Se levantó temprano como todos los días, se vistió, tomó su café diario y salió hacia su trabajo.
Tomó el autobús en la salida del barrio, y como todos los días, malabareaba para subir y bajar de él.
Caminó por el centro, como todos los días, entre habitantes de calle, negocios y vendedores ambulantes.
Llegó a su trabajo puntual. Y como todos los días, lamentablemente, el acoso de su jefe llegó. Pero esta vez fue más allá, dentro de un baño y sin escapatoria, ella ya no tenía salida
Desde ese momento nada volvió a ser como todos los días.
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