SER…es una elección (Feliz)?
No hay error en la gramática, sino en la conceptualización de la frase que cobró popularidad, y que seguramente ya se habrá entendido a cual me refiero.
Ser feliz es una elección (¿?). Creo que más acertado es formularlo como interrogante, más que afirmarlo.
Ahora creo ser consciente que jamás creí en los mandatos, pese a que transcurrí mi existencia envuelta en ellos, o al menos, así lo percibo hoy.
Y esta conclusión se colige con lo desacertado,- o poco práctico tal vez- de la popular frase “ser feliz es una elección”. Como se advierte, esta unión de palabras describen un imperativo, y de algo nada más –y nada menos- que ser feliz.
Y como bien dije, en las profundidades de mi ser, creo no haber sido amiga de ningún mandato, (más que aquellos aprehendidos cuyo último objetivo fuera mi supervivencia como humano). Volviendo a la frase, tampoco debe entenderse que la culpo de mis tantos años de una infelicidad subyacente.
A contrariu sensu, entonces, ser infeliz, también fue una elección?, o una falsa interpretación de todos los eventos que me sucedían alrededor, y de los cuales no tenía dominio en ABSOLUTO.
Si a veces no podemos elegir entre qué sabores de helado pedir, más hoy que el abanico de posibilidades es hasta cierto punto desopilante (como el helado sabor Fernet), cómo será posible entonces realizar una elección acertada de la felicidad, cuyo contenido es tan ambiguo que podría definirse en tantos términos como seres humanos existen.
Y para complejizar el asunto, intentemos situarnos en una elección verdaderamente consciente de qué cosas nos acercan a este anhelo marketinero (perdón por subestimar tanto la “F” Word).
Todo esto apunta a una actitud pesimista, podrán decir, incrédula de que es posible alcanzar siquiera momentos felices; debo entonces volver al foco de la cuestión. El sentido del mandato que impregna el objetivo.
Creo que si me atreviera a realizar una encuesta al azar a la poca población que hoy se encuentra circulando por la vía pública, y les preguntara, cuál sería su anhelo (además de que se termine la cuarentena y podamos derrotar al COVID que ya lo bautizo “2020”) me respondería “Ser feliz”.
Entonces, si esto es una elección, por qué pareciera categorizar como “anhelo”?. Vaya a la góndola del supermercado que seguramente encontrará a “F” junto a los chocolates, y si fuera por mí, pegados a los rellenos con dulce de leche.
Y si ser feliz es una elección, pues elija serlo y déjese de embromar dilapidando sus ahorros en psicólogos, en flores de Bach, en eternas peregrinaciones a santuarios, a rezar a todos sus santos o devas. Para qué? Si SOLO DEBE ELEGIR SER FELIZ.
Pero, y cómo hago esa elección…? Ah, pues ahí estamos perdidos. Quién nos enseña a elegir conscientemente?. La vida misma, seguramente, con todos sus escollos, sus palos en la rueda, sus caídas, tropezones, desaventuras, buenaventuras. Si, es parte. Pero aún nos falta un eslabón de esta cadena. No me atrevo a llamarlo el eslabón perdido porque sería contradictorio con mi idea de la pieza magistral que perdemos de vista.
Y este eslabón es “el encontrado”. Porque no es más ni menos que el SER. No lo interprete como una sigla (por ejemplo como Servicio de Energía Renovada). El ser se autodefine. Posee todo su contenido intrínseco en el simple hecho de lo que estás haciendo ahora mientras lees esto, y de lo cual no sos consciente.
….Que será…..pensá…..lo más inconsciente que haces todo el día, 24×7, los 365 días del año, desde que naciste con vida (en todas tus vidas).
Bueno, si aún no lo has adivinado, no te culpo, pocas veces nos detenemos en ello…RESPIRAR.
Como sé que SOY –el SER-. Que soy, tanto como afirmación (yo soy) y cómo pregunta (qué soy?). Determinándome que SOY, existo. Ahora, que hago con mi existencia. Y ahí volvemos a la pregunta, QUE SOY? Con que contenido lleno este envase denominado cuerpo. Con el SER.
El SER en su absoluta entidad, con todos sus recovecos, incluso aquellos que parecen indescifrables, a cuyas profundidades no nos animamos a explorar.
Detenerse sólo unos instantes para observar nuestro contenido no es algo que nos hayan inculcado. Pareciera que todo viene desde el exterior. Y no es fácil la confusión ya que nuestra existencia está contextualizada. En un espacio físico, coexistimos con otras humanidades, respondemos a estímulos, incluso dormidos a veces.
Pero, cómo interpretamos nuestro alrededor. Que nos “aSERca” a esta mentada y sobrevaluada felicidad como producto final.
Que frustración tan grande sentimos cuándo nos programamos para elegir ser felices, pero la fórmula imperativa no parece funcionar en lo cotidiano.
Está bien, algunos dirán que la felicidad son “momentos”, puedo coincidir con eso pero, qué pasa cuando ese momento pasa?. Los momentos están pasando todo el tiempo, por la mera impermanencia de las cosas que componen este universo. Hace media hora, esta hoja de Word estaba en blanco. Y miren como cambió desde la primera palabra que se plasmó en ella.
Entonces, si la felicidad son momentos, y todos los momentos son impermanentes por su propia naturaleza, la felicidad es tan efímera como podría ser el humo de una vela que se dispersa por el aire. No, no soy una pesimista empedernida.
La consciencia de SER quienes somos, podría ser que nos acerque a esta idea de felicidad. Y no me atrevo a afirmarlo, porque caería en una tautología –se acuerdan de lo que dije sobre las mandatos imperativos-. Hablemos en potencial, mejor.
Cuando te preguntan QUIEN SOS. Que respondés. Estamos acostumbrados a que nos pregunten si somos felices, y existen algunas respuestas políticamente correctas que podrían salvarnos el momento y ahorrarnos el hecho de tener que hacer un racconto mental para darnos cuenta de que sí, lo somos, o tenemos “momentos felices”.
Pero volvamos a la pregunta del SER –me acabo de dar cuenta que esto tal vez parezca una pauta publicitaria para un yogurt, pero no lo es.-
Y retomo esta idea potencial del SER como puente a la toma de consciencia del contenido de nuestro envase. No somos por momentos. SIEMPRE SOMOS. Hasta que abandonamos esta vida y volvemos a existir en la próxima vida, en cualquiera de sus formas (para los que creemos en ello).
Con esto de la consciencia del SER, nos sacamos una presión que a veces molesta, como esto de ELEGIR. No elegimos SER, pues SOMOS. Ahora conectar con su contenido y ser consciente de ello… podría ser una tarea titánica, o indescifrable. Pero no imposible. O al menos, eso creería.
No existen fórmulas mágicas para el SER, puesto que YA LO SOS. Inventa entonces tu propio final.
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