Como dos chopos altos y fornidos, agarrados a la tierra del amor.

Así los dos felices albergando nidos de pajarillos que renuevan su vida cada primavera. Notando los rayos del sol que dan vida a la savia que corre por nuestras venas, sintiendo las gotas de agua en cada hoja de nuestra vestimenta.

Y notando como ese líquido elemento alimenta esa tierra tan llena de sentimiento.

Todo parece perfecto, pero nuestro corazón arbóreo siente qué necesita el abrazo de las ramas del otro, y cuando hay viento que azota fuerte y une nuestras hojas y ramas, entonces nos embarga el verdadero amor por esa tierra, por la qué apostamos enclavarnos un día. Necesitamos sentirnos, rozarnos,saber que unidos por nuestras raíces estamos, y nuestros corazones y almas así como en esos chopos de la colina, necesitan unirse.

Luis Miguel.

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