El llego a la vida sin una sola lágrima.
Los médicos decían que sería fuerte de por vida, que nacer y no llorar no era tarea fácil.
Al principio me asuste.
Estaba sola con mucha gente extraña y sin poder ver lo que pasaba a mí alrededor.
Me sentí muy vacía y asustada…
Pero consiguieron que diera un llanto pequeño y hay conseguí respirar con tranquilidad.
Solo de pensar que podía apagarse su luz, me hacía pensar que porque no mejor la mía.
Fue un momento muy duro para mí y a mi lado no tenía ninguna mano a la que sujetar.
Los médicos solo pudieron mirarme y decir que todo va bien, que estuviera tranquila, que era muy muy fuerte y que creen que ya sintió demasiada pena cuando estaba dentro de mí, por todo lo que tuvo que pasar…
Me quede en blanco en ese momento y no sabía exactamente lo que me querían decir.
Al rato, cuando terminaron de coserme mi preciosa cicatriz, me trajeron a mi rayo de luz.
Y al mirarnos solo podía llorar y sonreír a la misma vez.
Los médicos se quedaron congelados con esa imagen.
El no lloro al posarse sobre mí, solo sonreía y me agarraba la mano con fuerza.
Nos miramos como si no hubiera nadie más a nuestro alrededor.
Le prometí que jamás le dejaría sufrir más, que lucharía para que sus lágrimas no fueran de sufrimiento, que guiaría sus pasos correctos igual que hicieron mis padres conmigo, le dejare sus espacios, le dejare que tome decisiones y si hacía falta que se equivocara.
Vino la médico que hizo que mi hijo naciera y llorara aunque fuera poco tiempo y me dijo:
Se acabó tu pena, se acabó la suya.
Tú eres su apoyo y él es el tuyo.
Olvídate de los nueves meses terribles que pasaste.
De las veces que tuviste que venir a urgencias porque no le sentías.
Él siempre estaba y estará.
Necesitabas que naciera para darte cuenta que no hay nadie más importante que el en el mundo.
Ahora que ya os tenéis piel con piel, no os separéis jamás.
Este bebe tiene magia.
Él te hace todo lo feliz que necesitas.
Te habla la experiencia y solo hay que verte para ver que has sufrido y sufres, pero todo irá bien.
Nos fundimos en un abrazo.
El ultimo día antes de darme el alta.
Esa maravillosa mujer vino a despedirse de mí y de mi niño mágico, como ella le llamaba.
Solo me dijo que no me iban a faltar las sonrisas en mi vida.
Me conto que ella cuando dio a luz a su único hijo, tenía la misma sensación que yo y que le recordaba a ella.
Que podría salir adelante que era muy valiente.
Agarro mis manos y me pidió coger a mi niño en brazos y no pude negarme a ello.
Lo miro una y otra vez y me lo entrego con una sonrisa y me dijo:
Haz el bien por él, toma decisiones por él.
Si él te ve sufrir, sufrirá.
No dejes que nadie toque tu piel, si no es para acariciarla.
Y por favor….
No le hagas que pierda su preciosa sonrisa.
Volvimos abrazarnos y jamás la volví a ver.
Pero jamás podre olvidar la lección de vida que me dio.
Esa maravillosa mujer, me hizo tomar decisiones en mi vida, de las cuales no me arrepiento.
Y sé que una de ellas, es que vivir con una persona que maltrata a su mujer y su hijo no merece tener un niño mágico.
Ahora somos más felices y nadie toca mi piel si no es para acariciarla.
Pero las mejores caricias me las regala el… MI NIÑO MAGICO!
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