Vicio y pandemia.

Vicio y pandemia.

Pizzi

04/06/2020

Me levanté un domingo, a las 2 de la tarde, con una resaca terrible y un humor de perros, abrí la ventana y el sol me pegó tan fuerte que me lastimaba la vista, no importó mucho porque inmediatamente ya como una adicción de todas mis mañanas agarré el teléfono móvil y comencé con mi ritual vicioso de mirar primero los mensajes de los grupos de WhatsApp donde hablan todo tipo de pelotudeces, nunca falta algún amigo que manda un video porno, algún chiste del Pipa Higuain que se confunde o algún desubicado que pregunta algo de trabajo un domingo, no importa igual el contenido, porque el vicio es el mismo y la acción es la misma, mirar cada pavada al detalle hasta que la vista me quede doliendo, la verdad que es algo que me cuesta controlar, siempre digo que mi adicción más fuerte es el celular, y me da bronca ya no entiendo que es mejor o menos peor si chuparte una botella de vino todas las noches o ser un boludo que mira una pantalla por horas durante todo el día, en fin adicciones son adicciones, sin duda ese día sentí y me di cuenta que estaba haciendo algo mal, que necesitaba salir al mundo real, que no podía pasar horas mirando una pantalla de mierda, riéndome con gente que está dentro de un aparatito de 10 cm, algo tenía que hacer y tenía que ser ahora, así que me propuse desde ese día terminar con mi adicción y como no me gusta hacer las cosas a medias, arranqué con todo.

Lo primero que hice fue salir de todos mis grupos, del trabajo, de amigos de fútbol, el grupo familiar, no podía des-instalar todas las aplicaciones sin asegurarme que antes salía de todos los grupos, siempre trato de seguir un orden en lo que hago y en este caso no iba a hacer una excepción. Finalmente desinstalé todas las redes sociales de mi dispositivo y decidí desinstalar el WhatsApp, quería liberarme de una vez por toda de esta enfermedad y para atacarla debía pegarle donde más le duele y como yo pienso que el peor castigo es el olvido, porque no aplicar esa medicina a esto, olvidarme de que existe esta forma de comunicarnos que siempre nos acerca de los que tenemos lejos pero nos aleja de los que tenemos cercas, así fue que no conforme con eliminar las redes decidí agarrar mi celular y directamente lo sumergí en un balde de agua con detergente, me dolió romper algo que tiene un valor, pero venderlo no iría con mis principios, me daría celos que otro disfrute de un aparato que fue una parte tan importante de mi vida, compartí más tiempo con el que con mucha gente que quiero.

A las horas de estar incomunicado, me sentí un poco solo, aburrido, tuve que prender la televisión y no tarde unos segundos en notar que termine cambiando una pantalla por otra, como no tenía tanto cariño por televisión como el que tenía por mi celular, la puse en venta a un precio muy económico la televisión se la llevo un señor muy viejo que se fue super contento, le explique que la felicidad que iba a tener ahí era relativa y le conté porque la vendía, no quiso escucharme estaba muy preocupado por saber cómo contratar un servicio para ver series y no tener que escuchar a su mujer, cosas de viejos.

