Al mirarla me di cuenta que me seducen sus muecas. Me gustaba contar estrellas hasta que me topé con sus pecas.
Su sonrisa inspira alegría y despierta al corazón que dormía. Si ella supiera cuantas veces la pensé, cuánto tiempo la espere, quizá me libraría de esta agonía.
De saberla libre y no mía, de verla lejos, viviendo, disfrutando y no cerca, aquí a un costado mío. Siendo mi más perfecto accesorio. Aunque suene sombrío.
Quiero que solo mi calor pueda quitarle el frio. Aunque suene egoísta, quiero que me pertenezca su vista, ser dueño de su tacto, su gusto y de todos sus sentidos. Gobernar sus pensamientos, los puros y también los deshonestos.
Se bien que pensar en poseer a alguien más, cuál objeto es pues una bofetada al respeto a la individualidad, pero no soporto su libertad, el libre albedrío, esa labilidad impredecible.
Y así me resigno a seguir siendo para ti invisible, a continuar pensándote, escribiéndote versos, los cuales quizá jamás lleguen a leer tus ojos, porque para ser sincero, funcionó mejor si no te tengo.
Tenerte para qué?, si esto es perfecto, la ilusión de un amor que no merezco.
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