LA NOCHE

¡La noche! oscuro pezón
pigmentado de recuerdos,
alimenta escalofríos
arrullados por el viento.
Ulula la soledad,
su aullido es de loba en celo,
parece mirar la luna
y se acurruca en el pecho.
Acerca su hocico helado,
ya siento el aire en mi cuello,
¡me desgarra la garganta
exhalando su silencio!
Pero el corazón aferra
un latido que es eterno,
en la trama donde teje
la alteridad y el encuentro.
Tu rostro está en mis retinas
¡sobreviviente del ego!
con jirones de memoria
deshilados por el tiempo
y aromados en lo simple,
de manzanilla y poleo.

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