El arte de vivir sola

Mientras más se acerca menos lo imaginas, y es que la realidad te golpea solo cuando estas sobre ella. Desde muy pequeños cuando nos enfadamos con papa o mamá siempre pensamos en ese “maravilloso” momento en el cual, por fin, seremos independientes. Momento en el que haremos las cosas a nuestra manera sin preguntar a nadie, pero, cuando nos encontramos en ese punto crucial de comenzar a hacerlo, vaya: creo que sí necesito la opinión de mama.

Estaremos de acuerdo en que la vida tiene una infinidad de etapas y ciclos y en que cada uno, a su manera, conlleva una serie de responsabilidades atribuidas a las personas que por el atraviesan. Pero los seres humanos, siempre inconformes, nos empeñamos en saltar rápido de uno a otro solo para probar una pizca del más amargo.

Yo, precisamente, estoy en esa etapa en la que me toca aprender: el arte de vivir sola.

No sé si para todos este gran paso es igual, imagino que no, pero sí creo que los seres humanos mantenemos sentimientos similares latentes en nuestras distintas etapas de vida. Yo, toda mi vida he sido una personas responsable y bastante madura para mi edad, he estado siempre junto a mi madre, que básicamente me ha dado todo lo que necesito tanto espiritual como materialmente. Sin embargo, también he sido una persona inquieta. Me gusta cambiar, avanzar, soy muy impaciente e impulsiva y con 18 años de edad me fui de mi casa.

Aquí comencé a experimentar el inquietante arte de vivir sola. Junto con tomar tus propias decisiones llega, en esta nueva etapa, la responsabilidad de obtener los ingresos suficientes para cubrir tus necesidades básicas y tus caprichos. Y es, por esta misma razón, por lo que notaras que los caprichos disminuyen cada vez más. Te ves en la situación de estrés en la que sabes que debes ahorrar lo máximo para cualquier gran gasto o simplemente tener lo suficiente para llegar al fin de mes. Te ves envuelta en la nuevas situaciones, personas muy malas y muy buenas, y meteduras de pata sin fin de las cuales tendrás que salir, si, sola.

Aunque, por supuesto, todo esto no significa que estés sola en el mundo ni nada por el estilo aunque, a veces, puedes llegar a tener esa sensación. No porque no tengas personas que te apoyen, con las que compartas y hables diariamente, o a tu madre dándote consejos del otro lado del teléfono, sino porque tus errores van a ser más tuyos que nunca, y las grandes e importantes decisiones dependerán de ti y nada más que de ti.

No todo es caótico. Vivir sola es una etapa mágica, es descubrirte a ti misma; mañas que no sabías que tenías y una nueva y frenética manera de querer tu casa impecable y ordenada todo el tiempo -ahora entenderás más que nunca a tu madre cuando te pedía ordenar tu cuarto- y es que parece que, cuando damos este paso, nos convertimos en lo que siempre criticamos.

Es un poco pisar la realidad y a la vez soñar como jamás lo has hecho, es la grata y detestable idea de solo dependes de ti misma, es querer dar los pasos más perfectos de tu vida solo para jamás arrepentirte de haber querido vivir sola.

Consejos

  1. Disfruta de esta etapa como hubieses querido disfrutar todas las otras, o tanto como sabes que desearías hacerlo hecho en un futuro no muy lejano.
  2. No tengas miedo, todo pasa y todo cambia, nacimos para superar todas las etapas de nuestras vidas.
  3. Jamás estas sola, millones de personas pasan por situaciones muy similares (sea cual sea) y cuando menos te lo esperes te toparas con alguien que podrá ayudarte.
  4. En el mundo hay muchas personas buenas y dispuestas a echar una mano, no tengas miedo de confiar, siempre estate atenta a todo, pero no pienses que todo el que se te acerca quiere hacerte daño.
  5. Disfruta, sonríe, se fuerte y sigue adelante.

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