Minuto de silencio.

Intensidad de los miedos que invaden la noche templada, presionando los pensamientos para detonar fuertes ecos.

Caricias que colman el alma, palabras que traen soledad.

En el momento juicioso danzaremos hacia más allá, con la sensación de regresar con el orgullo calcinado, por miradas cegadas por el resplandor de las ilusiones que permanecieron en el alba.

Un minuto de silencio antes de partir, buscando las justas palabras para seguir.

Un minuto de silencio antes de seguir, las cosas no tienen sentido del todo si en el fondo no existe el propio perdón.

Un minuto de silencio antes de partir, el espejo devuelve el reflejo, ese que no puedes ver, pero si miras bien, realmente te podrás ver.

Duelen las huellas remotas de un pasado de soledad. Círculos de máscaras de caras falsas, ocultando las lágrimas de ausencias, que nunca fueron capaces de soltar.

Nos vimos en madrugadas lejanas con el amargo sabor a poco, a pesar de las cartas jugadas entregando el aliento por un mañana.

Entre luces descansamos nuestros sentidos agitados, tratando de recobrar las fuerzas para salir al alba.

Y si tan solo nos rompemos con la fuerza de un rayo en miles de partes desiguales, para que los rastros del pasado nos forjen para conquistar futuras batallas.

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