Entre el mito y la alquimia

Entre el mito y la alquimia

José Que Rosado

26/05/2020

Hace apenas unos años, la impresión de ver a un
hombre de aspecto primitivo en la televisión cual personaje extraído de
algún libro de Carlos Castaneda, propició mi curiosidad de saber más
sobre el imaginario que sugería cada palabra que pronunciaba en un
léxico culto y algo indescifrable por su voz quieta, casi muda; un
cabello tan de brujo o alquimista, ademanes seguros y dinámicos que
hacía en el aire como si este se tratase de un papel en blanco o un
soporte cual fuera el material para dibujar imaginariamente cualquier
cosa, excepto un discurso a modo del entrevistador y la cadena
televisiva. Su nombre: Francisco Benjamín López Toledo; pintor,
escultor, grabador, activista social, editor, promotor cultural y, sobre
todo, alquimista que transformaba cualquier material que se encontrase
en sus manos o a su alcance en crónicas de una temporalidad inexacta,
donde la iconografía prehispánica convivía con elementos discursivos de
la política y la cultura contemporánea.

Entre la zoología fantástica y la fantochería
como sentenció Margarita Nelken, Francisco Toledo sobrevalorado o no,
representa una generación perdida; tan arcaico como el arte aborigen y
prehispánico, pero tan moderno y contemporáneo como cualquier otro
creador de nuestra época; infatigable manipulador de la temporalidad
estilística e iconográfica, reinventaba materiales, técnicas y el uso de
utensilios cotidianos para hacer de ellos los cómplices que daban forma
a la iconografía de sus más representativas pinturas, esculturas y
grabados, como la de los indios remisos realizado en
el taller de Mario Reyes y la Colección Kafka cual relato ideográfico
contrapone la historia del hombre que se convierte en escarabajo a la
del mono, que se convierte cada día más en hombre.

Nacido en la ciudad de México en 1940, Francisco
Benjamín López Toledo, creció entre el calor de las tierras juchitecas,
observando el maravilloso paisaje que ofrecía el Istmo de Tehuantepec,
entre iguanas, sapos, serpientes y grillos, entre el sonar de la música
oaxaqueña, la fiesta y el olor a cuero y piel de zapatos que hacían del
negocio familiar un importante sustento económico. Detrás de ese mundo
onírico, un niño de piel morena, tímido en su personalidad y absoluto en
su determinación rayaba todo lo que estaba a su paso, dibujando
incansablemente las historias de los abuelos y el mundo político de José
F. Gómez; factores que determinaron los temas que se verían reflejados
en la mayoría de sus piezas. Lector incansable de libros y contextos,
activista y fundador de centros culturales como el Instituto de Artes
Gráficas de Oaxaca y el centro fotográfico Manuel Álvarez Bravo, entre
otros.

Dentro de su producción pictórica y gráfica podemos encontrar la serie de los indios remisos, zoología fantástica, informe para una academia
inspirada en el mundo literario de Franz Kafka, ilustraciones de
cuentos populares como el Coyote y el Conejo, Pinocho; así como la
célebre mujer perseguida por peces que en 1993 se encontraba evaluada en
800 mil dólares y cuya historia además de su contenido, va acompañada
de la afrenta que algún estudiante francés anónimo realizó en su afán de
llevar a la realidad la representación penetrante de los pequeños
peces, con la acción de introducir en un acto casi injurioso un lápiz,
bolígrafo o cualquier otro objeto para hacer un pequeño orificio de 6
milimétricos en la pintura, lo que propició el enojo del creador y el
pago de la cantidad de 2500 dólares por parte de la galería Pompidou de
París para su restauración.

Francisco Toledo como lo bautizó el galerista
Antonio Sauza tan enigmático, chamánico y alquimista, trastocaba en cada
palabra que pronunciaba y línea que dibujaba o desdibujaba, las fibras
más sensibles de la realidad cultural y política de México, usando un
lenguaje, por mucho sencillo y conocido, casi elemental y prehispánico
que con el uso de técnicas como el grabado, la pintura y la escultura
proporcionaba una lectura diferente del mundo que nos rodea, desde la
visión más primigenia del ser humano, el de la desnudez y la
irracionalidad, el del animal-hombre, casi mitológico y divino que en su
función de creador del mundo, fecunda con violencia y sujeta a la vida
entre sus lacerantes intenciones para que de ella nazcan junto con el
imaginario creativo de Toledo elementos oníricos con mensajes muy
realistas, que rememoran los colores y las esencias de un México pasado,
cuando la naturaleza se vivía a flor de piel y los niños corrían
descalzos detrás de las iguanas brincando alegremente como chapulines de
mil colores, y en donde lo orgánico y natural se convierten en
colaboradores indiscutibles para la recuperación de una
cosmogonía ancestral, casi perdida.

Marie Le Glatin Keis Sketch sobre Francisco Toledo (Oaxaca)


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