Hoy nuevamente las tormentas en mi espíritu.

La lluvia de este día noctámbulo ampolla el terso papel,

segundos antes de poder grabar los relámpagos de la tormenta:

como glíptica de tinta en el espaciado papel.

Los soles que me han mantenido de pie siguen brillando

pero mi débil corazón y mis frágiles sentimientos

son una leve brizna: insensata y taciturna.

Cuántos días que no me detenía a ver los ocasos desde la ventana,

unas veces con rejas y otras con las posibilidades de la acera de enfrente.

Cuántos días pasaron sin detenerme en estos cielos de estas madrugadas,

donde los firmamentos mas tristes conmueven mi ser entero.

Hoy necesito los sonidos tristes de un violín,

la melancólica historia embebida en ese tango,

o un fantasma balsámico y abstracto que hidrate el último segundo de la noche.

Quito, julio 10 2014

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