Serena Estampida y el viajero

Serena Estampida y el viajero

Eva Moya Sáez

30/07/2017

Serena Estampida tenía una cierta inquietud constantemente. Algo como un pequeño motorcillo que en ocasiones lograba serenarse. No era muy visible, casi diría invisible a los ojos de los demás. Largos años de entrenamiento en máscaras habían hecho de ella una profesional del ocultamiento.

Pero como los glaciares un extenso y vasto mundo yacía en lo desconocido.

Como buen glaciar, conocía su naturaleza al completo… sabia de su poder, de la fuerza de su formato. Pero ya hacia tiempo que se había desprendido de su tierra de origen y vagaba tranquilo por los mares.

Su belleza era atractivo y sobre su superficie podían jugar osos, pingüinos focas y aves de diferentes especies.

Grandes ballenas hacían espectáculo frente a su costa pero la soledad del nómada hacia mella de vez en cuando.

Un buen dia llego a su costa una pequeña barca. En su interior viajaba un hombre. Un huido … un hombre que escapaba buscando paginas en blanco y el blanco del glaciar le confundió.

El glaciar contento con ser su tierra firme le escuchaba, recogía a veces sus lágrimas y las convertía en estrellas

Pero él estaba ausente. Forzándose en ser agradecido no lograba llegar a estar… nunca presente, si su cuerpo y quizá su intención… su deseo tal vez… pero nunca en verdad. Nunca se salió del guion de lo que su cabeza pensaba y la naturaleza libre del glaciar chocaba una y otra vez con la cortesía y el control…

Una noche de tormenta el hombre cayó del glaciar…

Al principio Serena Estampida le echó de menos, mucho… luego ya no

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