Caminó unas cuadras bajo la lluvia hasta salir a la calle donde esperaría a su fiel amiga. La oscuridad era muy limitada gracias a la intensa luz neon generada por los publigramas, se detuvo a levantar la mirada y quedarse observando los comerciales que pasaban en los paneles de los edificios; accesorios corporales, acompañantes virtuales, bebidas, comida, ropa, todo un sin fin de productos y servicios que pasaban, solamente siendo interrumpidos por la silueta de los autodrones que pasaban al frente de ellos, un poco impresionada por tener la perspectiva que tenía desde el suelo de los altos edificios. Finalmente Yuki llega en su auto y Gene sube recibiendo un saludo de su parte.

—¿Qué ha pasado Gene?—dijo Yuki con preocupación.

—Me he peleado con mi padre porque no quiere ser sincero conmigo y decirme la verdad de mi madre—.

—¿Estas segura que en verdad todo lo que te ha dicho tu padre en realidad no es todo lo que pasó?—preguntó Yuki intrigada.

—Quisiera convencerme de que es así, pero hay algo en su forma de decirme las cosas que no me termina de convencer, cuando habla de mi madre no demuestra ninguna tipo de expresión de tristeza o enojo, o cualquier forma de demostrar que le duele o extraña a mi madre—dijo Gene mientras apretaba sus rodillas con sus manos.

—Sabes, creo que podemos ir a un buen lugar donde poder calmarnos un poco, vamos—respondió Yuki acelerando su autodrone.

  

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