Fue quizás el balanceo de tus piernas o la profundidad de tu semblante lo que inspiró mi deseo de arrebatarte el aliento, no sé, o tu deliciosa soledad mirando el relieve de esa playa que empieza a ser más nuestra que de nadie. Pero quise padecerte. Quise que fueras mi gripe y mi Paracetamol al menos por un instante, el cual empieza a ser momento con briznas de rato, aires de racha y ganas de eternidad.

Me sorprendió tu boca haciendo suya mi cuello, tus manos rozando mis vértices y tu voz saneando mi tristeza. Fuiste la conclusión de mis miedos y el comienzo de algo brillante. Breve o no, quiero hacer míos tus ojos y tu salvaje suavidad. Quiero para mí todo el deseo que desprendas y el éxtasis que aflora cuando creamos magia.

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