La palabra se desliza suavemente
ligera
como la seda en mi piel
al ras del papel
en blanco
solloza inquieta
como criatura hambrienta ante los pechos de su madre
frágil y volátil
como pluma al viento
se mece entre líneas
queriendo ser tiempo
se desnuda ante mí
como lo hace el mar
ante pupilas despiertas
me acaricia por la espalda
con sus manos abiertas
su cuerpo es la sal
la retengo un instante
pero se disuelve
se deforma, estalla y ya es otra.
Se va.
La pierdo, es inevitable
y entonces regresa
serena y campante
de la alquimia renace
convertida en oro
“lux calida…” como canta un coro
me absorbe y la siento mía
pero es ella quien me posee
con su gracia me sostiene
y me deja al borde de una entelequía
de mis dedos brota
convertida en otra
inundando la hoja con su roja poesía
como sangre en la herida
como avalancha de nieve
como tormenta breve
violenta estampida
y me abandona,
una vez más
se pierde
y ya no es ella sino otra
vuelve con otro cuerpo
y con otra vestidura
se transmuta, se disuelve
se desliza suavemente
me invade
estalla
se deforma
y ya no es ella, sino otra.

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