Pensaba como abnegada que soy, que todo era obra de la imaginación; me encontraba tan cansada que no era para mí poner atención a ruidos inusuales, menos aun si e mi cabeza desfilaban un sinfín de ideas nada relacionadas como dicha incomodidad. Siempre buscando respuestas lógicas para lo ilógico, no es que no crea, sencillamente respeto; aunque he de admitir que al momento de comenzar a divagar, instantáneamente indescifrables dudas me abruman; así como han de llegar, tan veloz mente como aquel espectro que asumes ver con el lateral de tu ojo; del mismo modo las evado para no generar así, un enigma nocturno de tiempo completo.

Utilizando mi lógica como todo el tiempo, trato de ganarle a un suceso que ya cuenta con historial sobrenatural; sí, es algo adelantado el diagnostico, pues tengo como prueba lo acontecido aquella noche infiltrada de sensaciones. Podre estar paranoica, esa fue mi primera idea; incluso intuía podría ser una animal rondando por ahí, posiblemente un roedor; pero entonces, ¿Por qué no iba a mi asecho?, ¿Por qué no corría hacia otro lugar? La lógica seguía ganando a la imaginación, hasta que lego un punto en que y no fue así.

Era tanto el tiempo, tal vez realmente fue tan poco, pero con el temor invadiendo mi cuerpo a manera de holeada hirviente, el tiempo que fuera en realidad, para mí, fue una eternidad. Curiosa la hora en que dio inicio, dejándome imaginar y sugestionarme; pros y contras tan rápidos en mi mente como jamás habían viajado. Completamente dividida en mi yo antigua, aquella niña amante de lo sobrenatural, pensando, o asegurando peor aún, que aquello que ocasionaba mi desesperación era un ser distinto; pero por otro lado, esta joven irónicamente escritor de terror, moría de miedo cuando todo se intensifico.

El calor intenso corría por mi cuerpo, gotas de sudor resbalaban desde el cuello hasta perderse en el pecho, entumecimiento que poco a poco llegaba como el monstruo que se asoma cruelmente por la puerta; catatonia latente y el corazón latiendo brutalmente. Era el miedo e su máxima expresión. No había recibido tal descarga de adrenalina en bastante tiempo, podría controlar mi ritmo cardiaco, tenía que, pues todo comenzaba a distorsionarse, girar y oscurecerse; la inconsciencia venia por mí.

Ahora pienso que no debió torturarme a tal grado, no es usual que yo tema así de pronto. Era de aquella clase de miedo que llega poco a poco, abriéndose como la neblina al ir cegando paso, de esa manera tan delicada que, al mismo tiempo la ansiedad se hace presente cansando la misma locura. Era algo que al mismo tiempo podía saborearse; todo en un estado de embriagues y lucidez, sabes lo que pasa, pero al mismo tiempo la cobardía presiona.

Con mi cuerpo inerte, sucumbido en la oscuridad, en el silencio y la ausencia, ahí me encontraba; despertando tan plácidamente como si aquel sueño fuera de días. Pensando seria cerca del amanecer, el reloj marcaba las dos de la madrugada con cuarenta minutos. Justo en ese instante, en el cual intentaba incorporarme, todo comenzó; o tal vez ya había dado comienzo mientras me mantenía yo lejos de la razón. No podría estar segura de que aquello que robaba mi clama, ya habría estado activo tiempo antes de abrir mis ojos, quizá puso estar observando sádicamente, tal vez por esa razón desperté…no podría asegurarlo.

Un primer tronar de algún objeto logro activar mi cerebro de inmediato a comparación de los días anteriores que había sintonizado muy tenuemente aquel ruido minúsculo; provenía del cuarto de cocina, este, únicamente cubierto por destellos salientes del ventanal cubierto. El origen exacto del primer trueno, se perfectamente salió de una caja acartonada en un rincón muy cercano a mí, con coraje y aburrimiento pensé en si lograría dormir esa noche, al mismo tiempo que recordaba ser yo la única en casa. Un mar de ideas absurdas e incoherentes salían, así como un impulso por solo comenzar a hablar sin secuencia. Valla formas en las que el terror puede manifestarse.

Ese primer golpe solo fue la desquiciante invitación para todo lo siguiente; un golpe tras otro, rasgadas ligeras y pausadas sobre el cartón viejo; tan extraño que el sonido de una bolsa plástica surgió de pronto, nada mas inusual pues yo no vi jamás objeto así rondando por el suelo antes de dormir. Los ruidos se extendían tan fuertes y claros, avivando el terror hasta la última fibra, hasta el último cabello.

Arrastrándose por el suelo, pasa de un sólido mordisqueo a un temblor proveniente de la mesa junto a la pared; pareciera como si una serpiente se arrastrase por el selo, dejando descargas causando temblar a lo que le fuera estorboso. Aquello fue nuevo, ya que las molestias ocasionales eran casi inaudibles. Ya con todo esto me era difícil conservar la calma y la razón; no podía oponerme más a lo desconocido, mi lógica y valentía habían desaparecido ya; lo que ahora quedaba era una descontrolada intranquilidad e inexplicables sensaciones abrumadoras. Esperanzada que el tiempo pasara de prisa, aunque extrañamente pensando en lo novedoso que todo esto resultaba, tratando de descubrir y adaptarme, como si nuevamente me encontrara en dos; cubierta por la valentía, pero dándome cuenta, cuanto puede más la cabeza, la sugestión e imaginación contra el valor.

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