Me di cuenta que de nada servía si no tenía ni teléfono ni televisión tener Internet, que siempre teniendo esa conexión remota con el mundo exterior iba a terminar aferrándome a alguna pantalla ya sea una Tablet, una notebook o cualquier cosa que brille y me dañe la vista, por lo que si bien seguí vendiendo todo lo electrónico opté por dar de baja todos los servicios de conexión alámbrica e inalámbrica, empecé por dar de baja el cable e Internet, esta fue la parte mas complicada y lo que más nervioso me puso, recuerdo que cuando contraté el servicio la felicidad fue inmediata al poco tiempo me atendieron, me ofrecieron una velocidad para navegar sin interrupciones y disfrutar del mejor contenido digital, me atendió una señorita con una vos tan sexy que hasta pensé invitarla a tomar algo, y me ofrecieron una promoción irrechazable, lamentablemente para poder dar la baja del servicio no fue así, me atendió un señor con una voz muy gruesa, parecía un general del nazismo, me dio incluso tanto miedo que llegue a temer de dar de baja el servicio y recibir alguna represalia, estas empresas son así, un día te tratan bien, pero cuando te va a dar de baja ocurren cosas extrañas, no te atienden, te pasan de número en número te habla gente muy rara y te tratan como si estuvieses por cometer un crimen, sabiendo esa situación te comienzan a hacer muchas preguntas, como ¿esta seguro que quiere dar de baja el servicio? ¿Por qué motivo? ¿Quiere un paquete de promoción por 4 meses? ¿le podemos dar el triple de velocidad a la mitad de precio de lo que pago estos últimos 5 años? Con esa última pregunta me sentí un poco estafado, por 5 años estuve pagando un precio muy elevado por una velocidad de la mitad de lo que esta gente me ofrece, realmente me hicieron dudar mucho, hasta en un momento comencé a tartamudear y estuve a punto de decir siii aceptooo, deme ese servicio a ese precio es una oferta que no puedo rechazar, pero luego me dí cuenta que no tenía mas celular ni tampoco televisión y que tenía que terminar con esta enfermedad de una puta vez, así que me puse firme con ese señor tan convincente y le dije, quiero dar de baja el servicio, no me importa la promoción soy una persona que esta enferma, estoy muy enfermo de la cabeza, estoy loco, loco de remate, pasé los últimos 5 años de mi vida mirando una pantalla, quiero terminar con esto, supongo que el hombre quedó desconcertado, no creo que todos los días llame alguien a decirle que está loco, que pasó 5 años de su vida en una pantalla, aunque estoy seguro que muchos de los que lean esto se van a identificar conmigo, fue entonces que luego de transferirme a 4 de sus compañeros finalmente me dieron de baja, ese fue el día más triste de mi vida, me desconecté del mundo, no sabía nada del grupo de fútbol, tenía miedo de que no me tengan en cuenta para jugar, no tenía mas compañeros de trabajo, no podía saber nada de la gente que seguía en Instagram, que será de sus vidas me preguntaba, pero lo mas duro del día fue cuando tuve que ir al baño, inmediatamente vinieron las ganas sentí una necesidad de agarrar el celular, y ahí me di cuenta que mi vida era una mierda, que sin ese celular no tenía nada, que era una pantalla si, pero que esa pantalla me daba cierta felicidad, lloré sentado en el inodoro, estuve 20 minutos llorando, pensando que esto iba a pasar y suponiendo que era un proceso y la abstinencia normal que tiene cualquier vicioso, pero las horas pasaban y el domingo se volvió cada vez más depre, me tranquilizó la idea de que al otro día me tocaba trabajar, por lo que por suerte iba a salir al mundo exterior y tratar de reemplazar este vacío con gente de verdad, con gente que de verdad está cerca de mío que te da un beso un abrazo, la mano que si te tiene bronca te escupe o te patea y si le gustas te mira no te pone un dedito arriba, pero mi situación lejos de mejorar se iba a volver un infierno, porque ese mismo domingo escucho a la gente aplaudir desde los balcones y con un poco de desconcierto me asomo y sin entender lo que pasaba un vecino me dice: ¿te enteraste? – No me enteré nada vecino, estoy desintoxicándome, sin internet, sin televisión, me encuentro en una granja de recuperación y el vecino me dijo lo peor que podría escuchar: Uhhh nene, como no sabes, resulta que hay un virus que está dando vuelta, es un virus letal, si el virus toca tu mano y vos te tocas la cara estas al horno, terminas muerto o mínimo internado, cuestión que por este virus no vas a poder salir de tu casa de momento por unos 15 días, solo podes ir al supermercado a comprar una vez al día, así que bueno a mirarse unas series y a estar conectados con el celular, que nos queda sino!!! Por dentro se me cruzaron todo tipo de insultos, insulté con fuerza mi perra suerte, a que ser tan imbécil se le ocurre desconectarse de todo y que ese mismo día comience u aislamiento total del mundo, mi cabeza se volvió un torbellino de dudas, que hago en un departamento de 40 m2 sin televisión, sin internet, sin celular, sin una pc, no tenía nada de nada de nada, pensaba con que un virus mortal, no podía trabajar, no podía salir de casa, no podía jugar, no podía mirar series, no tenía noticiero, ni siquiera tenía una puta radio, mi vida iba a a ser una tortura interminable, me comencé a desesperar , para que el día termine rápido me acosté en mi camay no podía dejar de darle vueltas y vueltas a esto, en algún momento mi cabeza se cansó de tanto pensar y por suerte me quedé dormido.

