Afuera llueve y hace frío. Adentro, el fuego calienta el ambiente y el licor el espíritu. La cocina, con los vidrios empañados, espera la aventura de hoy y sé que sospecha de que se trata. Ella me anticipa, conoce de mis mañas de domingo y me confiesa, generosa, sus sueños de sartenes percudidas.
Las cebollas, radiantes, blancas y moradas esperan sobre una tabla, que descubra uno a uno los secretos que esconden sus capas. Un morrón me tienta desde la mesada, carnoso, brillante, rojo, intenso como debe ser cada momento compartido.
Una cáscara de naranja renace, convertida en aroma, sobre la salamandra, siempre fiel como una amante que es consciente de que tal vez nunca será protagonista, pero aun así, cuando se le requiere, se entrega sin restricciones, ardiente como estos leños de quebracho.
Giran en la bandeja unos viejos discos, las sinfonías de Beethoven, las preferidas de mi abuelo Luis. Al primer movimiento de la quinta, La llamada del Destino, dejo que las vibraciones me invadan y siento que, a pesar de haber hecho mi vida lejos, nunca me fui de la casa de Ezpeleta. Allí retorno al recordar los sabores de la infancia, los estofados de la abuela Nely, los long play o las óperas en la radio de Luis. La música, siempre la música ligada a cada acto cotidiano.
Ahora los puerros se templan en el fuego con las cebollas blancas y de verdeo ya cortadas, dejando su esencia en un aceite caliente junto a unos ajos impecables. El ají, que antes me tentó, ya se baña en ese sauna improvisado. La alquimia se produce, los colores cambian, los sabores se intensifican. Una cuchara impertinente y entrometida, jura que entra nada más para probar la sal. Le creo e invito al orégano y al pimentón, señores del sabor y del aroma.
Se suman a la fiesta de la olla los tomates, frescos, pelados y cortados; una lluvia de pimienta los bendice. Seguirán las zanahorias, el zapallo y las carnes.
Finalmente, para coronar el plato que nos convoca hoy a la mesa, las reinas del día, las lentejas que esperaron pacientes su entrada triunfal, se saben protagonistas y caen con orgullo, gentiles, majestuosas.
Día de la Patria, fiesta de los sentidos. Calor, sabor, música, familia, amigos y vino. ¿De qué hablan, cuando hablan de banquetes?.
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