Si tengo que contar o decir alguna verdad sobre ti, sé que la diré a medias…
A medias verdades, la verdad es que siento que nunca te amé cómo quisiste. Cómo querías que te amara. Cómo tú dices que me amaste.
A medias verdades, tendría que decir que ya no te pienso. Y en realidad no hay día en la que en algún tema de conversación, tu nombre camuflado aflore en algún recuerdo mío.
A medias verdades me es grato verte de nuevo, cruzando alguna calle y haciendo muecas de ironía.
A medias verdades tu nombre me sabe a dulce, cuando alguna memoria tuya me hace susurrar entre dientes mientras frunzo el ceño.
A medias verdades estamos bien. De así cada quien con sus doctrinas, con caminos distintos pero bajo la misma lluvia.
A medias verdades nos acostamos con los nuestros y nos hacemos los tersos cuando nos dicen que nos aman y fingiendo un «yo también» damos la espalda después del último beso de buenas noches, imaginándole el rostro del pasado puesto como calcomania.
A medias verdades es que nunca te vas y tal vez te quedes aquí cómo fantasma de película.
A medias verdades es que aún te amo y quizás esta noche te haga el amor una vez más.
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