Me desperté, me gustaría poder decirles a qué hora, pero lamentablemente tenía por costumbre chequearlo en mi teléfono o en la tv, supongo por el ruido de los pájaros y la altura del sol que serían las 12 del mediodía, me enteré hoy que tenía el poder de detectar el horario escuchando el ruido de los pájaros, supongo que todos debemos tener ese don pero como ocurre muy seguido, hasta que no lo necesitamos no lo usamos. Un lunes cualquiera hubiese sido muy sencillo me levantaba, me pegaba un baño y finalmente me iba a trabajar, pero no era un lunes común, era el primer día de una cuarentena obligatoria y yo tenía que pensar que hacer con mi vida, la solución más fácil era pedir prestado un celular o una televisión, pero eso sería una gran decepción a mi mi mismo, demostraría lo débil que soy, no puedo aceptar que esta adicción me gane tan fácilmente, tengo que ser fuerte me dije a mi mismo y ese día traté de aprovechar el tiempo, limpie toda mi casa, ordené cajones, canté, cociné unas pastas tremendas, pero en todo momento sentía ansias de compartir lo que hacía, como si a alguien le importara, tenía que mostrar que estaba comiendo unas ricas pastas que yo mismo hice, quería que todos mis conocidos vean que se cocinar, que hice unos tremendos ravioles de verdura con salsa rosa, necesito sus aplausos sus corazoncillos, que me digan que rico cuando invitas y de nuevo surgió la desesperación, no podía más, no podía comer, no podía cocinar, no podía ni siquiera cagar sin sentirme solo, asilado, un puto ermitaño, me sentía en medio de la Patagonia en esas casas que se ven chiquitas desde un avión y que decís que carajo hace la gente acá, pero lo mío era peor, esa gente tiene vacas, tiene ovejas, al menos pueden hablarle a ellas o hablar entre ellos, yo ni eso, mi mayor esperanza era a las 21 hs salir al balcón y aplaudir y rogar que el vecino este de humor para dedicarme unos minutos, deseando que ni se le ocurra nombrarme o hablarme de alguna serie que este mirando, pero para mi mala suerte yo sabía que el vecino era un cinéfilo detestable y que siempre algo de eso me iba a comentar, por lo que mi situación era muy crítica, con la comida atragantada en la garganta, decidí que no me importaba, si alguien quería llevarme preso que me lleve preso, pero tenía que salir, aunque el virus mortal me agarre, prefería cualquier virus que este castigo, así que decidí salir con la excusa de hacer unas compras, para mi sorpresa no era el único en la calle, había bastante gente caminando y con bolsas de supermercado, algunos con barbijos, otros paseando al perro, pero hubo una persona muy particular que me llamo la atención y me hizo sacar el sorete que todos tenemos dentro. Ahí la vi, una señora de unos 78 años, pelo muy blanco, la cara toda arrugada por el stress de los años, no es fácil vivir en Argentina y vivir tantos años menos, llevaba un carrito de supermercado que lo usaba un poco como carrito un poco como andador, supongo la señora era del barrio aunque nunca la había visto, de todas formas nada de esto me llamó la atención, sino que me percaté de su presencia cuando la vi sacar de su bolsillo con una lentitud que pondría nervioso al más fiel budista, un celular, era un celular hermoso de último modelo esos que los vez y te das cuenta que son caros, que son buenos, que no son los chinos que se te rompen en dos meses, la vieja estaba a la moda, a mí poco me importaba eso, porque desde que ví el celular solo pensé una cosa, se lo tengo que robar, tengo que robarle el celular a esa vieja, por un lado mi conciencia me decía no sos así, vos no sos un chorro odias a esos hijos de puta como le vas a robar a una pobre anciana, pero un lado muy oscuro que todos llevamos y al que me gusta llamarle ,el lado sorete de la mente, me decía todo lo contrario a mis principios, convirtió mi desesperación en odio y empecé a analizar a esa mujer para poder justificar el robo, y todo me daba motivos para robarle, no entendía como una mujer de su edad podía salir arriesgando su vida por unas compras, a caso no tenía nadie que pueda hacerle las compras, supuse que esa señora era una mala persona, empecé a conjeturar, seguramente sea una vieja nazi, por eso este sola, seguramente sea una mujer alemana que se escapó y por algún motivo termino en el conurbano bonaerense se notaba en su cara cierto odio, nadie se preocuparía porque a una mujer de esta calaña alguien le robe el celular, sería muy fácil para un joven como yo, solamente tengo que aprovechar que vuelva a sacarlo y paso corriendo y sacaaaate se lo arrebato, parecía sencillo pero luego me di cuenta que estaba rodeado de edificios y si alguien me veía si un vecino me veía robarle a una pobre vieja, si la vieja se asustaba y se moría de un paro cardiaco, que hago, quien me va a creer que esa vieja era una nazi y que yo necesitaba robarle el celular para comunicarme con mis amigos virtuales, los amigos del futbol, el grupo del laburo, mis seguidores de Instagram seguramente todos me echen de menos, pero eso poco importa porque estoy enfermo, nada tenía sentido, empecé a pensar que si esa mujer se desmaya del susto tendría que ayudarla y me imaginaba con la vieja a upa como película de acción llevándola a un hospital con las bombas explotando por todos lados, me convertiría en un asesino ya no solo sería un idiota desesperado por un teléfono sino un asesino desesperado por un teléfono, empezaba a darme cuenta que mi enfermedad era grave, que el problema es más serio de lo que pensaba, el mundo sin esa pantalla es odioso y a mí me convierte en un ser aún más despreciable, estoy pensando en robarle a una vieja, me estoy convirtiendo en lo que desprecio, deje de golpe de mirar a esa mujer y seguí mi camino, pero todo al que miraba tenía un teléfono, se los veía muy felices mirando sus grupos, compartiendo historias, todos unidos, hablando, tan solitario entre ellos y yo tan infeliz, porque no le robé a esa vieja nazi y terminaba con esta agonía, incluso si por algún motivo terminaba preso, sería mejor ese encierro, tendría derecho a una llamada, llamaría a mi familia les contaría que estoy loco, que soy un adicto, que necesito ayuda urgente, me daría una vergüenza enorme, pero al menos sentirían pena, de esta forma soy invisible, nunca me olvido de la idea de conseguir otro teléfono, pero en ese caso me vencería mi adicción, era un precio que no quería pagar. Deje de lado todos estos pensamientos nefastos, entré al chino y compré unos chocolates, unos caramelos, una coca cola, en fin cosas bien dulces, necesitaba cosas que me hagan feliz, volví a mi casa mirando cada rincón por si se me volvía a cruzar la vieja, pero se ve era más rápida de lo que parecía porque desapareció del mapa, hasta llegue a pensar que podría haber sido un espejismo.

