5 de agosto, 2017

El frío escurre en mi cuerpo, pero no lo siento como tal. Es un frío de extrañeza, de nostalgia y añoranza. Mientras fluye quedo atrapado en pensamientos, no puedo evitarlo, me destruyen. Siento sombras que estiran mis hilos sin fin alguno, pareciera ser un juguete de la desgraciada vida, pero por qué debería ser buena para mi, o ser sencillamente buena por sí misma.

No puedo escoger. Puedo construir un camino a mi destino, no importaría a donde llegue, no encuentro una razón del por qué debe ser buena la vida. ¿Será la lógica?¿La verdad?¿La experiencia o la nobleza?¿Será la necesidad de alcanzar la ilustración de nuestras mentes?¿La vergüenza o el miedo de rechazar el conocimiento? Qué cosa, realmente, queremos creer para seguir con esta existencia. Sin haber comenzado a existir, sin tener un principio, qué importaría el hecho de que aquí estamos, y más aún, qué importa el final o dónde estamos…

Pues nada. Despúes de todo, las sombras dejan de ser tan mala compañía.

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