Dicen que el rival más difícil de todos está en nuestra cabeza. Hay otro que dice que todos elegimos a nuestro enemigo. Y para elegir a un enemigo debemos estar a la misma altura. Por eso, debe de ser cierto que ese enemigo somos nosotros mismos, y nadie más. Sólo nosotros mismos somos capaces de prohibirnos de algo que nos de placer, de aquello que amamos, de todo eso que deseamos. Sólo mi propia mente puede lograr que abandone la batalla involuntariamente. Para que sea un retiro voluntario tiene que haber una decisión propia. Y muchas veces, decidimos dejar algo porque tenemos miedo, porque nos hicieron creer que no somos capaces, que no tenemos talento, porque mi sueño es una tontería. Y a eso lo logra nuestra mente con su mala autoestima, con su falta de amor propio. Aquel comerciante que ama la venta y no vende por miedo a que no le paguen; el individuo con vocación de maestro que no se dedica a la carrera porque es tímido, porque no tiene medios para estudiar o porque pone excusas para no hacerlo porque tiene miedo de no ser bueno en la profesión. Aquél que es artista pero trabaja de cajero porque le hicieron creer que del arte no se puede vivir, o que no tiene tanto talento como el que vendió cuadros carísimos y en el supermercado tiene un sueldo fijo a fin de mes. Y como éstas, muchas otras vidas son tiradas a la basura por el miedo, por el miedo al fracaso o por algún otro motivo, pero no por la ausencia de pasión sino por la ausencia de coraje. Hay que tener las dos cosas en la vida. Y si no te das cuenta hoy de esto que digo, entonces te darás cuenta más adelante, a su tiempo. A veces es necesario sufrir, vaciarse el alma y sentir que estás en un pozo para darte cuenta del valor de tu propia vida, del valor de tus sueños, de tus anhelos. A veces es necesario perderse un poco y así valorar el camino para continuarlo después lo mejor que se pueda.
No dejes que tu cabeza se convierta en tu enemigo. No podés luchar contra vos mismo. Deberías CREER primero en vos; y si te dicen que no sos capaz de algo, sólo te queda la opción de seguir. No tenés nada que demostrar a nadie, no tenés la obligación de vivir la vida que otro pretende que vivas. No sos la proyección de ningún otro humano, ni el de tu madre siquiera. Podés aceptar consejos, y luego sabrás cuál de ellos utilizar o quizás ninguno parece bueno, pero sea cual sea la opción que sigas, siempre hazlo con fe en vos mismo y convencido de que es lo correcto, pero sólo si lo reflexionaste primero. Prepárate una buena estrategia de lucha y luego podés salir tranquilo a dar batalla. Retírate si lo considerás necesario, pero sólo para seguir preparándote, y volvé, siempre volvé. A veces importa el camino y a veces sólo importa llegar al final de ese camino. Pero sea lo que sea que anheles más, que sea con goce, con disfrute, risas, diversión, sin trampas.
Y cuando por fin llegues allá, te estaré esperando. Y sino, esperame vos.
OPINIONES Y COMENTARIOS