Ya en casa no sabía qué hacer, por lo que traté de cocinar algo para pasar el tiempo, cada minuto se volvía un castigo, no podía dejar de pensar en toda la gente que me estaría echando de menos, me gustaría poder entrar a cada grupo decirles que se queden tranquilos que estoy bien, que me estoy recuperando, sería solo por un minuto, creo que me dejaría más tranquilo. Decidí que lo mejor iba a ser dormir una siesta, que el tiempo pase, dormido siempre todo pasa más rápido, me costó mucho dormirme pero lo logre, lo malo que al despertar sentí la tremenda necesidad de comunicarme con el mundo exterior y decidí ponerle fin al costo que fuese y como sea a este martirio.

Me sentí muy decepcionado conmigo mismo, pero no podía aguantar más, necesitaba un teléfono una pantalla, tenía que calmar mi sed de sociabilidad virtual, pensé en pedirle un teléfono a mi familia pero no tenía forma de hacerlo, tampoco tenía dinero para comprar uno, y en medio de todo ese pensamiento, veo pasar a la viejita nazi, pensé que podía robarle y después cuando todo esto termine dejarle un sobre con el dinero para que se compre un celular o bien podía devolverle el celular, sea como sea tenía que actuar, así que la empecé a seguir, por momentos me sentí un enfermo, luego me dí cuenta que no era solo un sentimiento, me canso de decirlo y de pensarlo, pero si estoy enfermo, no conforme con querer robarle la seguí y no conforme con eso me propuse que esta vez no podía fallar, la iba a esperar hasta que salga y en cuanto saque el teléfono se lo iba a robar, no iba a tener piedad.

Pasaron unas 5 horas, hasta que la vieja volvió a salir, la sigo unas 2 cuadras y en una zona de árboles bastante oscura veo que saca el celular, esta era mi oportunidad no iba a desperdiciarla, voy corriendo a toda velocidad y le arrebato el teléfono, para mi mala suerte tropiezo con una baldosa y me rompo la cabeza contra el piso, la señora se desesperó, empezó a gritar chorro chorro, inmediatamente salieron unas 10 personas y me empezaron a patear, nunca entendí de donde salieron, había una cuarentena y en ese momento no había nadie en la calle, pero la gente tiene mucha bronca contenida, por suerte a los minutos llego un patrullero, me esposaron y me llevaron detenido, la señora Schneider Esther hizo la denuncia por acoso, pudo comprobar por las cámaras que la estuve esperando por horas, me dieron 2 años de prisión, por suerte pude arreglar con algunos presos y me consiguieron un celular, me dijeron que se los pague como pueda que ya me lo iban a cobrar, supongo lo podré pagar con tarjeta, no es muy lindo, pero tiene WhatsApp, de todas formas no llegué a activarlo que ese día ser armo un lío importante, parece que varios barras tenían también teléfonos y entre todos los penales comenzaron a organizar un motín colectivo, para mi mala suerte yo no sabía de qué se trataba y aparecí justo en un vídeo tratando de activar el celular, salí en todos los canales, como iban a dejar que los presos tengan celulares, en la cárcel me odiaban, cuando finalmente pude activar el teléfono no estaba en ningún grupo los del fútbol me echaron se enteraron que le robé a una anciana y me querían moler a golpes, del curro directamente me despidieron, no era la imagen que querían para la empresa , en fin por suerte de todo esto aprendí y si saque una conclusión es que nunca más tengo que tirar el celular.

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